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planes para 2026

La NASA enviará a la Luna una colección digitalizada de arte contemporáneo

La iniciativa es del físico canadiense Samuel Peralta, quien pensó en reunir las obras como una especie de mensaje en una botella para las generaciones futuras. La colección se llama “Lunar Codex”, está siendo digitalizada y almacenada en tarjetas de memoria, e incluye catálogos, revistas, podcast, libros, poemas, películas y otros formatos audiovisuales y artísticos, “una exposición cultural como ninguna otra”, según queda definida en el sitio web del proyecto.

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Lunar codex. Detrás del ambicioso proyecto, que utiliza tecnología digital y analógica para preservar arte, libros y música, está un físico y coleccionista de Canadá. | cedoc

Tal vez las carreras espaciales de las potencias económicas representen una forma de desviar la mirada de la humanidad para que esta olvide las secuelas de sus acciones. Al fin, la industria del entretenimiento resultó un perfecto intermediario para la digestión social del arte. No obstante, pequeños gestos ocurrieron, entre rebeldes y desafiantes. Y el tamaño es lo que importa: sucesos en miniatura, casi imperceptibles.

Gracias a la misión Apolo 12 de la NASA, en 1969, adherida a una de las patas de apoyo del módulo Intrepid (que al regreso de los astronautas quedó allí, en Mare Cognitum), llegó a la Luna una pieza de cerámica dibujada por seis artistas (Andy Warhol, Claes Oldenburg, David Novros, Forrest Myers, Robert Rauschenberg y John Chamberlain), esta pieza configura el Museo de la Luna, primera obra de arte espacial de la historia.

De ella existen no más de veinte ejemplares, realizados en los laboratorios Bell mediante litografía de nitruro de tantalio sobre oblea de cerámica en tamaño 1,4 x 1,9 cm. Una se encuentra en el MoMA de Nueva York que así la describe: “Myers contribuyó con el dibujo en la parte inferior izquierda. Warhol dibujó sus iniciales, que también se leen como un pene o un cohete espacial. En el centro superior hay una línea de Rauschenberg; a su derecha hay un cuadrado negro de Novros y un diagrama de Chamberlain, ambos modelados en diagramas de circuitos; y en el centro inferior hay un boceto de Mickey Mouse de Oldenburg”.

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El concepto lo desarrolló el escultor Myers, quien nunca recibió la aprobación de la agencia espacial, hecho que lo llevó a traficar la pieza hasta lograr la complicidad de un ingeniero constructor del módulo lunar en Grumman, fabricante del avión caza F-14 Tomcat. El museo ilícito, en un proyecto de origen militar de índole espacial, fractura el carácter simbólico de tal empresa: Warhol y su grafo de puerta de baño público trasciende al chiste político. También desató un escándalo mediático al difundir la intrusión de la obra cuando los astronautas regresaban de la misión.

Dos años después, con la misión Apolo 15, la NASA acusó el golpe y respondió instalando en la Luna su propia “escultura”, esta vez una placa de aluminio, creada por el artista belga Paul Van Hoeydonck. En ella un traje espacial acompaña a la lista de los catorce muertos al mes de agosto de 1971 en la carrera espacial, tanto rusos como norteamericanos. Como si todo esto no hubiese ocurrido, durante la última semana, trascendió la existencia de un proyecto de arte titulado Lunar Codex (Códice Lunar), que acompañará al nuevo intento de colocar humanos en el satélite en 2026.

“Cápsula del tiempo a la luna”, “Museo de arte lunar”, “Memoria para futuras generaciones”, “Más de 30.000 obras de arte al espacio” y muchas otras frases grandiosas anunciaron el proyecto liderado por el Dr. Manuel Peralta, que implica la digitalización miniaturizada (otra vez la miniatura) de la producción creativa de decenas de miles de artistas, escritores, cineastas y músicos. Una parte del archivo serán imágenes incrustadas en pequeñas monedas metálicas inalterables y la otra parte archivos en mini placas de memoria digital, todo envasado en cápsulas de garantizada resistencia a las partículas del espacio. 

Desde ya, estos envases de seguridad implican a una corporación de correo global, competencia de aquella en la que trabajaba el protagonista de Náufrago (2000), Tom Hanks. Es que el proyecto del nuevo hombre a la Luna resulta de una alianza entre la NASA y empresas privadas del rubro, como Space X de Elon Musk, suceso que implica tres viajes de carga con equipos que anticiparán la llegada humana, instancias en las que llegará este archivo artístico.

Entonces, ¿qué contiene el Lunar Codex? Tal vez su “mensaje” aporte respuestas. El mismo es producto de una curaduría dirigida por el mismo Peralta, radicado en Canadá, que se promociona como físico, autor de ciencia ficción de éxito en Amazon, premiado poeta, y del cual se desconoce dónde obtuvo el título universitario así como los demás epítetos en el ejercicio del oficio literario. Desde ya, no fue una tarea en solitario, recurrió a expertos en distintas ramas del arte, del arte en el mercado norteamericano... Algunos ejemplos de las galerías del Codex están disponibles en lunarcodex.com, donde se define la colección como “una exposición cultural como ninguna otra, una celebración fuera de este mundo de la creatividad y el espíritu humano”.

En sí, recopilaron pinturas de artistas contemporáneas del estilo realista figurativo, para “celebrar a las mujeres en toda su complejidad, vulnerabilidad y poder”, esto comprende distintas etnias y regiones del mundo. Para dar densidad política y humanitaria, incluyen litografías de la artista ucraniana desplazada por la invasión rusa, Olesya Dzhurayeva, así como pinturas de Connie Karleta Sales, que sufre neuromielitis óptica, enfermedad autoinmune. Una  línea de corrección política evidente.

En cuanto a música y cine, la colección carece de trascendencia, resulta azarosa como sintonizar radios FM por Internet. Aplicando el criterio de Warhol de 1969, tal vez es el Museo de Basura Artística Espacial o Detritus Codex. Más si el rubro literatura incluye la infaltable colección de libros escritos por Peralta, incluyendo antologías de autores de su dudosa preferencia.

Si es para las generaciones futuras que nos sobrevivan como civilización, y suponiendo que viajen a la Luna para encontrar estos vestigios, el Lunar Codex resulta optimista: supone que la mutación les dejó ojos para observar, incluso que descubrirán nuevamente la lupa para encontrar miniados en discos diminutos. Pero, ¿si estas obras las encuentran alienígenas y las consideran un insulto universal? ¿Estamos a tiempo de evitar el envío?