Como en toda coalición, cohabitan en el Frente de Todos visiones distintas, y frecuentemente muy distintas, sobre diversos temas de gestión y políticos más generales, entre otros, el sistema de alianzas adecuado para esta etapa de pandemia combinada con la megacrisis heredada tras cuatro años de macriato impiadoso.
Esta semana se vivieron episodios de esta saga que tuvieron su punto culminante en la puesta en escena del presidente Alberto Ángel Fernández en el acto celebratorio del 9 de Julio, donde se dio cita junto al Presidente una simpática comitiva que, aun guardando la distancia social preventiva y obligatoria, hacía recordar a los cumpleaños de salita amarilla y su infaltable “te invito a mi fiestita”.
Estaban en Olivos don Miguel Acevedo, presidente de la Unión Industrial Argentina (UIA); Carolina Castro, también de la UIA; Héctor Daer, secretario general de la CGT; el inefable Adelmo Gabbi, titular de la Bolsa de Comercio; Eduardo Eurnekian, de la Cámara Argentina de Comercio y Servicios; Javier Bolsico, de la Asociación de Bancos Argentinos; Néstor Szczech, de la Cámara Argentina de la Construcción, y Daniel Pelegrina, de la Sociedad Rural Argentina.
El cuestionamiento a esta concurrencia y eventual sistema de alianzas imaginado por Alberto Fernández se objetivó en el tuit de Cristina Kirchner citando una nota de Alfredo Zaiat –“el mejor análisis leído en mucho tiempo”–, donde se afirma, entre otras cosas: “Para que los costos devastadores de la actual crisis no sean en vano, la política económica de la recuperación no puede quedar depositada en ganar la confianza de los empresarios del G6. Puede ser que esa invitación sirva en términos políticos, pero está probado que sus integrantes no tienen la vocación de ser un sujeto social activo en el objetivo de fortalecer un proyecto de desarrollo nacional”.
La réplica del Presidente no se hizo esperar, y el día posterior al tuitazo de Cristina declaró en un reportaje realizado por Úrsula Varges en radio La Patriada: “Me equivoqué con el tema Vicentin porque creí que estaba mucho más asumida la situación de crisis, y que cuando anunciara que el Estado iba a ayudar a recuperar a la empresa iban a salir todos a festejar, porque estábamos recuperando una empresa importantísima en la Argentina… Quienes me conocen saben que no soy un loco suelto, no ando con una chequera de expropiaciones”.
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Tras estas declaraciones, y también al día siguiente, fue Hebe de Bonafini la que replicó al Presidente con una carta encendida, impugnando también el sistema de alianzas que esbozara Fernández en el ágape del 9 de Julio: “Después de mucho discutirlo, nos dirigimos a Ud. con mucho dolor porque nos sentimos agraviadas y heridas en lo más profundo de nuestro corazón al ver que Ud. sentó en su mesa a todos los que explotan a nuestros trabajadores y trabajadoras y a los que saquearon el país. Y lo más grave de todo: a los que secuestraron a muchos de nuestros hijos e hijas que luchaban por una patria liberada”.
Al otro día se sucedió una editorial crítica de Víctor Hugo Morales sobre la posición argentina respecto a Venezuela que mereció al otro día una respuesta aclaratoria del presidente. Y todo así.
Esta saga de réplicas y contrarréplicas, más allá de su colorido, señala sin lugar a dudas las tensiones internas de la coalición oficialista en la que conviven también estrategias electorales diversas, que en el límite suponen dos concepciones distintas de la práctica política y electoral:
• Una sostiene que se debe ir a buscar al ciudadano independiente que sobrevuela la grieta sin incorporarse, que será en definitiva quien defina la elección de medio término ya a la vuelta de la esquina.
• Otra, a contrario sensu, insiste en consolidar el voto propio que representa un nada despreciable 40% y con la buena gestión de gobierno hacer que una parte de los electores “independientes” opte por el oficialismo bajo una operación simple de costo-beneficio.
En fin, la nueva serie está ya presentada al público y en estos primeros capítulos la verdad es que promete mucha acción futura. ¿O acaso no les parece atrapante este culebrón oficialista, estimados lectores de PERFIL?