COLUMNISTAS
Escalar en la política

El esquema Cosituerto

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Uribarri, Boudou y De Vido. Ellos empezaron de abajo y fueron escalando. | juan obregón/cedoc

Es como la pirámide de Cositorto. Poné un poco que te devuelvo mucho. El Tuerto la hizo en la política. Funciona así: entrás de militante, con pocos mangos. Conseguís quien te financie o pedís prestado para la campaña. Pagás carteles, pegatinas, costos de traslado. Una vez instalado en el carguito público inicial, devolvés los favores, mientras enganchás a otros para que aporten en la base. Recuperás la que pusiste, más una diferencia, mientras seguís escalando en la pirámide. Boudou, Romina Picolotti, Urribarri, Ricardo Jaime, José López, De Vido. Ellos empezaron así, de abajo.

Cuando la gente se aviva que no da para todos, ya estás arriba. La tenés invertida en bienes, departamentos, campos, estancias, a nombre de testaferros.

Mirá los capos sindicales, los garcas feudales en las provincias, Insfrán, Alperovich, Manzur. Si te conseguís un secretario fiel como Daniel Muñoz, la colocás afuera. Por ahí te comés el garrón de una denuncia, un juicio, pero al final no pasa nada. Hacé memoría. ¿Quién fue en cana desde Menem para acá? ¿Cuánto tiempo? ¿Quién sigue adentro? Jaime. ¿Quién más?

Al Tuerto le gustaba mucho la guita. Siempre supo que la política multiplica por tanto que ya no sabés dónde ponerla. Daniel Muñoz compraba propiedades, bienes, departamentos, tierras, como un gil pide pizza. Lázaro Báez la juntaba con la pala mecánica de una retroexcavadora. Guita es poder. Poder acumular más guita. El Tuerto la vio bien. De frente, de costado, la miró, la repasó. Como Cositorto en Córdoba, probó el esquema en Santa Cruz.

Apostó un poco de la que ganaba apretando a la gente que no podía pagar las hipotecas. Despertó la codicia de los buscas que quieren hacerse el bien sin mirar a quién le hacen el mal. Solidario con nadie, comprometido en nada. Nunca investigado, nunca perseguido por la dictadura. Nunca presentaron un hábeas corpus. Se dedicaban a cobrar y contar. En un video, cuando era candidato a gobernador, dice que solo tiene un “terrenito”. Ella reconoció que entonces ya sumaban “3 millones de dólares”.  

Repetía eslóganes, consignas. En un acto con Menem, lo consideró el mejor presidente de la historia. Decía cualquiera. La que quisieran escuchar. Prometía beneficios increíbles a corto plazo. Cargos, contratos, laburos en el Estado, aumento de salarios. Arreglaba con los sindicatos para pasar empleados a planta permanente. Total, pagaba con la que recaudaba por impuestos. En cuanto comenzó a manejar guita pública, no tocó más la propia.

Los dos tenían fama de ser tacaños, mezquinos. Nunca pedían la cuenta. Nunca amagaban meter la mano en el bolsillo. Como al Tío Patilludo, les gustaba ver apilarse las monedas, acariciar el billete físico, dólares, euros. En YouTube hay un video donde se nota que a él se le van los ojos cuando mira una caja fuerte. Se acerca, la abraza, dice que le provoca “¡éxtasis!”.

El peronismo de la provincia de Buenos Aires le aportó los recursos humanos necesarios para terminar de construir la pirámide del esquema. Después de los saqueos de 2001, Duhalde rellenó la tumba que cavaron con los restos del gobierno de De la Rúa, de Menem y de la convertibilidad. El Tuerto, elegido como sepulturero, aprovechó para echar paladas de tierra sobre su pasado. Dejarle el muerto a otro, reclamar por facturas impagas, atrajo más trepadores. Massa, Aníbal Fernández, Victoria Donda, Cabandié, gordos sindicales, empresarios, todos reunidos en el mismo cartel. Coimas, sobornos, alfajores, mordidas, tarascones. La corrupción alcanzó niveles nunca vistos. Las ganancias eran extraordinarias. ¿Quién iba a denunciar?

El esquema Ponzi, así llamado por Charles Ponzi, un tano versero, audaz, ejecutor de incautos en masa durante 1920 en Boston, tomó altura en 2008 cuando Bernie Madoff les choreó 64 mil millones de dólares a los lobos de Wall Street. “Nadie hacía preguntas, no querían saber”, confesó Bernie. La trampa se hizo conocida acá por el tendal que dejó el ratón, pastor, chamuyero de Cositorto. Pero el primero en cambiar la cultura política, en sintetizar un sistema que consiste en repartir entre unos pocos la que ponen muchos, fue el Tuerto Néstor.

Vaya para él este reconocimiento. Por algo el Centro Cultural más importante del país lleva su nombre.

*Periodista.