En días pasados se llevó a cabo un destacado evento con la excusa de recordar los 40 años de Democracia; resultó evidente para todos los asistentes, que el interés y eje conductor central fue sin dudas intentar decodificar el futuro próximo de la Economía Argentina. Se logró reunir como expositores a Pablo Gerchunof (historiador económico) Domingo Cavallo, Alfonso Prat Gay, y Jorge Remes Lenicov ( tres importantes ex Ministros) , como así también muy destacados colegas como Ricardo Arriazu, Daniel Artana y Carlos Melconian ; al mismo tiempo el pleno de público asistente resultó de una extraña fusión entre empresarios, economistas, periodistas, ex políticos y aspirantes a políticos.
Un programa económico
Con lógico derecho de autor los organizadores han publicado y publicarán el excelente contenido de estas ponencias, en general se coincidió en estas que sería posible salir de la difícil coyuntura en la que se encuentra el país, así como también en la necesidad de plantear un programa económico de ordenamiento integral con coordinación centralizada y el mayor apoyo político alcanzable; sólo así podría regenerarse la hoy inexistente confianza social en la moneda, las instituciones, las autoridades y la independencia del BCRA.
Como obvios problemas graves a enfrentar: inexistencia de reservas, la inflación, la deuda, el déficit y la calamitosa situación social, así como también fue mencionado el problema de los “derechos adquiridos” de diferentes actores; sin que se aclarara el tema en el evento, podemos en conjunto con nuestros lectores imaginar acerca de miles de políticos, sindicalistas, funcionarios de los tres poderes públicos (ejecutivo, legislativo y judicial) de estratos nacionales, provinciales ,municipales y empresas públicas, como así también empresarios privados poseedores de pequeñas o grandes prebendas y desde luego también los jubilados de privilegio.
Se señaló también el conflicto entre la necesidad o no de explicar las medidas que inexorablemente deberían encararse y la obtención del voto (el consabido... si digo lo que voy a hacer nadie me vota…).
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Explicar medidas transdisciplinariamente
Muy enfáticamente Melconian sostuvo la necesidad de plantear los lineamientos de un programa, esperando que los políticos lo adopten y confiando que la sociedad seguramente le brindará a éste su apoyo.
Personalmente coincidimos con la mayoría de las ideas planteadas, sin embargo no compartimos una evidente visión auto encorsetada; el mundo, toda realidad y por ende las ciencias que pretendan estudiarlo y modificarlo, no puede ser objeto de limitadas visiones disciplinarias; como hemos señalado muchas veces: también en este caso se impone la necesidad de una visión transdisciplinaria que difiere totalmente de lo unidisciplinar, lo interdisciplinar y también de lo multidisciplinar. Epistemológicamente sostenemos enfáticamente la necesidad de comprender el mundo presente a partir del imperativo categórico de la unidad del conocimiento.
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Supuestos de información perfecta y racionalidad plena
De igual modo planificar y plantear un programa económico futuro sobre los supuestos neoclásicos de información perfecta y racionalidad plena, no solo sería un problema disciplinar sino que sabiendo todo lo aprendido gracias a Kahneman y la Economía del Comportamiento constituiría una completa necedad.
Por ello debemos reformularnos muchas cosas a partir de dos brillantes ideas de Einstein: … si queremos resultados distintos no hagamos siempre lo mismo…” y quizás la más sensible para cada uno de nosotros: “…el cerebro es como un paracaídas solo funcionará si logramos abrirlo…”.
En primer lugar debemos entender mejor porque todo lo intentado económicamente desde 1930 ha terminando siempre mal, no solo por el suficientemente estudiado “stop & go macroeconómico argentino” sino las razones que lo han motivado: en esencia debido a nuestra autóctona interpretación ficcional de la realidad, generadora de tantas reformas y contrarreformas frustradas y frustrantes, como así también la patológica externalización de nuestras responsabilidades y culpas.
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El problema de los incentivos
Nada menos que Adam Smith nos habló ya de esto en su obra: “…si no estamos satisfechos con una actividad o resultado en particular, o si queremos modificar algún comportamiento, ver los incentivos subyacentes y encontrar una manera de cambiarlos a menudo puede producir un resultado más deseable”.
Algunos autores han malinterpretado esta idea refiriéndose solo a los incentivos económicos cuando en realidad, la cuestión central se trata de todo tipo de incentivos positivos o negativos (sociales, culturales, políticos, legislativos, económicos, etc.) que terminan formateando y definiendo los comportamientos sociales y económicos evidenciados en el agregado.
A modo de mero ejemplo detengámonos sintéticamente a analizar la inflación , sus incentivos asociados y quienes podrían estar o no interesados en eliminarla:
En general los políticos no tienen ningún incentivo para eliminar la inflación : el poder gastar más que los ingresos reales es una constante ambición, junto con el uso de emisión monetaria para financiar la mayor parte de estos gastos y como poderosa herramienta para reducirlos en términos reales (en la medida que egresos y salarios sean indexados más tardíamente).
Los sindicalistas disfrutan del amplio poder que la inflación les brinda para renegociar los convenios laborales y recibir generalmente fondos directos fruto de esa renegociación.
Los empresarios logran muchas veces anticipar precios (next in first out) y demorar indexaciones salariales, aunque esto históricamente se ha complicado con el autóctono “stop & go” y el reiterado correlato de inexistencia de reservas para importar insumos.
Como se ha repetido, los grandes perdedores del más regresivo de los impuestos han sido siempre los sectores de menores recursos y jubilados, ya que a mayores ingresos disponibles es posible morigerar los impactos de estos patológicos comportamientos.
La obligación profesional
A diferencia del planteado en el evento citado, nuestra principal obligación profesional no es convencer a los políticos para que cambien estas y otras políticas, sino explicar a la sociedad toda la necesidad de cambiar estos patrones de conducta, de modo que ésta lo demande perentoriamente a representantes y gobernantes.
En línea con esta idea, proponemos entonces continuar analizando por este vía los incentivos en diferentes áreas que en forma directa o indirecta han impactado y continúan impactando muy negativamente en el conjunto de nuestras estructuras sociales y económicas.
*Dr. Martín A. Morgenstern
Dr. UBA, MBA y Bsc. Profesor e Investigador en Economía de la Salud