COLUMNISTAS
opinión

El diario del 27

El voto de hoy acaso reconfigure la gobernabilidad a partir de mañana –27 de octubre– y encienda la luz de largada de la carrera 2027 en todo nuestro sistema político.

261025_milei_afp_g
Incertidumbre. Milei está convencido de que retomará la iniciativa política. | AFP

Aunque resulte un recurso remanido, esta elección no es una más. Aun con cierto margen de error, infinitamente menor a los pifies resonantes de encuestas que supimos conseguir y consumir, el voto de hoy acaso reconfigure la gobernabilidad a partir de mañana –27 de octubre– y encienda la luz de largada de la carrera 2027 en todo nuestro sistema político.

Igual, convendría evitar dejarse tentar por los cantos de sirena de los resultados del comicio de medio término, que pueden llevar a equívocos o sentencias apresuradas. Los últimos dos pueden corroborarlo: siendo oficialismo, Mauricio Macri venció con comodidad en 2017 y perdió su reelección dos años después; como oposición, JxC ganó en 2021 y quedó tercero en 2023.

La interlocución de la Casa Blanca con el Gobierno, no pasa solo por el presidente Milei.

Esto no les gusta a los autoritarios
El ejercicio del periodismo profesional y crítico es un pilar fundamental de la democracia. Por eso molesta a quienes creen ser los dueños de la verdad.
Hoy más que nunca Suscribite

Hecha esta salvedad, necesaria, vayamos al diario del lunes. Esto es, los efectos que tendrá este comicio, más allá de los relatos altisonantes y convenientes que cada sector pretenderá imponer sobre cómo interpretar los números. Mejor dicho, las bancas que obtengan.

¿Puede haber cifras que sorprendan? Tal vez en algún distrito (como ocurrió con la abultada victoria del peronismo bonaerense el 7-S) pero luce improbable en la sumatoria nacional. Máxime cuando lo que importan son los asientos en Diputados y el Senado. Hay que insistir en ello.

En un marco de cierta previsibilidad, un triunfo de LLA por aproximadamente cinco puntos de diferencia o del PJ (con sus diferentes sellos) por ese mismo margen, alterará de manera parcial el reparto de fuerzas en el Congreso, sin invertirlo.

Con cualquier porcentaje, salvo una catástrofe impensada, Javier Milei multiplicará su presencia legislativa. Cierto, el punto de partida es muy bajo: en Diputados renueva siete bancas y en el Senado ninguna.

Ninguna estimación violeta –ni siquiera la más optimista– arroja que en la Cámara Alta alcanzará sola el tercio para blindar vetos presidenciales o que en Diputados se convierta en primera minoría. En ambas Cámaras ese sitial lo mantendrá el justicialismo. Desgajado y sin liderazgo unánime, pero peronismo al fin, que cuando huele sangre…

A esta conclusión ya se arribó en varios despachos de la Casa Rosada. En especial desde que la administración de Donald Trump estableció una suerte de pliego de condiciones para respaldar a Milei, más que a la Argentina, en un salvataje financiero que calme a los mercados y al dólar.

Pocas veces fueron tan explícitas las exigencias, empezando por plantear que el auxilio está supeditado a que el Presidente salga airoso en este test electoral. “Si pierde, no vamos a ser tan generosos”, lanzó Trump con la diplomacia que lo caracteriza.

Otro de los requisitos, entre varios, es que nuestro país avance con reformas “de segunda generación”, como gusta de llamarlas Milei. Se trata de modificar los sistemas impositivos, laborales y previsionales. Para ello se requieren mayorías legislativas, como con la ley Bases.

Hay un doble destino para ese mensaje norteamericano. Obviamente, uno es hacia el Gobierno. En vista de la “nueva” composición del Congreso, el mileísmo deberá construir acuerdos con otras fuerzas para conseguir esos cambios. No basta con blindar vetos: deben armarse consensos.

Tal vez ese escenario sea el contexto que pueda brindar una de las explicaciones sobre la convulsión de estos últimos tiempos en el Gabinete nacional. Las abruptas salidas de los ministros Gerardo Werthein y Mariano Cúneo Libarona ratifican la descripción de la crisis gubernamental que se hizo hace una semana en este espacio.

Amén de los egos, las disputas de poder y el desgaste de la gestión, otra variable crucial que juega para el rediseño mileísta es cómo articular entendimientos básicos con la oposición dialoguista. El kirchnerismo está aislado de esa aspiración.

La (auto) promoción del asesor Santiago Caputo para ascender, ¿corrobora o rectifica el supuesto ímpetu negociador solicitado por Washington y que le ha faltado al Gobierno? Se sugiere prescindir de una abusiva simpleza en la respuesta. Porque la ratificaría ante la mayor intransigencia de la hermanísima Karina. Sin embargo, resulta lo opuesto cuando el propio asesor va contra el principal componedor oficialista, Guillermo Francos, el todavía jefe de Gabinete. Cuidado con comerse las curvas.

Por la composición del Congreso, el mileísmo deberá construir acuerdos con la oposición.

Existe una incógnita aún más trascendente respecto al renovado espíritu pactista que pide EE.UU. para alumbrar cambios estructurales. ¿Milei debería dejar de ser Milei? No se trata solamente de lo que les dice a legisladores y gobernadores, sino sobre todo a lo que les hace. El Ejecutivo se niega a cumplir leyes aprobadas con amplitud por el Congreso (discapacidad, universidades, Garrahan) y pisa fondos para las provincias (obras públicas, cajas jubilatorias, ATN). Atención, la venganza es un plato que se come frío.

Por eso, también ellos son destinatarios de las advertencias estadounidenses. No se debería pecar de ingenuidad si se cree que la única interlocución de la Casa Blanca con la dirigencia argentina pasa por Milei. Congresistas, gobernadores y representantes de todos los colores y ámbitos mantienen o buscan acentuar sus vínculos con la principal potencia occidental. Por más fuerza patria (en minúsculas) que proclame, sectores de peso del peronismo también integran ese club de intereses. Le llaman pragmatismo.

Independientemente del resultado en las urnas y de sus propias limitaciones políticas, el mileísmo deberá desatar ante los gobernadores dos nudos complejos.

Uno será qué puede ofrecer a cambio para negociar. Suele tener una traducción dineraria. ¿Estará dispuesto el Presidente a relajar la dureza ejercida hasta ahora con recursos para las provincias? Con el ajuste ejecutado, ¿hay espacio para flexibilizarse sin arriesgar el equilibrio fiscal? De nuevo: ¿Milei debería dejar de ser Milei?

El otro condicionante: la competencia electoral 2027. Tal vez haya pocos dialoguistas que se vean presidenciables en dos años para disputarle a Milei su reelección. Pero son muchos más los que irán por la propia en sus territorios. ¿LLA va a buscar imponerles la sucesión, como hizo la hermanísima en este turno?

La dificultad de ayudar al que aspira a desalojarte será un condimento extra del embrollado vínculo Nación-provincias. Otro motivo para tratar de interpretar por qué este 27 de octubre arranca el año 2027. Argentina, no lo entenderías.