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Cambio climático

Hipocresía de los países ricos

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Energía. Los países ricos la obtienen de los combustibles fósiles. | cedoc

Demasiados políticos del mundo rico y defensores del clima olvidan que gran parte del planeta sigue sumido en la pobreza y el hambre. Sin embargo, los países ricos sustituyen cada vez más su ayuda para el desarrollo por gasto climático. El Banco Mundial, cuyo principal objetivo es ayudar a la gente a salir de la pobreza, ha anunciado que desviarán nada menos que el 45% de su financiación hacia el cambio climático, con lo que unos 40 mil millones de dólares anuales dejarán de destinarse a la pobreza y el hambre.

Es fácil tratar el clima como la prioridad cuando tu vida es cómoda. Sin embargo, gran parte del mundo sigue luchando. En los países más pobres, cinco millones de niños mueren cada año antes de cumplir los cinco años, y casi mil millones de personas no se alimentan lo suficiente. Más de 2 mil millones tienen que cocinar y calentarse con combustibles contaminantes, lo que acorta su esperanza de vida.

Los países pobres necesitan más acceso a la energía barata y abundante. La falta de acceso a la energía obstaculiza la industrialización, el crecimiento y las oportunidades.

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Desviar fondos destinados al desarrollo para el gasto climático es una mala decisión. El cambio climático es real, pero los datos no justifican el uso de los recursos destinados al desarrollo para combatirlo antes que la pobreza.

Los estudios muestran repetidamente que hay que invertir en prioridades básicas de ayuda mucho más que destinar fondos al clima. Esto se debe a que las inversiones en desarrollo, pueden mejorar drásticamente la vida de las personas y mejorar la situación de los países más pobres de muchas maneras.

El riesgo de la visión elitista

El cambio climático no es el fin del mundo. De hecho, los escenarios del panel climático de la ONU muestran que el mundo mejorará drásticamente a lo largo del siglo y que, a pesar de las campañas de pánico, el cambio climático sólo ralentizará ligeramente ese progreso. El año pasado, el mundo registró la mayor producción de cereales de su historia. Si los ingresos y los rendimientos siguen aumentando, el hambre se reducirá drásticamente en las próximas décadas. Incluso si hacemos poco contra el clima, el profesor William Nordhaus, el único economista del clima que ha ganado el Premio Nobel, muestra que esto sólo ralentizaría ligeramente el progreso: en 2100 los ingresos se habrían multiplicado por 3,34.  

Deberíamos abordar el cambio climático de forma inteligente, haciendo que los gobiernos de los países ricos inviertan a largo plazo en I+D sobre energías verdes, para innovar soluciones de bajo costo que proporcionen energía confiable a precios asequibles para todos. Gran parte del mundo más pobre quiere, ante todo, sacar a la gente de la pobreza y mejorar su calidad de vida con energía barata y fiable. Sin embargo, los países ricos se niegan a financiar cualquier cosa que tenga que ver con los combustibles fósiles.

Esto huele a hipocresía, porque los países ricos obtienen casi cuatro quintas partes de su energía de combustibles fósiles, debido a la falta de fiabilidad y a los problemas de almacenamiento de la energía solar y eólica. Sin embargo, fustigan con arrogancia a los países pobres por aspirar a lograr un mayor acceso a la energía y sugieren que estos deberían “adelantarse” de alguna manera a la energía solar y eólica intermitente, con una falta de fiabilidad que el mundo rico no acepta para sus propias necesidades.

La mitad más pobre del mundo merece oportunidades para mejorar sus vidas. Ahora que los políticos piden más dinero, aparentemente para ayudar a quienes más lo necesitan, deberíamos exigir que esa inversión se destine a proyectos de desarrollo eficientes que salven y transformen vidas, y no a programas climáticos ineficientes que nos hagan sentir bien.

*Presidente del Copenhagen Consensus Center y visiting fellow en Hoover Institution de la Universidad de Stanford.