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humoradas

La lógica incoherente

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A contar y entender. Los resultados del censo serán claves para comprender cómo es la Argentina. | cedoc

El día del último censo, mi vecino ironizó sobre el absurdo de ofrecer la posibilidad de hacerlo digital, sancionando comercios por abrir sus puertas. “No importa si lo hiciste antes, la plata del día la perdés. Cualquier medida que entorpezca las cosas la van a tomar, diciéndote que es para hacerte todo más fácil” aseguró con la cara condescendiente del que está harto. Me salió contestarle “Lógicamente”. Nos reímos. 

Otra vecina se sumó a la charla atraída por el repaso de las presuntas lógicas que atraviesan la política y se ramifican en la discusión pública. “Si hasta la ministra de Salud admitió que fue un error no dejar salir a correr o caminar cuando empezó la pandemia, pero bien que te paraba la policía por circular. Para los que fuimos pibes en los 70, como mi marido y yo, era una sensación espantosa” aportó un poco titubeante, como si necesitara más argumentos para probar su punto. 

“También suspendieron tratamientos oncológicos mientras te cuidaban rociándote con alcohol. Y ahora con la nueva viruela...” la quiso ayudar mi vecino, sin terminar la frase. 

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Una vecina se sumó a la charla atraída por las presuntas lógicas que atraviesan la política

Más aplomada, mi vecina añadió “La locura es mundial, pero la Argentina tiene premio”, y revistó enciclopédicamente discursos equívocos con los que, según ella, la dirigencia política, especialmente de Menem para acá, horada desde hace años la capacidad de razonar de sus votantes. La lista resultó tan aplastante que hui con la excusa de atender al censista. 

“Lógicamente” era la palabra que siempre usaba mi abuela cuando alguno de sus nietos decía algo incoherente. Una humorada que amábamos y nos incitaba a decir más barbaridades para que ella nos refrende con su “lógicamente”, que acompañaba con un lento cerrar de párpados. 

La calculada incoherencia de los que tienen poder encuentra su “lógicamente” cada vez que aceptamos mensajes confusos y medidas arbitrarias.

A diferencia de mi abuela, lo hace sin ninguna gracia, ni posibilidad de dejar un buen recuerdo.