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Metáforas

Fantasmas en la casa

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Fantasma | Unsplash | Erik Müller

Hasta los más valientes, en algún momento de sus horas previas al sueño, han mirado debajo de sus camas o en el armario o detrás de un sillón, presintiendo la presencia de fantasmas.

Una vez realizada la inspección de almohada, se entrega al reposo el cauteloso revisor.

Todos tenemos nuestros fantasmas, algunos ocultos en medio de nuestros complejos, otros agazapados en historias no resueltas, se van colando en debilidades propias y reaparecen inesperadamente. El inconsciente es el refugio buscado por los fantasmas personales.

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Un fantasma, en la cultura popular, es un alma en pena, que adeuda algo de su vida física y que no descansa hasta que se produzca una reparación.

Son almas errantes, espíritus inquietos, que tienen un propósito que nosotros, los corporizados de carne y hueso, no conocemos.

Los fantasmas de nuestro país están a la vista de todos. Duermen en la calle

Tenemos fantasmas en la literatura. Shakespeare hace aparecer al fantasma del padre de Hamlet, el príncipe danés, acaso un espíritu confundido entre la venganza y la justicia. Algo similar a la historia del Rey León.

El Don Juan Tenorio de Zorrilla es un personaje narcisista, mujeriego y egoísta, pero seductor, responsable de modo indirecto de la muerte de varias víctimas, apareciendo un espectro que pretende conducirlo al infierno. Una suerte de fantasma vindicatorio.

En Pedro Páramo de Juan Rulfo aparece también un padre fantasma.

Otra obra célebre es El fantasma de la Ópera, también un musical famoso, en el que, a raíz de episodios macabros ocurridos en el teatro, varios presienten un fantasma que, en definitiva, no es tal, sino un ser torturado y enamorado.

El precio de la inflación

El cine aporta a los Cazafantasmas, nuestra Mingo y Aníbal contra los fantasmas, Beetlejuice, Ghost, Poltergeist, Sexto sentido, Los otros e innumerables películas de terror.

Los fantasmas clásicos suelen ser de género masculino; a las mujeres, en la historia escrita con “o”, les toca ser brujas.

En algunos parques de diversiones aún quedan los “trenes fantasma”. A los que escriben los discursos de políticos o las novelas sin firmarlas se los llama “escritores fantasma”. El “fantasma del descenso” es una burla entre hinchadas de fútbol.

Podemos ver los “pueblos fantasma” que alguna vez fueron prósperos y felices, y hoy yacen a los costados de estaciones de tren clausuradas o de fábricas, otrora poderosas, que agonizan cerradas.

El amor platónico se refiere, con simpleza, a aquella persona que idealiza a otra y convierte su amor en inalcanzable. En crudo, el amor platónico es amar a un fantasma.

Aparato político

Muchos de nosotros, me incluyo, solemos invocar a afectos fallecidos a que nos ayuden, a que compartan algo de nuestra realidad, a que, sin verlos, se hagan presentes para acompañarnos. Son nuestros fantasmas íntimos, personales, espíritus que se nos aparecen en nuestras palabras y nuestros pensamientos.

Menos sobrenatural es la situación salarial. Hay sueldos que se deslizan desde el escondite de los bolsillos hasta el supermercado, pero, en el trayecto, se van esfumando, día a día y hora a hora, mientras que la inflación, que no es un fantasma, hace su tarea silenciosa.

Hay trabajos fantasma, no usan sábana blanca; por el contrario, se visten de color negro, sin aportes ni contribuciones, ni obra social. Son empleos fantasma que escapan del fantasma de la desocupación.

Y hay empresas fantasma que eluden, esquivan, se invisibilizan ante los entes recaudadores.

El Fantasma de Canterville es un cuento de Oscar Wilde en el que Sir Simón, el espectro, deambula en una casa hace 300 años. Cuando aparecen unos nuevos dueños de la mansión, el fantasma se hace presente en varias ocasiones, pero no logra asustarlos; por el contrario, el pobre espíritu es blanco de las burlas familiares.

Charly García hizo una versión musical libre en donde dice: “Sin embargo, estoy tirado y nadie se acuerda de mí, paso a través de la gente como el fantasma de Canterville”.

Algunos creen ver en este párrafo una metáfora sobre la presidencia en Argentina, pero, en realidad, los fantasmas de nuestro país están a la vista de todos. Duermen en la calle.

* Dirigente sindical y convencional nacional UCR.