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En otra cosa

Trofeo Mundial
La agenda de los partidos del lunes 21 de noviembre. | Twitter

Ciertas teorías de la distracción social parecen responder a la premisa de que las cosas pueden ser pensadas solamente de a una por vez. Es decir, que quien piensa en una determinada cosa ya no habrá de pensar en ninguna otra. Por ejemplo, que quien piensa en los partidos del Mundial de fútbol ya no habrá de pensar en la inflación o en la pobreza. Tengo en cambio la impresión de que, si bien la vida es corta, los días que la integran son largos, cada uno de esos días es largo. Largos en el sentido de que, incluso si a primera hora hay un partido, y a media mañana otro, y al comienzo de la tarde otro, y luego los respectivos análisis, y a continuación las especulaciones sobre el día siguiente, de todas maneras siempre habrá de quedar un buen tiempo disponible. Quien quiera detenerse a pensar en la grave situación social, encontrará sin dudas cuándo hacerlo. Y quien quiera desentenderse de ella, distraerse y olvidar, no precisa de un Mundial para hacerlo, lo practica habitualmente valiéndose de mil otros recursos (mejores incluso que un Mundial, que ocurre cada cuatro años y dura solamente un mes).

Lo que temen no es que el Mundial distraiga a la gente de los problemas de la situación argentina

El que ve un partido de fútbol, el que se aboca a pensar en el tema, sabe bien que, mientras lo hace, no se está ocupando para nada de los severos problemas que aquejan al país. Al menos lo sabe y no pretende lo contrario. Parece ser más perniciosa, en este sentido, la situación del que asiste habitualmente al show de las operaciones políticas, y cree que se está informando; el que contempla el show del agravio cejijunto, y lo toma por un análisis político; el que se solaza con el show de las denuncias amarillistas, y presume que se concientiza, que se empapa de la realidad nacional, que gana en lucidez mientras el futbolero se enajena.

No es extraño, en este sentido, que varias de las alarmadas advertencias acerca de la manipulación mundialista hayan provenido de quienes suelen ser agentes de la desinformación activa, camuflada de información veraz. Lo que temen no es entonces que el Mundial distraiga a la gente de los problemas de la situación argentina, lo que temen es que los distraiga de su propia máquina distractiva, que los aparte de sus campañas de falacias y distorsiones.