Estamos hechos el uno para el otro”, “es mi media naranja”, “nosotros nunca discutimos” o “somos iguales” son todas expresiones muy usadas a la hora de hablar de la pareja, es decir, del amor. Ahora bien, la palabra pareja encierra un lado equívoco muy particular, ya que justamente hace mención a algo que es parejo, que encaja, a algo que denota armonía, pero en la dinámica cotidiana de lo que se llama un matrimonio, un concubinato, un noviazgo, o cualquier tipo de “unión” entre dos personas, siempre aparece algo que cuestiona ese sentido de pareja, algo disruptivo que hace pedazos esa paz del hogar. “Los que se pelean se aman”, expresión muy certera si tenemos en cuenta que un día la persona con la que compartimos vida es lo más maravilloso que hay en el mundo, y al minuto siguiente la odiamos y queremos que desaparezca de la tierra. ¿Cómo es este fenómeno tan extraño, que un día nos arroja en un estado de felicidad indecible, y otro día nos hace sufrir ¡como perros!? Entonces acá es cuando me viene este pensamiento de que la pareja no existe, sí existen momentos donde el compartir puede realizarse, o donde la felicidad parece materializarse entre dos personas, y los deseos toman carácter de verdad, pero esto no es ni continuo, ni duradero porque no podemos perder de vista que una pareja está conformada por dos personas que vienen de culturas diferentes, la familia de cada uno, con sus costumbres, sus ideales, sus promesas y demás brujería, y esto de por sí ya marca un desencuentro importante a la hora de hablar de amor. Para unos, la pareja puede significar estar siempre juntos, sin separarse un segundo, ser una misma cosa, mientras que para otros puede implicar todo lo contrario, y necesiten de la distancia y del oxígeno como condición para estar juntos. Es decir, que desde el momento en que dos personas deciden compartir su existencia, se entremezclan todos los personajes del mundo familiar de cada uno. Esto no significa que estos otros familiares tengan que estar necesariamente presentes físicamente (aunque esto también sucede), sino que ya forman parte del mundo fantasmático con el cual cada uno llega a la pareja, y a la hora de relacionarse esto marca coordenadas.
Esto no significa que no exista un modo de hacer con la pareja más allá de los determinantes familiares, que no se pueda armar un proyecto de vida al lado de otra persona, sin repetir como hacen los animales lo que decidieron nuestros padres. Es importante desmitificar los modelos de relación que nos fueron dados por nuestros ancestros, y que preferimos no cuestionar.
El otro que tenemos al lado es otra persona, no nos pertenece, tiene algunas otras ideas, siente diferente, tiene otro cuerpo, otra mente, y no siempre vive la vida de la misma forma que nosotros, por lo tanto, se hace imprescindible para estar con alguien tener estas consideraciones, no pedirle eso que sabemos que no nos puede dar, ni esperar que no nos falle en nuestros ideales. Porque justamente estaríamos buscando alguien igual a nosotros, que no nos traiga ningún problema, que siempre esté dispuesto a “estar bien”, que nunca tenga mala onda, y un montón de cualidades que le demandamos al otro, que no hacen otra cosa que desgastar cualquier sentimiento de amor que pueda haber entre dos seres. Esto no es la pareja, sino más bien una búsqueda frenética por realizar ideales familiares que nos fueron impuestos, y que intentamos hacerlo a través de la pareja de turno; si el otro no cumple con lo esperado “fue”, y así pasamos a otra pareja con la cual volveremos a repetir lo que no pudo ser tramitado con la persona anterior…, y sigue la rosca hasta el infinito. Por lo tanto, no se trata de forzar las nuevas formas que ha tomado el discurso amoroso a las estructuras que ya estaban, sino de instituir estos nuevos modos de pareja dentro del imaginario social, con el cambio de perspectiva que esto significa y con las angustias que puedan provocar.
La pareja no existe, pero sí existe un modo de emparejarse con el otro. Será compromiso de cada uno ver hasta dónde está dispuesto a salir de lo conocido.
*Psicoanalista. Miembro de Epsyco.