COLUMNISTAS
el pragmatismo maniqueo, la esencia del estilo k

El reino del revés

La buena noticia es que volvió María Elena. La mala, que siguen vigentes muchas de las oscuridades y mezquindades que ella denunció desde su lucidez artística. María Elena Walsh nunca dijo que volvería y sería millones como esa Evita que retrató como nadie a pesar de mirar con poca simpatía al peronismo.

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La buena noticia es que volvió María Elena. La mala, que siguen vigentes muchas de las oscuridades y mezquindades que ella denunció desde su lucidez artística. María Elena Walsh nunca dijo que volvería y sería millones como esa Evita que retrató como nadie a pesar de mirar con poca simpatía al peronismo. Pero fue millones de discos, de libros, de espectadores y de chicos y grandes atravesados por su manantial de talento. Está de nuevo en la superficie de los medios porque apareció su novela autobiográfica, Fantasmas en el parque; porque varios de sus textos están en el teatro Tabarís bailando al ritmo del Varieté para María Elena y porque la cultura celebró el regreso de dos de sus obras emblemáticas: Canciones para mirar y Doña Disparate y Bambuco.
María Elena fue revelando parte de nuestra identidad nacional y en momentos de turbulencias se convirtió en algo parecido a nuestra conciencia crítica. Nos ayudó a ser felices y también a digerir dramas. Aquella columna corajuda que publicó el 16 de agosto de 1979, titulada “Desventuras de un país-jardín-de-infantes”, se transformó en una bandera de libertad y combate contra la censura cuando había que tener los ovarios bien puestos para decir lo que dijo.
Allí ridiculizó hasta el nocaut la mente ínfima de los celadores del pensamiento y las ideas.
Desnudó algo que hoy todavía deja en paños menores a los autoritarios que quieren controlar todo lo que se dice, lo que se publica y lo que se piensa. Sería una exageración o una chicana comparar a Cristina con Doña Disparate y a Néstor con Bambuco.
Pero lo cierto es que ella, el personaje de María Elena, puede verse como la imitación burlesca del presunto sentido común y que Bambuco es la encarnación de la inmadurez o el infantilismo.
Sí se puede leer al kirchnerismo como una enfermedad infantil del peronismo (con perdón de Lenin) y analizar muchas de las actitudes, opiniones y sobreactuaciones del Gobierno como un rosario de disparates que según los diccionarios son hechos o dichos fuera de la razón. A las pruebas me remito:

Felipe contra los anticonceptivos mentales. Este es un concepto, el de buscar mecanismos para evitar que cualquiera pueda dar a luz con su cerebro, que Walsh (María Elena) esgrimió en aquellas letras de resistencia en 1979. Es el mismo argumento que Felipe Solá, entre otros, utilizó para huir despavorido del kirchnerismo.
Esa mordaza que los Kirchner le colocan a su propia tropa, ministros, legisladores y gobernadores, es la peor herencia que va a dejar el matrimonio presidencial junto a la incentivación de los odios y rencores de todo tipo que gran parte de los argentinos ya habíamos sepultado.
El daño que Solá les puede hacer a los Kirchner tiene dos planos. Uno electoral y el otro, simbólico. Si Solá resuelve buscar legitimidad entre los bonaerenses y encabezar una lista de candidatos a diputados en 2009, va a sumar votos de distintos sectores como los de la clase media rural, pero también va a morder votos peronistas que lo ven como lo que es: un peronista de toda la vida que gobernó la provincia con esa camiseta.
Estamos hablando del único de los grandes distritos en donde los papeles previos dicen que los Kirchner pueden ganar.
Ese es el tamaño de la preocupación de Néstor, que todavía no resolvió si él mismo arriesgará su pellejo en esa batalla o mandará a Sergio Massa. Pero esa erosión política no es nada al lado de la suceción de dirigentes que abandonan el kirchnerismo pese a estar en el poder argumentando maltrato y falta de libertad. Solá no fue el primero ni será el último. Pero habló del miedo y la extorsión como forma de conducción del “cesarismo autoritario” y de la utilización del dinero público para comprar conciencias.
Obediencia debida y verticalismo incompatibles con la necesidad de reconstrucción republicana de la Argentina y con la gravedad de los problemas económicos que se avecinan, que reclaman todo lo contrario: diálogo, prudencia y colaboración con el que piensa diferente.

