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Elige tu propio Alberto

Alberto Fernández
Alberto Fernández. | NA PABLO LASANSKY.

Los estudiosos de la vida y obra de Juan Domingo Perón vía Wikipedia sostienen que el General tenía frases y posturas para toda ocasión, al punto de que se lo puede usar para argumentar en sentidos opuestos, según convenga. A imagen y semejanza de tal pragmatismo se desarrolló, lógicamente, el peronismo.

Alberto Fernández es bien peronista, qué duda cabe. Su trayectoria lo avala: de cavallista convertible y privatizador a kirchnerista estatizador, de massista anti K a randazzista (¿se acuerdan de Florencio?) crítico. Pero siempre peronista.

Calma. No se trata aquí de otro ejercicio de carpeteo, al que lamentablemente algunos nos han acostumbrado de acuerdo con sus simpatías o con sus intereses en los últimos lustros.

Lo que se intenta es marcar de qué manera Alberto F, luego de su designación como candidato por parte de Cristina Kirchner y en especial tras su triunfo en las primarias, intentó abrir un abanico de posibilidades de ideas y posicionamientos donde todos y todas se vean representados. Contradicciones flagrantes incluidas. Ya se dijo: bien peronista.

Veamos algunas muestras. No se entiende bien, por caso, si el Fernández que dijo en España que el petróleo y el gas argentinos deberían ser controlados por empresas locales es el mismo que le pidió a Guillermo Nielsen un plan para aumentar las inversiones extranjeras en Vaca Muerta. Y mientras reincorpora a Pino Solanas a su frente electoral, promete a varias compañías mineras –en un encuentro reservado– políticas activas para relanzar la actividad extractiva.

En tanto, Juan Grabois propone la reforma agraria, Alberto lo desautoriza hasta ahí y valora su trabajo social. Les promete a las entidades del campo que no habrá lugar para viejos enfrentamientos como los de la Resolución 125, aunque no les blanquea que está pensando retocar las retenciones. Hacia arriba, claro.

Es el mismo AF que despotrica contra Trump pero tiene fluidos nexos con su embajador

Casi no hay economista con influencia real o ficticia que hoy admita que no tiene contacto con el candidato del Frente de Todos. De progresistas, proteccionistas y gradualistas a liberales, aperturistas y militantes del shock. De Roberto Feletti a Carlos Melconian. Curiosa amplitud.

El Alberto que despotrica contra Donald Trump y el alineamiento macrista con EE.UU. tal vez es el mismo que mantiene contactos muy aceitados con el embajador norteamericano en Buenos Aires, Edward Prado. O piensa más en Jorge Argüello (ex representante diplomático en Washington) que en Jorge Taiana como posible canciller.

Al mismo tiempo que dio a entender que está a favor de la interrupción voluntaria del embarazo, el presidenciable con más votos en las PASO empodera y da lugares de privilegio a Juan Manzur, el gobernador más cruel en su postura antiabortista. También multiplica sus vínculos con la Iglesia, el Papa y grupos evangélicos.

Es cierto que todos estos movimientos pendulares pueden ser no solo para tentar a la mayor cantidad posible de votantes. La heterogeneidad además talla hacia adentro del FdT y la posible futura disputa de poder: de Sergio Massa a La Cámpora, de los intendentes bonaerenses a Axel Kicillof.

Así, para armar el rompecabezas de campaña de Alberto F, cada quien puede quedarse con la pieza que prefiera. Hay para todos los gustos, tamaños y colores. Pasen, vean, elijan y construyan su propio candidato. Total, cuando gane y tenga que gobernar, no le quedará otra que develar por cuáles de todos estos peronismos navegará.