Las calles del barrio londinense de Edward Road, conocido como “Londonistán” por el gran número de musulmanes que residen allí, se ha vuelto uno de los puntos de mayor tensión en Gran Bretaña en la llamada “guerra contra la burka”, el tradicional velo que cubre a algunas musulmanas.
Cada tarde, cientos de mujeres con burkas o niqab (velo completo que cubre todo el rostro) hacen las compras por ese barrio, mientras recorren los mercados comerciales árabes y paquistaníes más populares de Londres.
Fue en Londonistán que el conservador Partido por la Independencia del Reino Unido (UKIP, en sus siglas en inglés), que aboga por la salida de Gran Bretaña de la Unión Europa, pidió al gobierno que prohibiera esa vestimenta musulmana de las calles del país. Ya el xenófobo y neofascista Partido Nacionalista Británico (BNP) había pedido a las autoridades que la prohibieran en las escuelas.
Lord Pearson de Rannoch, líder del UKIP, dijo era necesario que la burka “sea prohibida en lugares públicos porque cubre el rostro de la mujer. No es posible que no podamos ver la cara de la persona que tenemos frente, menos en un aeropuerto. Es inadmisible”, afirmó el lord inglés, para quien el velo islámico “es además una prenda de vestir que oprime los derechos de la mujer”.
Para el lord, la burka “no es compatible con los tradicionales valores británicos de libertad y democracia”.
Para el UKIP, “otra cultura, una foránea” está siendo “forzada” en Gran Bretaña y debido a que las mujeres musulmanes “procrean diez veces más que las británicas”, es cuestión de tiempo “hasta que el debate sea perdido en el país”.
De inmediato, la comunidad musulmana británica criticó el llamado de UKIP por racista y xenófobo. Inayat Bunglawala, vocero del Consejo Musulmán para Gran Bretaña, afirmó que el partido independentista “dice estar orgulloso de los valores y tradiciones británicas, que incluyen libertad de expresión, de asociación y religión. La gran mayoría de las mujeres que visten la burka lo hacen como respuesta a un fuerte sentido de religiosidad. Es su interpretación de la religión. UKIP no tiene derecho alguno a opinar al respecto. No es asunto de nadie más que de las musulmanas”.
La burka en Francia. Del otro lado del Canal de la Mancha, la situación no es muy diferente. El gobierno francés está por aprobar una prohibición parcial de la burka en nombre de la identidad republicana. La situación es incluso más tensa, ya que el ministro del Interior, Eric Besson, informó que rechazará el pedido de nacionalización francesa de un extranjero no identificado porque impuso a su mujer francesa el uso del velo integral o niqab. El tema es muy polémico, ya que aunque Francia cuenta con unos 5 millones de musulmanes, son sólo 2 mil las mujeres que usan burka o niqab, según un censo policial. Las autoridades sostienen que en su mayoría, son jóvenes convertidas al Islam que comenzaron a usarlas después de los atentados terroristas de Nueva York del 2001. Para el gobierno galo, la medida “priva a la mujer de la libertad de ir y venir a cara descubierta y rechaza principios de laicidad y de igualdad de género”. El tema no es nuevo en Francia: en 2008, el Consejo de Estado confirmó el rechazo de la nacionalidad a una marroquí que usaba la burka afgana. El gobierno dijo que “había adoptado, en nombre de una práctica radical de su religión, un comportamiento incompatible con los valores esenciales de la comunidad francesa y, notablemente, el principio de igualdad de los sexos”.
A diferencia de Gran Bretaña, donde hasta ahora la “campaña anti-burka” es realizada por los partidos más conservadores y nacionalistas, en Francia cuenta con un apoyo mucho más amplio: desde el presidenciable líder de la UMP, Jean Francois Cope, que pide la prohibición total de la burka y la niqab en todo espacio público por razones de seguridad, pasando por el veterano líder del derechista Frente Nacional, Jean-Marie Le Pen, hasta los socialistas Manuel Valls y Aurelie Filipetti, la UMP, el partido oficialista y el mismo presidente Nicolás Sarkozy.
