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La identidad neoprogre

Identidad 20231021
Identidad | Unsplash | Julio Casado

Desde burbujas de activismo virtual, instituciones, editoriales y proyectos convencidos de estar efectuando un gran aporte cultural, la propaganda identitaria llegó a muchos argentinos que no tenían interés en consumirla. Ante la repetición de palabras como deconstrucción, marronidades o disidencias de parte de un neoprogresismo sin tracción real fuera de la web, los medios o los convites gratuitos tramitados desde la alicaída inteligenzza de la política, el 40% de pobres se vio ninguneado. Pese al cataclismo económico, social, productivo, laboral y financiero, se insistió con que había que aglutinarse a partir de una identidad determinada, en lo posible vinculada al género o a la raza, variables que el progresismo clásico sabe limitadas al momento de resolver problemas sociales graves. Para colmo, inversiones desproporcionadas en políticas de minorías, que no mejoraron contundentemente la vida de nadie fuera de la de sus gestores y voceros, se sumaron a un furor de denuncias y escraches que, en algunos casos, arruinaron vidas de inocentes.

Es gracioso ver el paulatino recule de quienes se cargaron las banderas de las minorías al hombro

Mientras la inflación, marginalidad, inseguridad e indigencia aumentaban debido al trabajo mal hecho de los gobiernos, se bombardeó a la gente –¡especialmente a los jóvenes!– con responsabilidad afectiva o nuevas masculinidades, pese a las advertencias de los sectores más conectados con lo que interesa a las mayorías, que es más o menos lo de siempre: estabilidad económica, chances de progresar, etc. Es gracioso (hablo de la gracia culposa que da alguien patinando con una cáscara de banana) ver el paulatino recule de quienes se cargaron las banderas de las minorías al hombro, equiparándolas a la justicia social o a la igualdad de oportunidades. “No tenemos que insistir tanto en cambiar al otro” repiten desde las mismas redes y convites en los que hasta hace cinco minutos vendían identidad, cuando Milei ya avanzó al galope montado en una nueva grieta que parece haber llegado para quedarse. ¿No se daban cuenta de lo poco seductora que es la oferta cultural identitaria en un país como este? ¿No veían que sus buenas intenciones pedagógicas contrastaban grotescamente con una realidad hostil? Ahora, la identidad entra en declive, pero, seguramente, aparezcan nuevos vocablos de los que abusar hasta vaciarlos de sentido.

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