Estoy fanáticamente de un lado y del otro. Este es otro de los disparates de este “reino del revés”, para seguir con María Elena, “donde un ladrón es vigilante y otro es juez”.
El pragmatismo maniqueo y la lógica amigo-enemigo son dos de los apotegmas kirchneristas que funcionan a pleno en todos los debates públicos. Kirchner dio la orden para que salieran a morder a Solá.
Massa, Randazzo y Abal Medina fueron tibios con sus palabras, tratando de no desobedecer a Néstor pero sin ensuciar demasiado a quien, en la intimidad, respetan y aprecian. El comunicado de los intendentes fue antológico.
“Desagradecido” es lo más suave que le dijeron y “traidor”, lo más contundente. Todos, incluido Solá, fueron leal y apasionadamente menemistas, duhaldistas y kirchneristas. El peronismo debería inventar otra palabra para bautizar las transiciones pragmáticas hacia los nuevos jefes que se producen periódicamente y que están en el ADN de su vigencia como partido del poder.
En lo ideológico pasa algo parecido. Néstor Kirchner, en el Día de la Militancia, le pidió “a Dios que nos libre de la nueva alianza de derecha que se fue volando en el helicóptero”. Pero lo hizo rodeado de la más rancia ortodoxia pejotista y sindical que nunca tuvo nada que ver con los derechos humanos y conoció al Che Guevara gracias a Benicio del Toro. El acto de ayer en Necochea para festejar la reelección de Moyano fue la comunicación oficial de que el camionero funciona como el guardaespaldas del gobierno de Cristina y de que los Kirchner son sus principales soportes políticos y económicos. Una alianza estratégica que los lleva a todos a la gloria o a Devoto.
Por eso se tornan tan difíciles de digerir los deditos levantados por el marketing de la liberación cuando muchos fueron hace tan poco tiempo adalides de la dependencia.
La hermana de Oscar Parrilli tuvo que salir a defenderlo en el debate por la ley que enterró la jubilación privada porque el actual secretario general de la Presidencia, hace sólo 15 años, fue el miembro informante de la dupla Menem-Cavallo y en su arenga desde su banca dijo que lo hacía “con orgullo y convicción” porque la reforma “que hoy proponemos obedece a estos claros principios de nuestra doctrina”.
Se ve siempre la paja en el ojo ajeno y nunca el tren bala en el propio. ¿O el mismísimo Kirchner no estuvo afiliado a una AFJP hasta hace un año?
Hay gente que tiene autoridad moral y pergaminos para hablar de algunas cosas y otra que no. Francisco “el Barba” Gutiérrez, por poner un ejemplo entre varios, puede criticar al menemismo, que privatizó las jubilaciónes, y hablar de la nueva alianza de derecha o acusar de traidor a Felipe. Pero Mario Ishi u Othacehé… Las caricaturas ideológicas son cáscaras vacías famosas por su fragilidad.

