En esta elección no hubo llamados al “milagro de Altamira”, pero detrás de los grandes resultados, el Frente de Izquierda y los Trabajadores (FIT) -integrado por el Partido Obrero, el Partido de los Trabajadores Socialistas e Izquierda Socialista- hizo la mejor elección de la izquierda trotskista desde los tiempos del Movimiento al Socialismo, que a fines de los años ochenta llevó al Parlamento Nacional a Luis Zamora. En la Ciudad de Buenos Aires, la boleta del FIT de diputados, encabezada por Jorge Altamira, alcanzaba un sorprendente 4%, en la provincia la liderada por Néstor Pitrola un 3,6%, y en el interior del país los resultados fueron aún más elevados: 11,6% en Salta, 9,3% en Jujuy, 7,6% en Mendoza, 5,6% en Córdoba, 7,8% en Santa Cruz. En total sumaban más de medio millón de votos en todo el país.
En el caso de la Ciudad de Buenos Aires, a la performance del FIT se suma un 3,3% de Luis Zamora con su partido Autodeterminación y Libertad, que casi no hizo campaña, y un 2,20% de Camino Popular, un frente entre el grupo universitario Marea Popular y el diputado Claudio Lozano, que se negó a seguir a Pino Solanas en su deriva hacia UNEN y su matrimonio con Elisa Carrió. A estos datos hay que agregar el 1,27% de Nueva Izquierda (que intentó juntar ecologismo, socialismo y ecologismo) y el 1% del Movimiento al Socialismo, que no pasaban la barrera del 1,5% para poder participar en octubre. Lo mismo ocurre con la alianza Podemos en la provincia de Buenos Aires, liderada por Marta Maffei (ex ARI) y apoyada por el Partido Comunista Revolucionario y el ex líder de la CTA Víctor de Gennaro, que apenas arañaba el 1%.
La votación al FIT parece un premio a la perseverancia. La ley de las PASO contribuyó a que al menos una parte de la izquierda se uniera para enfrentar junta la dificultad que representaba el piso electoral y así nació el FIT, cuyos integrantes lograron desde comienzos de los 2000 una importante expansión en el ámbito universitario. Varios intelectuales le dieron su apoyo. Además, mediante una serie de spots lograron transmitir algunas ideas fuerza (como la injusticia de que las rentas financieras no paguen impuestos y los trabajadores sí) bajo la consigna de meter diputados de izquierda en el Congreso. A ellos se suma un fuerte trabajo territorial y sindical del Partido Obrero y ciertos espacios de experimentación del PTS como en la fábrica recuperada Zanón y en algunos sindicatos, además del Instituto de Pensamiento Socialista (IPS) que puso en marcha el PTS y que publica obras del socialismo clásico, especialmente de Trotsky en un momento en el que el revolucionario ruso asesinado por Stalin se volvió best-seller en libros como El hombre que amaba a los perros, del cubano Leonardo Padura, y ha atraído incluso a escritores liberales como Marcos Aguinis, que escribió Liova corre hacia el poder.
Los resultados constituyen sin duda un gran avance para partidos que en muchas elecciones apenas rondaban el 1%. Pero las lecturas estarán probablemente cargadas de un exitismo desmesurado, como si esos resultados reactivaran programas políticos “leninistas” y formas organizativas anquilosadas. Las visiones predominantes sobre la crisis económica global están cargada de catastrofismo, mientras que las lecturas dogmáticas impiden captar las particularidades de las sociedades del siglo XXI y mantienen viva una idea de revolución socialista asociada a la toma de palacios de invierno.
Pero en todo caso, los resultados muestran que la izquierda logró interpelar a sectores de la juventud y los trabajadores poniendo el foco en las contradicciones del kirchnerismo entre el relato y las prácticas, trayendo nuevamente a la palestra cuestiones relativas a la burocracia sindical, la precariedad laboral, la estructura impositiva regresiva, el rezago de los jubilados, y varios etcéteras.
*Periodista.