Hay un faltante de emojis para ilustrar sin palabras la bronca, el enojo, la vergüenza ajena, la impotencia, la impunidad, el descaro, la hipocresía, el cinismo, la hijaputez y tantos otros sentimientos que provoca la impunidad de decir hoy todo lo contrario de ayer. Tipos que todavía abren la boca y hablan cuando deberían callarse de por vida. Ponele, Pino Solanas, en el que seguramente coincidimos.
El emoji disponible para esos casos, una carita ocre inflada como un globo, sin orejas, las cejas alzadas sobre los ojos como dos pares de huevos duros con un punto de yema negra que se entiende como “asombro” no es suficiente para expresar cólera o ira al responder un mensaje de WhatsApp. En textos cortos como este son una convención apropiada que sirve a la necesaria síntesis de lo que damos por sabido.
En el caso de, digamos, Julio De Vido o Boudou, si hacés mención a que se consideran “presos políticos”, simplemente añadís a continuación el emoji de “asombro” y te ahorrás diez millones de caracteres, sin espacios, citando las pruebas de los delitos comprobados por la Justicia. Sin contar los que aún falta juzgar.
Para políticos abrojos de siempre, ponele un Felipe Solá, un Massa, y otros de ahora, que se inician en la traición a sus votantes, como los electos diputados por Juntos por el Cambio –Pablo Ansaloni (Buenos Aires), Beatriz Avila (Tucumán) y Antonio Carambia (Santa Cruz)–, que en una semana se desengancharon del que perdió y se “abrojaron” en el Congreso al bloque del que ganó, no te alcanza con el “asombro”.
Perdón por la disrupción, pero cuando se recuerda a estos tipos es inevitable pensar: cómo harán, ¿no? ¿Cómo harán para justificarse ante los más íntimos, los cercanos, la familia, hijos, amigos, los que de verdad te junan y a los que resulta difícil chamuyar? ¿Les creerán? ¿Bastará con el relato, con el discurso de que faltar a la palabra dada, mentir con descaro, negarse sin asco a sí mismo, es “hacer política”?
Volvamos a la escasez de emojis. Nombran como ministro de Medio Ambiente a Juan Cabandié. La memoria te reproduce el video de un episodio que creías olvidado. Belén Mosquera. Octubre, 2013. Agente de tránsito en Lomas de Zamora, 22 años. Detiene un auto. Circula sin el seguro reglamentario al día. Arrogante, prepotente, el conductor, Juan Cabandié, la maltrata. Belén le hace la multa. Se ve y escucha a Cabandié hablar por su teléfono móvil con alguien a quien le pide que le pase el mensaje a “Martín” (Insaurralde, intendente de Lomas de Zamora) para que le apliquen un “correctivo” a la empleada de la municipalidad. Dice Cabandié, textual: “Sé preciso con esto. Pasale el dato a Martín, no para que la echen, sino para que le apliquen un correctivo. Porque es una desubicadita...”. Dos días más tarde, Belén Mosquera fue despedida de su trabajo. ¿Qué será ahora de ella?
Impotente, clavás como respuesta el emoji de los ojos achinados, las líneas de las cejas y de la boca curvas que sugieren “bajón”, le añadís el que se pone medio naranja porque contiene “indignación”, más el que se inspiró en El grito, la pintura de Edvard Munch, la figura que cruza un puente tomándose la cabeza con las manos en un gesto de horror. Bronca y deseo. Por Belén Mosquera y millones de “desubicaditos” que piden educación, salud, trabajo. Para que no los estafen más. Para que no tengan que sufrir maltratos, abusos, “correctivos”, ni pagar la desesperada espera con toda una vida.
No hay emoji, ni rayos ni centellas, nada capaz de demostrar fielmente lo que se siente frente a semejantes tipos. Los programadores expertos, los que navegan por las profundidades y los bordes del sistema, deberían diseñar una plantilla de “enojis” amenazantes, terribles. Cierro ahora con lo que tengo a mano. Un emoji de dedo mayor alzado. Un fuck you dedicado a quienes ya saben. Y me sumo a quienes ustedes propongan.
A la vez, canto El tesoro de los inocentes con el Indio Solari. Le cambio una palabra a la letra. Donde dice “amor” digo “justicia”. Queda así: “Si no hay justicia/ que no haya nada entonces/ vida mía/ no vas a regatear...”.
*Periodista.