Las visitas a China del secretario de Estado estadounidense, Antony Blinken a mediados de junio, como la de estos días de la secretaria del Tesoro, Janet Yellen, son importantes señales de un intento de acercamiento entre las dos superpotencias.
Aquí está la paradoja de la cuestión, que ilustra lo complejo de la situación: tan pronto el secretario Blinken dejó China, desde Washington el presidente Joe Biden hizo alusión a la naturaleza autócrata del presidente Xi Jinping.
La semana pasada estuve en el primer Congreso Internacional de Sinólogos en China, y mientras se escuchaban este tipo de definiciones, los propios académicos, las contrapartes chinas que estaban en el congreso, afirmaban no entender qué es lo que busca Estados Unidos con esta política zigzagueante.
El mismo día que llegó la secretaria Yellen, el jueves, Xi Jinping visitó el Comando del Teatro Oriental del Ejército Popular de Liberación, que es el que se ocupa del conflicto en Taiwán, y les pidió que mejoren “la planificación de la guerra y el combate” en un momento en el que “el mundo ha entrado en un nuevo período de turbulencia”.
Es que la percepción que se tiene en Beijing, a partir de cómo se pronuncia su dirigencia al respecto, es que se está desarrollando una política de bloqueo y contención a China por parte de los Estados Unidos, en la que los aliados de Washington son alentados a participar.
En materia de política internacional, a una acción le corresponde una reacción. Beijing habla de la promoción de una estrategia que incluye la conformación de una “OTAN asiática” para contener a la propia China. Y ante esta percepción de inseguridad que se tiene desde Asia, el presidente Xi llama a las Fuerzas Armadas a estar preparadas, especialmente al Teatro de Operaciones que mira a Taiwán. Desde Beijing se percibe que Estados Unidos está alentando la independencia de Taiwán, que, desde China, es vista como una provincia de la República Popular.
La prohibición china de exportar metales raros, específicamente el galio y el germanio, que son los que se utilizan para la fabricación de chips, tendrá su impacto. China se encuentra entre los principales, por no decir que es el principal productor de las “tierras raras”, que tienen una incidencia central en la producción de la alta tecnología.
En China creen que no solo tiene lugar una guerra comercial que comenzó en la administración de Donald Trump, sino que desde la gestión Biden se ha sumado la guerra tecnológica.
*Director del Comité de Asuntos Asiáticos del CARI y director del Posgrado en Estudios sobre China de la UCA.