El Gobierno decidió activar su estrategia de regreso a los mercados con una hoja de ruta que desafía abiertamente los manuales del Fondo Monetario Internacional (FMI). Detrás del anuncio del nuevo Bonar 2029 para refinanciar los vencimientos de enero no hay solo una ingeniería financiera para "comprar tiempo", como advierten en Wall Street, sino una definición política que bajó directamente desde la Casa Rosada: la orden de Javier Milei es no acumular reservas.
La apuesta oficial es que la sintonía geopolítica con Estados Unidos funcionará como el verdadero puente hacia el mercado internacional, reemplazando la exigencia técnica del staff del FMI. Bajo esta lógica, el Ministerio de Economía está dispuesto a renegociar el acuerdo vigente asumiendo que las metas de acumulación de divisas pasaron a un segundo plano frente a la consolidación del programa libertario, según pudo saber PERFIL durante el cóctel de bienvenida al embajador Peter Lamelas que organizó Amcham y al que asistieron funcionarios del Ejecutivo y representantes del círculo rojo.
Si bien el respaldo de Donald Trump ayuda, no es suficiente. “Si ese apoyo se mantiene es muy probable que consigamos un waiver. Pero cada waiver implica un compromiso de tomar medidas 'correctivas', que el Gobierno incumple y que llevan de un waiver a otro”, explicó a PERFIL el exrepresentante argentino ante el organismo Héctor Torres.
El exfuncionario planteó una duda central sobre el costo de la estrategia: “¿Es gratis eso? No, sin duda. Nuestros reiterados incumplimientos generan precedentes complicados para el FMI ya que otros países pueden reclamar trato equivalente. Trump en el FMI nos ayuda, pero nosotros hacemos poco por ayudarlo a Trump”.
El FMI no oculta su incomodidad. Así lo señaló Claudio Loser, exdirector del organismo, quien reconoció que el escenario "es más complicado y así lo dijo la vocera Julie Kozack". “Es posible que con una exigencia así pidan modificar el tipo de cambio, tal vez centrándose en las bandas cambiarias”, subrayó.
El "waiver" político
Esta postura explica la tensión que describen los bancos de inversión. En un reporte reciente, el Citi advierte que el Gobierno está arriesgando su "extraordinario capital político" poselecciones al no resolver la "urgencia de reconstruir el stock de reservas". Lo que el mercado lee como una inconsistencia, en Balcarce 50 lo ven como una conquista: no hay urgencias porque el respaldo norteamericano está garantizado y el Bonar 2029 da aire financiero con dólares locales, mientras se termina de cocinar el acuerdo político con Washington.
La estrategia genera escepticismo entre los referentes de la city, que temen que el Gobierno esté subestimando los tiempos del mercado. Javier Timerman, socio de Adcap Grupo Financiero, fue categórico: "La compra de reservas a través de deuda no es sustituto de compras por superávit comercial o Inversión Extranjera Directa".
Timerman advirtió que apostar todo al financiamiento externo es peligroso: "Los mercados se abren y cierran de un día para el otro por factores ajenos al país, como la aversión al riesgo o la suba de tasas globales". Para el experto, "la emisión de deuda compra tiempo", pero sin reservas netas la sostenibilidad no está garantizada.
Sin embargo, los incentivos para esa acumulación vía balanza comercial parecen limitados por la propia geopolítica. Se espera que el secretario del Tesoro de EE.UU., Scott Bessent, exija no bajar retenciones, tras el episodio de la suspensión de los derechos de exportación que generó enojo en los sojeros estadounidenses. De hecho, en el Presupuesto 2026, el Gobierno ya planteó que los derechos de exportación subirán en relación con la inflación, eliminando el incentivo principal para un boom exportador que traiga divisas genuinas.
La ingeniería del canje y el apetito bancario
La operación anunciada implica que el Tesoro absorberá dólares que hoy están en manos de privados o encajados en el Banco Central. El economista Daniel Marx detalló la mecánica de esta "vuelta" al mercado local: "El Tesoro debería buscar alguna forma de financiarse y la emisión del bono es una forma de hacerlo. Se supone que una parte viene en dólares, aunque son dólares locales". Marx advirtió sobre la superposición de roles: "Si la gente saca los dólares de los depósitos, y los bancos a su vez lo tienen en el Central, eso pasa al Tesoro. Al final tiene algún impacto en reservas".
Sin reservas, ¿quién compra la deuda?
Para la consultora 1816, la decisión política de no acumular reservas choca con la realidad de las tasas. Para que el nuevo Bonar 2029 sea atractivo, debería rendir más del 10% anual (en línea con el AL30 ). Sin embargo, el informe señala que el Gobierno pretende colocarlo por debajo del 9% para mostrar una "baja del Riesgo País" artificial.
La consultora también advirtió que el apetito por nueva deuda no es tan alto, ya que los bancos tienen una liquidez récord de USD 22.900 millones, pero "por alguna razón no la invierten en Bonares". Para que la licitación salga bien a las tasas que quiere Caputo será necesario "algún inversor especial" (¿algún organismo público?) o "cambios normativos" que fuercen a los bancos a entrar.
En las mesas de dinero señalan que la tasa fija del 6,5% anunciada para el cupón es, por lo menos, “ambiciosa”. Distintas fuentes señalaron a PERFIL que, para lograr una adhesión de entre el 90% y 94%, el rendimiento final (TIR) debería convalidarse entre el 8,5% y 9%.
ML