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Hacia dónde va Milei

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Senado. Villarruel impuso su candidato a la presidencia provisional. Milei no es el único pragmático. | cedoc

Pese a que resulta prematuro, a una semana de asumir, sacar conclusiones apresuradas sobre el rumbo que le quiere imprimir a su gestión, Javier Milei ha empezado a entregar ciertas pautas.

La principal, hasta ahora, es que manda el pragmatismo, una característica que había empezado a insinuarse a medida que avanzaba en la carrera electoral.

La exhibición más descarnada de esa flexibilidad se expuso en el paquete de medidas que anunció Luis Caputo, su ministro de Economía. Así, el candidato que prometía cortarse un brazo durante la campaña antes de aumentar impuestos, como Presidente aumenta impuestos. Por la emergencia, claro.

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La generalización de las retenciones a las exportaciones primarias (que castiga a muchas economías regionales), el alza del gravamen PAIS para encarecer aún más las importaciones tras la brutal devaluación del peso y el anticipo de que se restaurará el pago de Ganancias para la cuarta categoría, son algunos de los deslices respecto a las promesas hechas.

Ni hablar del impacto que empieza a tener la estampida de nuevos precios versus ingresos viejos, que solo empeorará cuando empiecen a sincerarse tarifas de servicios públicos y del transporte por la reducción de subsidios. Regalitos de Navidad por adelantado que dejó Sergio Massa.

Javier Milei ajusta todo menos su pragmatismo

Se entiende la contradicción presidencial. En su decisión de reducir en cinco puntos el déficit y alcanzar equilibrio fiscal dentro de un año, se hace imprescindible seguir recaudando. Como sea. Aun a costa de lo que se sostuvo en la era proselitista.

Activar la motosierra a lo largo y ancho del Estado es un gesto simbólico, que hay que dar a una población que sufre desde hace tiempo y que continuará con los padecimientos, pero en términos numéricos resulta escasa.

Milei, que obligó a quemar todos los manuales de la Ciencia Política en relación a cómo construirse para tener chances de llegar a la Presidencia, se aferra sin embargo en este tiempo a uno de los preceptos claves del marketing político: dar todas las malas noticias juntas y al comienzo del mandato. Ahí también aparece su plasticidad.

Convendría reparar que esas malas noticias no las da él, sino su ministro principal de esta primera etapa de la administración mileísta, como se encargó de marcar Mauricio Macri en un posteo de días atrás.

Que Caputo y Patricia Bullrich, a cargo del Ministerio de Seguridad, hayan sido los dos funcionarios más activos en esta primera semana habla mucho del gobierno que recién arranca.

Hay, obviamente, en ambas áreas caballitos de batalla temáticos para Milei. Ejes centrales. Acaso por eso eligió a dos protagonistas con antecedentes en el manejo de la cosa pública. Es cierto, sin resultados añejos exultantes, sobre todo en el caso de Caputo. Es lo que hay.

Bullrich no esperó nada para lanzar su protocolo antipiquetes, de imprevisibles efectos políticos y prácticos. Viajará a Rosario para relanzar allí otro operativo federal antinarco.

En el torbellino, Bullrich se comió la curva para cancelar un decreto sobre la seguridad de expresidentes sin haberlo hablado con Milei, que se lo bajó. El jefe de Estado se había comprometido con Cristina Fernández de Kirchner a que la custodia pasara a depender de Casa Militar (de la Secretaría General de la Presidencia), en vez de la Policía Federal que vuelve a manejar la ministra de Seguridad. Milei pactando con Cristina, otra señal de ductilidad.

La hiperactividad de Caputo y Bullrich, a la que se podría sumar la de Guillermo Francos como ministro del Interior y la de Diana Mondino en la Cancillería, contrasta con las de otros colegas de gabinete que ni siquiera terminaron de armar sus equipos. Las demoras se traducen en los escasos decretos que se firmaron en la semana.

Llamó la atención en el Gobierno, por ejemplo, la parsimonia con la que Sandra Pettovello puso primera. La ministra de Capital Humano absorbió varias de las principales áreas que antes tenían su propia cartera –como Desarrollo Social, Educación o Trabajo, entre otras–, pero recién el viernes a la tarde encabezó el primer encuentro con sus colaboradores. Por la mañana había hecho su debut como ministra en un evento empresario, al lado de Paolo Rocca, el mandamás del grupo Techint.

Qué Milei arranca

Hay además algún funcionariado quejoso por lo que consideran es el excesivo bajo perfil del jefe de Gabinete, Nicolás Posse.

La protesta, por lo bajo, se extiende a Santiago Caputo, el Marcos Peña de Milei, pero por lo opuesto. Se le achaca al “arquitecto” del triunfo, como lo calificó el líder libertario, excesivo interés en distribuir personas de su confianza en varios sectores. La poderosa YPF está incluida en esos tentáculos del Caputo menos expuesto y más influyente.

Si de exposiciones se trata, Victoria Villarruel logró un espacio destacado. Con apenas siete bancas, consiguió aunar en el Senado a todos los bloques no K para imponerse al kirchnerismo en la conformación de autoridades.

Como una carambola a dos bandas, la vice le marcó la cancha al peronismo y también a Milei, al consagrar en la Presidencia Provisional de la Cámara alta (segundo en la línea de sucesión) al sanluiseño Bartolomé Abdala, en lugar del formoseño Francisco Paoltroni, nominado por el fundador de LLA. De esa jugada participó el gobernador de Formosa, Gildo Insfrán, a través del senador José Mayans.

Al parecer, Milei no es el único pragmático de la nueva gestión.