Uno tiene enfrente la realidad de provincias con amenazadas por el déficit; el otro, la de clubes con pérdidas millonarias y quebrados. Uno debió hacerse cargo de lo que dejó el kirchnerismo, y el otro de la herencia de Grondona. Mauricio Macri y Armando Pérez confirman que política y pelota van de la mano, y podría arriesgarse que al Gobierno le toca ser, antes que nada, una Comisión Normalizadora como el triunvirato que se hizo cargo de la AFA. Pérez acaba de elegir un técnico para la Selección, y no sabe en qué fecha comenzará el torneo local. A Macri hay quienes lo fuerzan a elegir un único y super DT para que maneje la economía, que también demora su arranque.
Deben lidiar con problemas viejos y equivocaciones propias, y tienen en la otra vereda a dirigentes críticos que miran de reojo aciertos y errores, y calculan cuál es el mejor momento para que lo que hoy es resistencia se convierta en oposición.
A los dos los resultados les marcarán los tiempos, más allá de los términos de sus mandatos. En más o menos un año, Pérez deberá tener al equipo de la AFA con la clasificación casi asegurada para el próximo Mundial, y quizás así hasta pueda aspirar a quedarse.
Macri, para entonces, deberá haber derrotado a la inflación si quiere tener chances en la elección de medio término. Sin ese triunfo, no habrá Messi que lo haga ganar en las urnas.