De aprobarse la prohibición, las mujeres con velo islámico “que les cubra toda la cara” en lugares públicos pagarán una multa de hasta 750 euros.
Sólo se podrá vestir la burka o niqab en circunstancias excepcionales como “eventos culturales o carnavales”. La ley prevé multas más severas para quienes fuercen a una mujer a llevar el velo islámico integral.
El año pasado, Sarkozy calificó a la burka como una “señal de sumisión y prisión para la mujer. El velo islámico no es bienvenido en suelo francés”.
En septiembre, a una madre francesa se le prohibió utilizar en una pileta pública el “burkini”, una velo islámico que cubre todo el cuerpo, porque dicha prenda contraviene regulaciones de higiene. El caso generó mucha polémica y pasó a una corte local, que apoyó la decisión del club.
Desde que Francia tomó una posición más extrema sobre el velo islámico, comenzaron las amenazas del Islam radical. En julio, miembros de Al-Qaeda en Africa del Norte emitieron en Internet un “llamado a las armas” contra Francia.
“Buscaremos vengarnos de forma horrible contra Francia con todos los medios posibles a nuestro alcance, por el honor de nuestras hijas y hermanas”, advirtió el comunicado.
Dinamarca y Holanda, por la identidad nacional. En Dinamarca, el mundo político también libra la “guerra contra la burka”, con profundas consecuencias para la libertad de expresión en ese país.
Naser Khader, miembro conservador del Parlamento danés, es uno de los políticos más vocales al respecto.
“La mayoría (de los europeos) no quiere al Islam político ni a sus símbolos. Y la burka es parte del Islam político que la mayoría rechaza”, sostuvo el legislador, nacido en Siria.
Según el diputado, oponerse al Islam político no es lo mismo que la “Islamofobia”. “Vestir el velo islámico integral es opresivo para la mujer. Y muchos musulmanes se oponen a la burka y la niqab”, agregó.
Khader afirmó que la mayoría de los 20 millones de musulmanes que viven en la Unión Europea son ciudadanos “bien integrados, que cumplen con la ley y leales a sus países de residencia. La burka y la niqab no tienen lugar en Europa Occidental”.
El debate se propagó a otros países europeos, como Holanda, donde el gobierno estudia una ley que prohíba el velo islámico en lugares públicos. Se estima que sólo cincuenta mujeres en ese país se cubren con el niqab.
Para el parlamentario Geert Wilders, esa prenda musulmana “es un símbolo medieval contra la mujer”.
“No queremos en este país que las mujeres se sientan avergonzadas de mostrar quiénes son. Incluso si ellas han decidido llevar esa prenda, que no lo hagan en Holanda, porque aquí queremos que los musulmanes se integren y asimilen a la sociedad holandesa”, afirmó Wilders.
“Sino podemos ver la cara o los ojos de una persona, ¿cómo vamos a integrarlos a la sociedad?”, se preguntó.
Bélgica e Italia al ataque. En la ciudad belga de Maaseik, la prohibición para el niqab ya es un hecho. El alcalde, Jan Creemers, dijo que fue porque los habitantes de más edad tenían miedo de las mujeres que se cubrían el rostro, mientras que los niños lloraban de miedo ante los velos negros.
Lo mismo sucedió en la ciudad italiana de Drezzo, en el norte del país. El partido político Liga Norte propuso sancionar con multas y penas de dos años de cárcel a las mujeres que vistan burka o niqab.
La ministra de Igualdad de Oportunidades, Mara Carfagna, anunció que presentará una ley que impedirá cubrirse el rostro completamente.
“El velo integral no es una libre decisión de las mujeres, sino un signo de clara opresión. Vetar la burka es ayudar a las jóvenes inmigrantes a salir del gueto en el que quieren confinarlas”, concluyó la ministra italiana.
*Desde Londres.