La consultora Analogías, insospechada de poseer sesgo opositor, realizó una reciente encuesta sobre la base de una muestra de 2.832 casos efectivos, a través de entrevistas telefónicas (formato IVR fijo y móvil), entre el 28 y el 30 de abril de 2022 en las 24 provincias de Argentina, con un error muestral de +/- 2,0% en un nivel de confianza del 95%.
En su informe señalan que “la base de apoyo del gobierno nacional permaneció constante durante abril (34%), en el nivel mínimo de la serie que se inicia en diciembre de 2019. Lo mismo sucede con la imagen positiva del presidente Alberto Fernández, que se encuentra en 38%.
El “optimismo” sobre la evolución de la economía se siguió deteriorando en abril y llegó al también menor valor de la serie desde diciembre de 2019. Persiste, entonces, la trayectoria descendente que venimos observando de manera consistente y sostenida.
Una mayoría de encuestados manifestó que la economía y los ingresos se están recuperando “poco o nada” (81%). En órdenes similares, hay pocas expectativas respecto de que la política de ingresos con focalización y carácter no permanente tenga efectividad para recuperar la capacidad de consumo de los sectores populares (80%).
Como dijimos en PERFIL en otras columnas, se observa el crecimiento económico del año 2021, robusto e indiscutible, que indujo una notable baja sustancial del desempleo a 7%; sin embargo, no se trasunta en mejores niveles de ingresos para las familias.
Pareciera ser que el diseño de política económica actual no acierta a cambiar el patrón distributivo donde impacta una tasa de inflación que se estima superior al 60% y va consolidando un modelo de bajo desempleo, salarios deprimidos y niveles de pobreza superiores al 35%.
Un modelo donde la macroeconomía se ordena bajo los tradicionales patrones de la ortodoxia económica, menor gasto fiscal, quita de subsidios a la energía, políticas sociales focalizadas y caída de consumo doméstico (por citar cuatro características del modelo ortodoxo), pero con una microeconomía muy difícil de soportar para una mayoría importante de la población. Chile y Perú son dos ejemplos notables del modelo de macro ordenada y micro invivible.
Lamentablemente entonces no es sorpresa alguna que en el último informe de Cifra/CTA y sobre la base de datos oficiales se sostenga que “uno de los hechos más notables de esta recuperación (del año 2021) fue la debilidad que encontró el proceso de recuperación de los salarios reales a pesar de la reducción del desempleo. La caída del salario promedio anual de los trabajadores registrados en el sector privado fue del 2,3% en 2021, en tanto que la de los no registrados fue del 7,1%. La perspectiva es negativa si se tiene en cuenta la aceleración del proceso de inflación en febrero y marzo de 2022 (4,7% y 6,7%, respectivamente). Bajo esas circunstancias, se acentúa la tendencia regresiva en términos de la distribución del ingreso que se inició en 2018. La caída en la participación de los asalariados en el ingreso fue del 48,0% al 43,1% entre 2020 y 2021, cuando en 2017 era de 51,8%. A la inversa, el excedente apropiado por los empresarios subió del 50,5% al 54,3% del PBI entre 2020 y 2021, cuando en 2017 era de 46,4%. Esto explica que la reactivación económica haya estado empujada por la inversión y, en menor medida, las exportaciones, mientras que el peso del consumo privado se desplomó a un nivel más bajo que el de la gran crisis de 2002 (61,8%)”.
En medio de este panorama, reorientar el diseño de política económica parece ser el camino que debe transitar el oficialismo de cara a las elecciones del año venidero.
Sus chances están accesibles ya que la base electoral que en 2019 acompañó al Frente de Todos y no lo hizo en 2021 no votó a la coalición neoliberal.
Por caso en La Matanza, el partido más extendido y emblemático de Buenos Aires, el oficialismo perdió en 2021 un total de 250 mil votos respecto al año 2019, de los cuales fueron a Juntos por el Cambio tan solo 19 votos.
A buen entendedor…
*Director de Consultora Equis.