COLUMNISTAS
sergio y horacio

En busca del centro perdido

Dos de cada diez votantes son centristas, una fuerza silenciosa que puede cambiar el curso de una elección.

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En bandeja, Horacio Rodríguez Larreta. | Pablo Temes

El votante que no se considera ni a la izquierda ni a la derecha del espectro político ha pasado a ser la estrella de la política argentina, regional y también mundial.

Pragmatismo y valor. El votante centrista, suele decidir su voto pragmáticamente evaluando los resultados de la gestión de gobierno, pero también mirando “cómo le va en la feria” en términos personales, para recordar una frase que decían nuestros mayores. Para transportarlo de la política estadounidense es un sector adepto al “swing”. Algunos datos relevantes sobre la cuestión se encontraron en una encuesta realizada en ámbitos académicos donde se consultó a personas de AMBA dónde se ubicaban en una escala ideológica del 1 a 10, donde 1 significaba identificarse en la izquierda y 10 con la derecha. El 19,4% de 400 encuestados se ubicó precisamente en el punto medio de la escala, autodenominándose como “5”. Esto muestra el peso electoral de este espacio:  dos de cada diez, una fuerza silenciosa que puede cambiar el curso de cualquier elección. Esta encuesta también arroja datos valiosos que impiden la simplificación del mapa político de la ciudadanía. El 46% de los que se ubican en el mítico “cinco” centrista no se identifica con ningún espacio político de los más importantes, y los que sí se distribuyen casi en porcentajes similares entre el macrismo/PRO, kirchnerismo, peronismo y incluso radicalismo. Un porcentaje cercano al 3% se califica como libertario, nueva identidad que debe ser incluida de acá en más en los análisis.  

Resulta difícil caracterizar al sujeto político que hace (o intenta hacer) de la moderación, virtud. Durante los tiempos de polarización y grieta se transformó en un actor casi ausente de una escena más proclive a valorar las intensidades, a ponderar banderazos y vicentines, amigos y enemigos, que a apreciar equilibrios, acuerdos y políticas de Estado. Un problema que dificulta la comprensión de este espacio es que no hay posibilidad de establecer un análisis discursivo consolidado de su perspectiva, como pasa con el kirchnerismo y el macrismo. Por eso también es un espectro de los menos estudiados de la geografía política argentina, que en general y “a vuelo de pájaro” son identificados como conservadores, poco politizados e incluso como personas de pocas convicciones. En un sentido de subestimación hay quienes dicen que un centrista es alguien de derecha que no se atreve a serlo.

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Sin embargo, cuando se hace un acercamiento cualitativo mediante entrevistas se descubren otros atributos, por ejemplo, el reclamo de que la política se ocupe más de la gestión de lo público que de establecer épicas y discursos emocionales.   

La colina más difícil. Ahora por más que el “centrismo” sea un espacio vital tanto para conquistar el día a día como para ganar elecciones a la política argentina le cuesta hablarle, no le resulta sencillo conectar con este sector. En el Frente de Todos quién buscar cumplir con la misión de comunicarse con este espacio es Sergio Massa, en su compleja situación de asegurar los acuerdos en la Cámara de Diputados (de la cuál es presidente) como ser una voz pública de la orientación general del gobierno a la vez que de sus propias opiniones. Por esto, siendo accionista del FdeT, insiste no fundirse en la coalición porque sabe que su figura le ofreció a Alberto Fernández una señal de equilibrio en las elecciones generales de 2019. Un ejemplo de su rol curioso se evidenció esta semana cuando con diferencia de horas recibió a las representaciones verdes que impulsan el aborto legal y a las celestes que esperan que la norma no sea aprobada. Institucionalmente planteó un tratamiento equitativo en un debate que nuevamente promete ser áspero. Sin embargo, algunos sectores más a la izquierda de la coalición de gobierno insisten en reclamar una mayor homogeneización, aunque se trate de una sociedad más fragmentada que 20 años atrás, y donde las técnicas de microsegmentación buscan identificar características cada vez más específicas de la población.

Intentando ubicarse en el centro de su propia formación Alberto Fernández ya hizo gala de su cercanía intelectual con la socialdemocracia y también con el “nestorismo”. En este sentido, el primer gobierno kirchnerista sigue siendo una intriga porque Néstor Kirchner combinó el rechazo al mercado común del ALCA (pilar de la política estadounidense para la región), la reapertura de los juicios a los militares de la dictadura, con las “tasas chinas” de crecimiento y superávits gemelos (por supuesto en una época de alto precio de las exportaciones agropecuarias). Esta etapa resultó un poco el sueño del centrismo, pero también del progresismo urbano, armándose una alianza un poco impensada para aquel momento, pero desgarrada a partir del conflicto con los sectores agropecuarios. El centrismo es refractario a los grandes conflictos.   

Las negras también juegan. Por el lado de la oposición, Horacio Rodríguez Larreta ya hizo público que su estrategia general para acceder a la presidencia en el 2023 es volcar a Juntos por el Cambio (probablemente con otra marca) hacia el centro, acercando más figuras independientes como Facundo Manes más que las identificadas con la centro derecha, como los economistas que militan el equilibrio fiscal y el Estado pequeño. Muy probablemente haya lugar para todos, pero la centralidad estará en mantener distancia con los planteos más rígidos que propone Mauricio Macri. De aquí que el alcalde porteño comienza a observar con detenimiento los movimientos del tigrense, empezando a establecer una estrategia de “detente” para evitar la conquista de la colina del centrismo. También es cierto que a mediano plazo Rodríguez Larreta confía en que los espacios más radicalizados del Frente de Todos espanten a los “cincos”, en términos electorales, claro está mientras no le pase lo mismo a él con sus propios halcones, lo que puede generar que otro partido busque capitalizar a los moderados. Sin embargo, el alcalde porteño cuenta con que los brillos de la gran Ciudad puedan ser capitalizados entre los sectores que valorizan al mismo tiempo gestión pública con política estatales presentes.

*Sociólogo (@cfdeangelis).