Estamos en la era de la posverdad y no puedo asegurar que esto haya sido cierto. Pero he leído en muchos lados que John Lennon no se animaba a decirle a Pete Best que lo iban a reemplazar por Ringo Star. Entonces el encargado de decírselo fue Brian Epstein, el mánager y mentor de los Fab Four.
Me imagino ese momento en que Pete Best vio venir hacia él a Brian Epstein y escuchó que le decía que le quería hablar en otro lado, a solas.
A lo largo de nuestra vida son muchas las veces en que recibimos la llegada del mánager de Los Beatles. Nos viene a anunciar que tenemos que dejar la banda. Se mueve el piso. Todo lo que creías se viene a pique y si no tenés una gran capacidad de frustración o una preparación espiritual adecuada, la sentencia del mánager de Los Beatles puede ser fatal.
A mí me ha visitado muchas veces y puedo asegurar que lo que precede a su llegada es un silencio total y una angustia poderosa a la altura del plexo.
Hace poco me visitó a las tres de la mañana, en mi departamento. Escuché sus pisadas y me desperté. No había viento y el balcón abierto no transmitía sonidos desde la calle. Parecía que todas las cosas del mundo estaban en suspensión. Tuvimos un cruce de palabras intenso y por un momento pensé que me iba a volver loco. El mánager de Los Beatles no acepta razones y viene con la frase justa, como Flaubert. Así que tuve que valerme de un engaño para poder derrotarlo. Salí del dormitorio y me acosté en la cama donde duermen mis hijos cuando están conmigo, ya que esa noche no estaban. Me dije en voz baja: “Los niños están durmiendo en mi cuarto, tengo que cuidarlos y ellos me cuidan”. Y así pude volver a conciliar el sueño.
Toda nuestra vida debería ser una gran preparación para poder discutir nuestro despido con el mánager de Los Beatles bajo una luz gremial más favorable.