El glamour y el impacto de la cumbre del G20 ya es historia. El caleidoscopio con las imágenes del espectáculo del Teatro Colón que hizo llorar a Mauricio Macri, de Donald Trump, de Vladimir Putin, de Angela Merkel y de Emmanuel Macron en la Casa Rosada, en el complejo de Costa Salguero o por las calles y las parrillas de Buenos Aires forman parte del pasado. Es verdad que los ojos del mundo estuvieron atentos a lo que sucedía por estos lares. De hecho, la foto de la cena compartida por Trump y Xi Jinping en el suntuoso hotel Hyatt dio la vuelta al mundo. Pero ese mismo mundo ignoró a la Argentina. Nada hubo en los grandes medios que le concediera a Macri algún protagonismo importante en el transcurso de esas 48 horas de frenesí. No quiere decir que no lo haya tenido sino que es otra muestra –una más– de la poca trascendencia que tiene la Argentina como país.
La semana que pasó, por lo tanto, tuvo otro tono. Fue el tono propio de la realidad por la que transita nuestro presente, siempre abundante en situaciones de conflictividad. En este contexto, el Gobierno apuró la implementación de una nueva norma en el tema de la seguridad. El resultado fue la resolución que otorga mayores facultades a la Policía Federal. Por la manera como se implementó esta medida, surge la evidencia de que el Gobierno no consultó a nadie. Es decir, la improvisación. Y ese nadie incluye a los socios de la coalición oficialista. Esa conducta del Presidente muestra que el PRO se ha adueñado de Cambiemos. Y eso genera problemas. Es una de las causas –la principal– por la cual Emilio Monzó no competirá por la renovación de su banca el año próximo.
Fue Monzó quien, a través de un verdadero trabajo de pinzas a lo largo de 2014, logró juntar a Macri y a Carrió
Todos a casa. Monzó se ha cansado de decirles al Presidente y al jefe de Gabinete, Marcos Peña, que tienen que entender cómo es la política, en la que el vínculo humano pesa. “Es hasta algo humillante tener que explicar cómo es el vínculo humano, más allá de las redes sociales. En Cambiemos llegan las 8 de la noche y cada uno va para su casa, no hay relación humana, no hay nada y eso se siente”, confiesa una voz allegada al actual presidente de la Cámara de Diputados.
Hay un dato que se conoce poco y que ilustra sobre la importancia de su gestión en el armado de Cambiemos allá por sus albores. Fue Monzó quien, a través de un verdadero trabajo de pinzas a lo largo de 2014, logró juntar a Macri y a Carrió. La primera reunión que mantuvieron fue en febrero de 2015 y tuvo lugar en el departamento de Monzó que está ubicado en Montevideo y Libertador, y fue a la vuelta de su domicilio –en la plaza frente al Patio Bullrich– donde se hizo la primera foto que se sacaron juntos.
Monzó y Carrió anduvieron muy bien cuando al principio el presidente de la Cámara de Diputados fue postergado por Macri, que se inclinó por seguir la línea de la "Ceocracia" sostenida por Peña y sus adláteres, Mario Quintana y Gustavo Lopetegui. Eso duró poco. Cuando Monzó intentó implementar una línea de apertura de Cambiemos hacia otras expresiones del arco político, Carrió lo “colgó” y adhirió a cerrar el espacio.
Mesa chica. El hecho político más importante de la semana fue la cena de reconciliación que el radicalismo organizó con la mesa chica de Cambiemos. A la tenida gastronómica en la parrilla Don Julio solo faltó María Eugenia Vidal debido a que una de sus hijas tenía el acto de graduación de la escuela. Se habló mucho sobre si es conveniente adelantar o no las elecciones en la provincia de Buenos Aires. Merodeó allí un temor nuevo: que Cristina Fernández de Kirchner vaya de candidata a gobernadora y apoye a nivel nacional a un candidato a presidente que surja de la unión de todo el peronismo. Esa alternativa ha encendido alarmas en el interior de Cambiemos. Si Vidal va colgada de Macri, el miedo de ella es que como a Cristina le va mejor en la Provincia que a Macri, cualquier candidato que vaya colgado de la espalda de Cristina les gane a los dos. Si bien Vidal mide mejor que cualquiera, el problema es que Macri la hunda. Por eso se está evaluando el adelantamiento de las PASO y de la elección a gobernador para separarlas de la elección nacional.
El G20 le dio un día de calma en los mercados. Fue solo un día porque hoy el riesgo país está en 729 puntos. Es una realidad que no se puede ocultar. El destino de la Argentina sigue siendo la incertidumbre.
Monzó –que en la cena habló poco porque lo tenía a Peña sentado justo enfrente– fue uno de los que sostuvo la necesidad de anticipar las elecciones. Ese fue un motivo más de confrontación con el jefe de Gabinete, que quiere que vayan todos juntos.
Cordobazo. Se habló mucho de Córdoba, porque no hay candidato definido de Cambiemos. Se expusieron ahí dos alternativas: la de Frigerio, quien propone hacer una interna en la que compitan varios, y la de Peña, que no quiere primarias por el desgaste que implica esa elección y porque, aun cuando se hiciese, no va a alcanzar para posicionar al candidato. Por eso el jefe de Gabinete piensa que el método ahí es hacer encuestas, medir y elegir como candidato a quien resulte estar mejor posicionado.
Entre bifes, chorizos y achuras, fueron varios los comensales que reconocieron que a la gestión de Macri se la ve mal en todo el país, por lo que la decisión de desdoblar no se va a estirar mucho más de febrero. El liderazgo del Presidente está cuestionado socialmente y hacia adentro de Cambiemos. Esta es una realidad que se verbaliza poco. Se lo ve políticamente debilitado. El G20 le dio un día de calma en los mercados. Fue solo un día porque hoy el riesgo país está en 729 puntos. Es una realidad que no se puede ocultar. El destino de la Argentina sigue siendo la incertidumbre.
Producción periodística:
Lucía Di Carlo.