En diciembre de 2018 los economistas del Relevamiento de Expectativas de Mercado (REM), que asesoran al Banco Central de la República Argentina, habían pronosticado que la inflación de marzo’19 sería +2,4%. Paralelamente, proyectaban una inflación de +28% en diciembre’19. En marzo’19 la inflación fue +4,7%. En los últimos 6 (9 y 12) meses la inflación promedió +3,8% (+4,1% y +3,7%) mensual.
El gobierno tiene nula reputación y credibilidad; es decir, no posee ninguno de los dos elementos iniciales esenciales que se necesitan para poder tener chances de bajar la inflación. Sin reputación y sin credibilidad, lo más probable es que la inflación no baje o se acelere aún más de aquí a fin de año. Y si se la controlara y bajara, sólo sería en forma artificial midiendo precios congelados y con dólar sostenido artificialmente, con lo cual la inflación terminaría estallando más adelante. Hay riesgo de híper inflación. Planteando un escenario optimista pero miope, porque la inflación estallaría más adelante, si la suba de precios se desacelerara a +3,5% (+3,0%) promedio mensual de aquí a fin de año, en diciembre la inflación cerraría en +52% (+46%) interanual.
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Los errores del REM no son la excepción, sino la regla. Los economistas del REM siempre erran groseramente. Desde junio ’17 hasta diciembre’18, cuando uno compara sus proyecciones 12 meses antes contra la inflación finalmente observada, el REM subestima la inflación en forma sostenida y creciente. El error aumenta sistemáticamente de 10 a 15; 20 y 25 puntos porcentuales.
¿Cómo puede suceder que los pronósticos monetarios del REM se alejen tanto de la realidad? La explicación es compleja; y nosotros la resumimos con la frase: “Hay que cambiar la moralidad de la consultoría económica”. El promedio de los economistas no está bien formado en aspectos monetarios (nuestras Universidades tienden a ser neo Keynesianas o Keynesianas) y/o tiene intereses que no les permiten decir las cosas como son. ¿Por qué? Porque muchos consultores tienen contratos con el sector público, acceden a “inside information” que venden en consultoría, o directamente aspiran sumarse al gobierno, lo cual los obliga a tener un discurso optimista y positivo con respecto a las medidas de política económica y los futuros resultados del gobierno de turno.
Adicionalmente, el promedio de los economistas adopta un comportamiento de manada tendiente a evitar salirse de la “mediana”, lo cual potencia el error. Todo este comportamiento tiene costos para la sociedad. ¿Por qué? Porque los policy makers toman decisiones de política económica basadas en estas predicciones erróneas, lo cual conduce inexorablemente a pésimos resultados (mucha más devaluación, mayor inflación y peor nivel de actividad). Este rulo negativo entre economistas, políticos, medidas de política y resultados económicos marca a fuego 2017/2018/2019. Los economistas subestiman la inflación y el dólar, el BCRA toma decisiones basadas en dichas estimaciones y consecuentemente hace mala política monetaria. Resultado: las variables “vuelan por el aire” y la sociedad paga los costos.
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En este contexto y de acuerdo con nuestro análisis, el gobierno de Cambiemos ha desperdiciado la última oportunidad para poder bajar la inflación con Banco Central. La inflación bianual se ha acelerado de +75% (2016/2017) a +85% (2017/2018) y +116% (2018/2019), siempre y cuando cierre a +46% (escenario muy optimista). Desde 2005 a la fecha, la expansión de la base monetaria y la inflación acumulan +2195% y +1983%; respectivamente. En este marco, no sólo no tenemos moneda, sino que hay un repudio general al peso, similar al que había a finales de los ‘80s. En los ‘90s esta situación se resolvió poniendo la Convertibilidad y sacándole la política monetaria al BCRA. Sin embargo, esta alternativa ya no está disponible. En 2001/2002 nos llevamos puesta la Convertibilidad. Una nueva Convertibilidad no tendría reputación, ni credibilidad; ergo, ahora tampoco serviría para bajar la inflación. En otras palabras, para poder bajar la inflación se necesita una medida mucho más extrema que la Convertibilidad: hay que cerrar el BCRA. Sin BCRA y permitiendo libre competencia de monedas, es muy probable que los argentinos eligieran voluntariamente el dólar como dinero.
(*) Director de E&R, profesor titular de la UB y profesor adjunto de la UBA.