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hormonas

Grieta horizontal

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Imagen ilustrativa | Grieta | Unsplash | Marc-Olivier Jodoin

En la campaña de Javier Milei, la cruzada contra el “género” se destacó como un factor de diferenciación con lo anterior, junto al verso de la casta. La continuidad de varias políticas centrales en todas las gestiones, pese a las diferencias mapeadas por la grieta, abarca, sin embargo, desde la entrega sistematizada de recursos, hasta la perversa relación con la deuda que unos toman y otros pagan, a costa de la mayoría. Ahora, se suma un nuevo capítulo al glosario de coincidencias de la gobernanza, en el que el oficialismo se carga al hombro aquello que prometió eliminar. En el boletín oficial de marzo se anunció la compra, por 827.255.100 pesos, de hormonas para el programa de género y diversidad, que provee drogas de inhibición e inducción puberal a niños, adolescentes y adultos trans. Mientras, continúa el recorte de presupuesto en decenas de temas vitales. No es raro el silencio mayoritario de los activismos que se llenan la boca con la misoginia conservadora de la gestión autodefinida como libertaria. Durante el gobierno de Alberto y Cristina Fernández se había elaborado una guía de “inhibición e inducción puberal”, detallando el abordaje sugerido desde el Ministerio de Salud en estos casos, mientras que en la era macrista se inauguró en La Plata un centro de hormonización temprana de alta complejidad. 

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Los niños argentinos pueden cambiar de género gratis y sin la anuencia de sus padres, bajo el gobierno que sea. ¿Cuál es el problema? Las respuestas exceden este espacio, pero es recomendable el trabajo del especialista canadiense, pionero en reasignación sexual, Ray Blanchard, y un paneo sobre las últimas medidas en países desarrollados que se toman como modelo. Reino Unido, por ejemplo, suspendió, casi al mismo tiempo en que Argentina erogaba las fortunas mencionadas, la prescripción de bloqueadores de la pubertad en niños porque, según el National Health Service, “no hay suficiente evidencia que respalde la seguridad o eficacia clínica”. La decisión fue celebrada por la ministra de Salud, Maria Caulfield: “Poner fin a la prescripción rutinaria de bloqueadores de la pubertad ayudará a garantizar el mejor interés del niño”. El Senado francés, por su parte, discute por estos días la aplicación de políticas destinadas a preservar a los niños de terapias que “afectan irreversiblemente la salud”. Aunque en lo que podemos llamar campo cultural, ese en el que nociones como “capital simbólico” o “discursos de odio” resultan centrales para “construir sentido” en una dirección u otra, las políticas e inversiones van frecuentemente encauzadas en direcciones contrapuestas. Quizás haya que aceptar que la grieta nacional es más un corte horizontal que vertical, en el que la clase dirigente, cual matrimonio mal avenido pero inseparable, es cómplice en lo que le conviene, mientras que, abajo, “la gente” se enfrenta en nombre de principios que ya no corren para nadie.

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