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El otro Navalny

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En la cárcel. Murió en prisión, en el remoto Ártico ruso. | cedoc

La muerte de Alexei Navalny en prisión el viernes pasado abre interrogantes sobre el futuro de la oposición a Putin en Rusia a un mes de las elecciones presidenciales, en las que el mandatario ruso probablemente, prolongue su presidencia por otros seis años. Sin duda alguna, Navalny ha sido una formidable figura de la oposición a Putin y un referente fundamental de ésta en los últimos años, con amplia proyección internacional incluso antes del intento de envenenamiento que sufrió, de su tratamiento médico en Alemania y de su regreso a Rusia para mantener viva la esperanza de un cambio y para luchar por un futuro mejor para la sociedad rusa. Sin embargo, a su regreso fue enjuiciado en base a alegatos oscuros e inconsistentes y condenado a 19 años de prisión. Navalny fue la cara visible de la resistencia al régimen de Putin desde la primera década de este siglo, reflejando las posiciones de una nueva generación en la Rusia postoviética, recurriendo al uso de las redes sociales en un ambiente de censura y represión y a una consistente campaña contra la corrupción del régimen.

No es casual, en este contexto, que una figura de su envergadura, capaz de desafiar el poder de Putin (quien nunca lo nombró) y de aglutinar a la oposición, haya sido blanco de amenazas y de diversos actos de agresión que culminaron con su muerte “por un coágulo” en una prisión estatal del Círculo Ártico el viernes pasado, y que el vocero del Kremlin haya declarado posteriormente que su muerte se encuentra “bajo investigación”. 

La reacción de Occidente también era previsible –desde el presidente Biden a una serie de mandatarios europeos– que acusaron directamente a Putin de su muerte, en el marco de un manifiesto discurso antiputinista con eventuales connotaciones ruso-fóbicas, signado por la guerra en Ucrania y el enfrentamiento entre el Occidente colectivo y Rusia.

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Pero las reacciones mediáticas ulteriores en Occidente, también como es habitual, han fallado, en general, en la caracterización del personaje en el contexto de una compleja sociedad en transición, pero bajo un régimen autoritario, frecuentemente por la falta de comprensión de la dinámica histórica reciente y pasada de Rusia.

Navalny no era un liberal como lo quería ver Occidente – de hecho, fue expulsado del partido liberal Iabloko por sus ideas nacionalistas al comienzo de su carrera política– y pese a focalizarse en denunciar la corrupción del régimen y de apelar a una nueva generación, aprobó en su momento la adhesión de Crimea como parte de una reivindicación rusa. Pero su lucha y sus denuncias contra la corrupción y por una mayor transparencia del régimen encontraron eco en un significativo sector de la sociedad, particularmente entre los jóvenes, en tanto movilizaba y reflejaba las aspiraciones y demandas de un importante sector predominantemente urbano.

Después de su detención, desde la cárcel Navalny no dejó de enviar mensajes a través de diversos medios y continuó siendo un referente fundamental de la oposición, pese a tensiones y divisiones en el movimiento que creó. De hecho, tenía una relación fluida con el actual candidato opositor Nadezhdin, pese a que la agenda opositora viró a priorizar la lucha contra la guerra en Ucrania. 

Más allá de las reacciones gubernamentales, la sociedad rusa fuera y dentro de Rusia y especialmente los jóvenes han desplegado numerosas movilizaciones de homenaje a Navalny y de protesta por su muerte en prisión. 

Sin embargo, queda el interrogante sobre si esta muerte podrá ser capitalizada por esta nueva oposición castigada por la represión, manteniéndolo como un aglutinador nacional y un símbolo de proyección internacional o si su de-saparición la debilitará y fragmentará aún más bajo la presión del régimen. 

En todo caso, el paso de la compleja y atractiva personalidad de Navalny por la política rusa dejará, sin dudas, una huella que tarde o temprano será reivindicada como un referente político imborrable y su frase apelando a que la sociedad rusa “no se rinda” ante el régimen persistirá.

*Analista internacional y presidente del Consejo Académico de Cries.