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Izquierdismo

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Hay verdades y hay mentiras. También hay deschaves. O sincericidios, esa palabra colosal que inventó la perspicaz Silvia Bleichmar. Un sincericidio es como quitarse la vida diciendo la verdad. Por algo, Cristina Kirchner anunció “mañana me van a matar” cuando esta semana reveló que votó a Perón en 1973, pero “desde la izquierda”. Curiosa confesión, abre un espacio digno de volver a visitar.

En una expedición a los pobres de la Villa 21-24, al regresar de la zarista San Petersburgo, Cristina se sintió en confianza como para blanquear lo que hizo a los 20 años, en septiembre de 1973. El 23 de ese mes, la Argentina eligió presidente de la Nación por segunda vez en un año. Ya se había votado el 11 de marzo. El electo Héctor Cámpora asumió el 25 de mayo. Juan Perón lo echó el 13 de julio, 49 días después. Puso en su lugar al yerno de José López Rega, un oscuro coleccionista de corbatas llamado Raúl Lastiri. Las nuevas elecciones las ganó Perón, llevando como compañera de fórmula a María Estela Martínez. Asumieron el 12 de octubre.

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En esas elecciones, la fórmula Perón-Perón obtuvo 7.359.252 votos, el 61,85%. Pero algo curioso sucedió. Mientras que 6.497.815 de esos votos fueron depositados con la boleta del Frente Justicialista de Liberación (Frejuli), 883.434 fueron emitidos con la de otro “frente”, el de Izquierda Popular (FIP). Entre éstos estaba el de esa veinteañera Cristina.

El FIP fue una derivación del Partido Socialista de Izquierda Nacional, fundado por Jorge Abelardo Ramos, y sus seguidores. El Colorado Ramos fue un infatigable polemista que se plegó al peronismo en los años 40. Trabajó para Perón como divulgador y en su época fue muy conocida su columna, que firmaba como Víctor Almagro, en Democracia, uno de los varios diarios de aquel gobierno. Pero Ramos provenía del trotskismo, y ésa fue su residencia ideológica central. Durante años, editó libros con el sello Coyoacán, nombre del barrio de México DF donde vivió y fue asesinado León Trotsky. Al igual que la corriente inspirada en el mítico Nahuel Moreno (Hugo Bressano, 1924-1987), para Ramos había que estar con el peronismo porque allí estaban “las masas”. Hacia allí fue y allí se quedó. Más de tres lustros después, Ramos sería embajador de Carlos Menem en México. Siempre junto a las masas.

Pero la maniobra de votar a Perón “desde la izquierda” fue un mamarracho muy grosero. La boleta (se consiguen ejemplares carísimos en Mercado Libre) era igual a la del Frejuli (Perón-Perón), pero con la sigla FIP. Pretender que esos 883.434 votos apoyaban a Perón “desde la izquierda” fue un grueso insulto a la inteligencia. Por una razón muy simple: el 11 de marzo de ese año, mientras que el Frejuli obtuvo para Cámpora el 49,5% (5.908.414 votos), el FIP presentó la candidatura presidencial del propio Ramos, que recibió 48.571 votos, o sea el 0,41%. ¿La “izquierda nacional” multiplicó en septiembre por 18 sus 48.571 votos de marzo? Trapisonda típica de su oportunismo camaleónico, a Ramos demasiados colectivos siempre lo dejaban cerca.

Al evocar su gesto de supuesta radicalidad ideológica, la Presidenta perpetró uno de sus habituales trucos, aunque desnudó ¿sin quererlo? su viejo objeto del deseo. Encuadrado en un relato de izquierda, el peronismo sería el domicilio eterno del pueblo. Eso explica que epígonos de aquellos viejos avatares sean referentes centrales del Gobierno. El hoy ciudadano británico Ernesto Laclau, nacido en 1935, fue seguidor de Ramos, que había nacido en 1921. Aunque mucho más joven (1952), el actual secretario de Cultura, que acaba de fijar residencia en la Villa 21-24, Jorge Coscia, también proviene de la misma incubadora, la “izquierda nacional”. El peronismo de matriz “troska” comparte algo con el maoísmo criollo del PCR, que en aquellos años vio en Isabel y López Rega a los protagonistas centrales de una supuesta guerra entre la Argentina y el “social imperialismo” soviético. A esta tribu perteneció Carlos Zannini, otro ícono del modelo nacional y popular que venera la Presidenta.

Pero si Cristina votó “desde la izquierda” a Perón en septiembre de 1973, ¿habrá votado también a Ramos en marzo? ¿Ella era peronista? La triquiñuela de Ramos fue una pompa de jabón, porque ni siquiera se proponía desmarcarse, apostando por ejemplo a votar a Perón para presidente en una fórmula con otro vicepresidente. Cristina votó desde “la izquierda” a Isabel y López Rega, el creador de la Triple A. La izquierda real estaba en el Frejuli en marzo de 1973. Y en septiembre la Alianza Popular Revolucionaria, con Oscar Alende y Horacio Sueldo, recogió 885.201 votos (7,56%) con candidatos y programa propios, mientras que el trotskista Partido Socialista de los Trabajadores, con Juan Carlos Coral y Nora Sciappone, recibía 181.474 votos.

El sincericidio cristinista desnuda la frivolidad juguetona e irrespetuosa con que se maneja el grupo gobernante. Es la misma ligereza con la que, improvisada como es habitual, bautizó “Carupé” (sic) a la Virgen de Caacupé, la misma superficialidad que exhibió al enrostrarles en la cara al padre Pepe Di Paola y a los curas de la 21-24 que si las cosas cambiaron en la villa fue gracias a este gobierno, ignorando con su desdén proverbial una tarea social que empezó mucho antes de que la Presidenta supiera que esa barriada existe.


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