De compañero de ruta a enemigo íntimo. El mismo fundamentalismo amnésico y desagradecido se observa en el corazón del poder respecto de los que insisten en su independencia. La decisión de Kirchner respecto a Julio César Cobos es la de exterminar sus posibilidades electorales.
El tema es que no le resulta nada fácil. Al final de su discurso ante Hugo Moyano confesó que Cristina todas las mañanas le reprocha y le dice: “ Qué vicepresidente que me pusiste, Néstor”. Cobos se ha transformado en un punto de convergencia criterioso y moderado, casi la contracara de los Kirchner, casi lo que demanda gran parte de la clase media.
Por eso, con la excusa de homenajear el histórico abrazo de Perón y Balbín, fue capaz de rodearse prácticamente de todo el abanico político menos el kirchnerismo, incluidos otros dirigentes como José Octavio Bordón y Julio Bárbaro, indudablemente peronistas que también se hastiaron de la metodología K del cachetazo.
Antes de ocupar el despacho que le corresponde en la Casa Rosada y por el que no aparecía desde el 17 de julio, Cobos le reclamó a su ¿ex gobierno? “humildad y amplitud para escuchar y ejercer el poder sin imponer”. Chino básico para los Kirchner. O egipcio básico, con Cristina al lado de Tutankamon. Esas hostilidades las han abierto en forma descarada incluso con figuras muy cercanas a sus afectos, como el caso del diputado Miguel Bonasso. No invitar al tributo a Héctor Cámpora a quien fuera su jefe de prensa y uno de los argentinos que mejor lo conoció es una humillación que no se les hace ni a los enemigos.
Quién sabe lo que le espera ahora por insistir en una Ley de Protección de los Glaciares votada por unanimidad hace un año y defendida en el senado por Daniel Filmus. Cristina la vetó sin dar una sola explicación y dejó helados a todos.

La nueva alianza de izquierda. ¿Cuánto falta para que Rico y Kunkel acusen de derechista a Bonasso? Mas allá de la ironía, lo cierto es que nadie dijo todavía que Dios nos libre de la nueva alianza de izquierda entre los ex combatientes.
El cara-dura-pintada que se levantó en armas contra la democracia reinvindicó a los que no sólo derramaron tinta.
Con orgullo, dijo que ése era su denominador común con Carlos Kunkel: los fierros. Ni una pizca de autocrítica. En cualquier momento nos pedirán que los civiles desarmados que –por suerte– sólo derramamos tinta les digamos gracias por tanto militarismo foquista borracho de vanguardismo nacional.
La inmensa mayoría de los argentinos eligió siempre la tinta y el tiempo antes que la sangre como recomendaba, entre otros, Juan Domingo Perón, al que Kunkel y Rico dicen respetar.
Esas patrullas iluminadas resultaron ajenas a las grandes mayorías nacionales que invariablemente les dieron la espalda porque no compraron el discurso mentiroso de la teoría de los dos demonios pero rechazaron por igual “la política del tiro en la nuca” –como dice Serrat de la ETA– como forma de lucha por la igualdad.
Lo escribí estos días: con la tinta se pueden escribir ideas que no se matan y poemas de amor que sí se viven. Con la sangre, sólo terror y muerte.
También aquí se puede citar a María Elena en La cigarra cuando dice “tantas veces me mataron/ tantas desaparecí/ a mi propio entierro fui/ sin embargo estoy aquí, resucitando.

El ridículo con Obama.
La pérdida del sentido comun fue flagrante en la voz disfónica de Cristina Fernández desde Túnez cuando comunicó los términos de su diálogo telefónico con Barack Obama, el presidente electo de Estados Unidos.
Frente a algunos periodistas de medios amigos, esos que no forman la oposición de derecha, muy suelta de cuerpo la Presidenta dijo en tres (3) ocasiones que Obama estaba “muy ansioso por conocerla personalmente” y agregó que elogió su “valentía para afrontar dificultades”. Insólito. Vale la pena escuchar el audio: en un monólogo de algunos minutos repitió en tres oportunidades prácticamente que Obama no podía dormir hasta conocerla.
Lo dicho, la buena noticia política es que volvió María Elena. A la que Carlos Ulanovsky definió como “una figura sustancial de la civilidad” porque recomendó que muchos “políticos deberían jurar por esa clase de felicidad que María Elena nos da, en lugar de hacerlo por los Santos Evangelios”.
Ojalá. Para que algún día los mandatarios y los mandantes puedan cantarle una serenata a nuestra tierra que diga: “Por tus antiguas rebeldías y por la edad de tu dolor, por tu esperanza interminable, mi amor, yo quiero vivir en vos”.