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La alquimia del plan llegar

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Viaje a China. El ministro Massa y su comitiva en Asia donde no hubo parche a la inflación. | MECON

La tradición occidental atribuía a los alquimistas la combinación de diversos saberes (hoy clasificados como ramas de la medicina, la física, la química, la matemática, pero también la filosofía y hasta la teología) que con secretismo y redes de trabajo para protegerse intentaban lograr, básicamente, objetivos concretos.

Entre los más divulgados figurandos que desnudan la fragilidad y la ambición humana, por igual: conseguir la inmortalidad y convertir metales comunes en oro.

En el fondo, era el desafío de la condición humana frente al problema filosófico de la limitación visualizada a través de la muerte y la escasez de bienes (insuficientes para satisfacer todas las demandas). Desde entonces, la medicina logró extender la esperanza de vida al nacer casi 40 años más, pasando en dos siglos de menos de 30 años a 72, que es el promedio global actual, con la consiguiente explosión demográfica: en ese lapso se multiplicó por ocho. Y la economía respondió aumentando el ingreso por habitante mundial, pero en un período aún más breve.

Los siglos pasaron, pero muchas veces los problemas en la Argentina, son los mismos siempre

Los siglos pasaron, pero muchas veces los problemas son los mismos. Argentina sufre desde hace al menos medio siglo una limitación: sus desequilibrios macros visibilizados en el estrangulamiento del sector externo (falta de divisas), la inflación crónica (con tasas mayores al 100% durante varios años), bajísima capitalización (medida en inversión sobre PBI) y pobreza estructural (pasó en ese período del 8% al 40% promedio para todo el país) arrojó como resultado una de las tasas de crecimiento por habitante más baja del continente. Sólo dos economías fallidas, Haití y Venezuela, tuvieron en ese lapso peor performance económica y social.

El objetivo del ministro Sergio Massa desde que asumió al agarrar “una papa caliente”. Pero no cambió la política económica que hizo de la multiplicidad cambiaria de hecho (y la brecha consecuente) algo innegociable. Entre esta administración de “los dólares” y los planes de Precios Justos que lanzaron para morigerar la inflación, esperaban bajarla desde el 7,5% inicia a la mitad para este segundo trimestre que ya estamos terminando. Pero la realidad indicó otra cosa: las estimaciones de las consultoras privadas arrojan un piso de 8,5% y un techo del 9%. El andamiaje armado con cuidado por el equipo económico comenzó a desajustarse cuando los precios controlados, reprimidos o congelados, según el caso, se fueron resquebrajando.

Dos hechos terminaron por soplar el castillo de naipes: el rojo continuo cuasifiscal que obligaba a pagar una tasa cada vez más alta para conseguir refinanciar y evitar la corrida hacia el dólar. Y, por supuesto, la escasez de dólares agravada por la sequía récord de esta campaña que le terminará restando US$22 mil millones al saldo exportable. Una situación de por sí gravísima, una contingencia de la cual no está exenta cualquier sistema productivo que también depende de la (mala) fortuna climática.

El andamiaje del equipo económico se desajustó, al resquebrajarse el control de precios

Pero que, en este caso, se ensañó con una economía vulnerable, con fuertes desequilibrios internos y, sobre todo, incapaz de acumular reservas que le hubieran permitido atravesar este año de vacas flacas con entereza. Mucho tiene que ver en este error original la matriz pensada y nunca corregida desde el minuto uno por el Gobierno.

Es ese contexto en el que debe analizarse el objetivo de las sucesivas “gorra trips” que el ministro de Economía y el propio Presidente realizaron para romper el inevitable cepo externo: las reservas bajo cero en el Banco Central.

El rol de cuco del FMI no se condice con lo que pasó en los últimos meses: lejos de absorber fondos, fue concediendo préstamos contables para evitar una nueva sangría. La intención de pedirle que adelante los futuros aportes para luego realizar las transferencias registradas, tiene por objeto no respaldar reservas sino contar con “poder de fuego” para poder seguir manteniendo un dólar con un precio diferencial. Sincerar el mercado hubiera ahorrado divisas, pero también iniciado una inevitable recomposición de precios relativos que se intenta postergar… hasta la siguiente gestión de gobierno. Y los yuanes o reales que se pudieron conseguir sólo apuntan a poder utilizarlos en el comercio bilateral con China o Brasil y así utilizar los magros saldos de la moneda norteamericana para el mismo propósito.

En el medio, anotaciones, interés, comisión y un laberinto de movimientos que camuflan la intención prioritaria: llegar.