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El reperfilamiento emocional de Macri

Los 28 años de terapia freudiana han menguado en parte el carácter irascible del Presidente. Pero las malas noticias inesperadas desnudan cuánto le cuesta controlar su ira.

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Balcón. El Presidente y Awada, ante la masiva concentración del sábado 24. | Obregon

Con escalas, cerca del Presidente admiten que en los últimos días su ánimo transcurre entre un optimismo utópico y un pesimismo angustiante. Se entiende: hasta horas antes del "palazo" de las PASO, su círculo de confianza lo tenía convencido de que el resultado sería de paridad.

Los 28 años de terapia freudiana, más los tratamientos zen de relajación y respiración, han menguado en parte el carácter irascible de Mauricio Macri. Pero las malas noticias inesperadas desnudan cuánto le cuesta controlar su ira. Luce como cruel ejemplo la conferencia de prensa del lunes post primarias, indignado porque dos tercios de los argentinos no lo votaron. Luego se disculpó alegando haber dormido mal.

Desde que las urnas mostraron que la reelección es casi una quimera, o por eso mismo, el día a día presidencial se llenó de oscuridades. A las sombras propias se sumaron las de un gabinete detonado, la distancia de aliados defraudados y el garrochismo de ciertos amigos del círculo rojo. Ni hablar de la aceleración de la crisis financiera, económica, social y política, que lo "obligaron" a tomar decisiones que nunca había imaginado ni en la peor de sus pesadillas. Y las que faltan.

Más allá de su esposa Juliana y su hija menor Antonia, y Boca, claro (aunque los futuros choques por la Copa con River le suman estrés), el único bálsamo fue la concentración masiva del sábado 24 en Plaza de Mayo y otros lugares del país. El éxito de la convocatoria, inesperado para el Gobierno, lo desbordó a Macri, tal como se lo vio y oyó en el balcón de la Rosada.

Los colaboradores que lo rodean se han cerrado más de lo habitual respecto de revelar cómo lleva el Presidente este tiempo. Hay quienes, adalides del "nopasanadismo", comentan que está como siempre: preocupado por la situación pero con confianza para dar vuelta el panorama. Otros, más brutalmente sinceros, lo ven mucho más enojado y apesadumbrado, como asumiendo que el cambio de ciclo es inexorable. No debe de ser sencillo reperfilar el ánimo con este presente.