En estos días están ocurriendo hechos en el país y en el mundo que nos plantean esta dualidad. Las mujeres en la política y en la Justicia avanzamos hacia la paridad, pero esto cómo impacta en las posibilidades de lograr mayor igualdad de género en el país y el mundo. Empecemos a nivel mundial. Alemania se está debatiendo cómo reemplazar a Angela Merkel, que concluye sus 16 años de liderar el gobierno que trascendió las fronteras de su partido y de su país. Su liderazgo internamente permitió el gobierno con otros partidos, algo que ella amplió más de lo tradicional según los resultados electorales, como lo demostró la entrevista que Jorge Fontevecchia hizo a representantes de los principales partidos el domingo pasado. Allí también se evidenció que su liderazgo trascendió las fronteras del país y fue central en la Unión Europea y el equilibrio político y económico mundial. Ahora toca reemplazarla y no será una mujer la cabeza del próximo gobierno, pero ya la igualdad y en parte la paridad están arraigadas y será difícil dar marcha atrás.
Pero en Europa no es el único país en que se está planteando el liderazgo de las mujeres en política. En Francia ante las elecciones presidenciales de 2022, hay cuatro mujeres, algo considerado récord como plantea Valentina Couceiro en Internacionales el domingo. Un país con un nivel de igualdad alto nunca tuvo una mujer presidenta. En qué medida la igualdad de género alcanzada en términos socioculturales y económicos es suficiente para asegurar la paridad que es el camino a tener mujeres encabezando gobiernos. Algo similar se observa en España, estas son llamadas de atención que no podemos ignorar.
Si miramos a Naciones Unidas, esta semana asumió la nueva directora ejecutiva de ONU Mujeres, designada por el secretario general, quien asumió recientemente su segundo período a cargo de la ONU. Si bien en la elección de su primer mandato, Guterres compitió con varias mujeres candidatas y el proceso fue un modelo de transparencia dentro de las posibilidades que permite esa elección, ya que las y los candidatos pasaron por entrevistas ampliamente difundidas y sus antecedentes fueron difundidos. Para este segundo mandato no hubo otros candidatos, ni mujeres ni hombres, y la reelección paso sin difusión alguna, excepto cuando ya estaba resuelta y se anunció. La promesa de una mujer para presidir la ONU queda para el futuro. La selección de la directora ejecutiva de ONU Mujeres si bien no tenía ese desafío, todas las candidatas eran mujeres, sin embargo, fue también realizada sin difusión alguna. La transparencia que tuvo la elección de Michelle Bachelet no existió ahora y el movimiento mundial de mujeres y feministas estuvo marginado. En este caso la pregunta es ¿en qué medida la trayectoria feminista se incluyó?
Si miramos la situación en la Argentina el próximo desafío es la elección en la Corte Suprema ante la renuncia de Elena Highton de Nolasco, la única mujer que solo cubría el 20% de representación femenina. Toca ahora saber si será una mujer la que la reemplazará o se convertirá en un fuero nuevamente solo masculino. La paridad en la Justicia en el país es difícil y no está asegurada. Por eso deberá ser el movimiento feminista el que se adelante a plantear se cumpla en este caso la elección de una mujer, aunque esto no implique paridad. El otro tema es en qué medida la igualdad de género es un valor compartido por los jueces actuales. Esto no parece importarles a quienes están involucrados en estas decisiones, algo aún más preocupante. No estamos atravesando los mejores momentos frente a la paridad de representación política en el PEN, pero además se suma la posición frente a la igualdad de género. La reciente difusión del reconocimiento público por parte del propio presidente a L-Gante, alguien que poco o nada respeta esto, no tranquiliza.