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Salvación

Fátima nuestra que estás ahí

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Con fe. “Después de repetir tres veces, cerrar los ojos, concentrarse en el deseo”. | shutterstock

Antes de rogarle a ella que haga el favor, oremus. Vamos directo a la parte donde pedimos por el pan de cada día, que nos aguanten con las deudas, así como nosotros ofrecemos seis cuotas a nuestros deudores. Confiemos, en que de algún lado, tiene que venir la divina ayuda. Warning, cuidado, repartamos, distribuyamos las súplicas entre varios. No le mandemos los reclamos siempre al mismo. Cualquiera sea el dios que prefieran, piensen que el pobre debe estar hasta las barbas de escuchar en su playlist la triste milonga argenta.

Por más buena onda, ganas, voluntad, espíritu beatífico que cualquier supremo arreglador de quilombos le ponga a esto, con uno solo no alcanza. Ya que salimos con la gorra a mangar, vamos por más. Aprovechemos que hay variedad. Nacionales baratos, importados en oferta, promociones. Un dos, o hasta un tres por uno si estamos para un trío. Santas consagradas, originales, segundas marcas, milagreros de barrio. Parientes también, si da. Todo suma. Padres, abuelos, viejitos queridos que ya partieron, pero en una de esas, desde donde están, sin otra cosa qué hacer, de aburridos nomás, tal vez se copan en dar una mano.  

Según cuentan profetas, discípulos, fieles propaladores del misterio, los de arriba son ideales para este momento. No cualquiera llega ahí, se mantiene, permanece en ese nivel superior. Se necesita mucho más que fe, voluntad, ganas. Hay mérito físico también. Coraje, huevos, carácter cuando hace falta predicar en defensa de los más débiles. El curriculum que tienen todos es redondito, impecable. Ni una duda, una manchita, nada. Jamás una agachada, un escándalo, un nunca me pasó, un arrugue de barrera, una mentirijilla, un pecadillo, nada.

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Gente decente que no se quedó con ningún diezmo. Cristo, Alá, Buda, Yahveh, Zeus, Venus, la difunta Correa, el Gauchito Gil, siguen las firmas. Sin contar a los que bajaron con nombres encubiertos, como Maradona, el Polaco Goyeneche, el flaco Spinetta, Gilda, o andan todavía por acá travestidos en Messi, Charly, el fideo Di María. Sólo se trata de creer. Cualquiera sirve para aliviar la desesperación de quien padece, sufre, espera por un poco de justicia. Si pasa, pasa. A milagro realizado no te vas a andar haciendo el periodista. ¿Cómo?, ¿quién?, ¿cuándo? ¿dónde? Con que se compruebe que no es una fake news alcanza para salir a festejar.

Hay que saber interpretar las señales que tiran. No parece casual que hoy, 13 de abril, al momento de leer esto, estemos a un mes del 13 de mayo, día en que se recuerda cuando la Virgen, en 1917, se la apareció a tres pibitos que andaban pastoreando cerca de un pueblo de Portugal. ¿Qué nos están diciendo entonces las fuerzas del cielo? ¿Cuál es el mensaje que llega desde el más allá? Casi que te lo gritan al oído en lenguaje callejero, ¡la tienen adentro, amigo! Así de fácil es la respuesta. Googleá. ¿Cómo se llamaba aquel pueblo? ¡Fátima!

¡Cómo es que no la ven! ¡Encarnó en ella! Vino a salvarnos del maligno que se apoderó de él. El que se jacta de hacer el ajuste más grande en la historia de la humanidad. El que se desayuna con un licuado de ingresos de los jubilados. El maléfico que se babea cuando una fuente de trabajo puede cerrar. El que no se compadece. No tiene un poco de piedad. No siente pena por los cuerpos que mutila la motosierra. Goza bajo la ducha de sangre. El que ni aun así puede con los demonios internos que lo acosan desde la infancia.  

En la emergencia, mientras decidimos a qué dios recurrir, entreguémonos a ella. La que se bajó del altar de la fama, de los afiches, del escenario, se puso casi de rodillas para que él entienda de qué se trata el amor. La oración tiene que ser breve. Fátima nuestra que estás ahí, ahora y en la hora que puedas, acostalo. Hacele un función privada. Dale una alegría. Si es posible, más. Dejalo de cama. En cuando sienta la caricia tierna, el beso húmedo, el toque humano tan distinto del perruno, el gemido del puro placer, tal vez la bella puede hacer que expulse, vomite, la bestia que lleva adentro.

Después de repetir tres veces, cerrar los ojos, concentrarse en el deseo. Dale Fátima, volteateló, convertilo en una persona.

*Periodista.