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DIFERENCIAS

La nobleza de Estado

26-10-2020-Logo Perfil
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La Escuela Nacional de Administración de Francia (ENA), modelo sobre el cual se pensó hace ya casi tres décadas la Escuela del Cuerpo de Abogados del Estado argentino (ECAE), ha dejado, luego de un intenso debate político, de existir como tal. A partir de enero la ENA quedará, por decisión de Macron, sólo como “marca” internacional, pero no ya como institución interna que forma a la dirigencia francesa: será reemplazada por el Instituto de Servicio Público (ISP), que aspira a combatir el centralismo parisino y el elitismo que se ha impugnado históricamente a la ENA. Es importante entender este cambio, porque las instituciones del derecho administrativo francés han sido y son un modelo que muchos países “entre ellos el nuestro- siguen. También es importante notar las diferencias. Argentina sí necesita una Escuela consolidada que forme con rigor y exigencia al Cuerpo de Abogados del Estado argentino. Que no es Francia.

Pierre Bourdieu, en su texto La Nobleza del Estado, educación de élite y espíritu de cuerpo, somete a crítica los modelos educativos estatales elitistas concentrados sobre un determinado grupo de gente, que suelen reproducir una lógica de poder socio-económico y cultural. La crítica de Bourdieu es un claro ejemplo de cómo un discurso progresista en Francia puede ser conservador en su recepción latinoamericana. De hecho, gran parte del discurso neoconservador de América Latina repite y recorta esas ideas: la idea de que el poder (el único “poder”) es el Poder del Estado, cuando en nuestros países, tan concentrados y desiguales, los Estados, por el contrario, están bien lejos de representar ninguna “nobleza”: el empleo público está precarizado y devaluado. El verdadero “poder” es otro, pero nunca aparece nominado como tal. Se invisibiliza y naturaliza (orden dado, orden “libre”) y no se reconoce su artificialidad política: no se discute. Solo por eso se puede cuestionar el “autoritarismo” de países y Estados débiles y precarizados (Gran Bretaña, que militariza el Atlántico Sur desoyendo a la ONU, cuestiona a Argentina como estado “colonizador”) cuando intentan, paradójicamente, tomar alguna medida tenue para defender su soberanía y sus recursos (que quedan en manos del verdadero poder financiero invisible, orden que no entra en discusión, asumiendo que el único “poder” es el Estado, cuando el “poder” del Estado es bastante menos “poderoso” que el poder financiero, económico, que lo condiciona y desde cuyos centros diagrama políticas que nuestros Estados débiles no siempre pueden, desde la periferia, contradecir ni poner tampoco en entredicho). Roberto Schwarz, en su texto Las ideas fuera de lugar, subraya que lo que puede parecer muy “progresista” en Europa (Wacqant, discípulo de Bourdieu, vino a estudiar las cárceles en Argentina para evitar este error) puede no serlo en América Latina, donde la realidad es muy disímil. Entre nosotros, a la inversa, el Estado no representa ni encarna ninguna “nobleza”. Frente a la concentración económica, el Estado representa, para las mayorías, la única posibilidad real de sobrevivir con algo de dignidad.

Necesitamos sí un cuerpo de abogados que, a diferencia de lo que sostiene Bourdieu en su libro (la nobleza es una idea colonial) tenga y funcione con verdadero “espíritu de cuerpo”. Formar un sólido cuerpo de abogados del Estado “misión de la ECAE- no es participar de ninguna mirada “elitista”. Al contrario: es combatir la desigualdad y el hambre de las mayorías, defendiendo los recursos nacionales de la extranjerización y el vaciamiento. Es defender nuestra soberanía. Otra idea que la teoría política francesa cuestiona: en Francia se habla, a instancia de la crítica de Levinas a Heidegger, retomada por Blanchot, de soberanía “impolítica”; idea que tampoco defendemos, para Argentina sí importa y mucho defender “y entender- su soberanía política. Volver a ser un Estado soberano.

*Director nacional de la Escuela del Cuerpo de Abogados del Estado, Procuración del Tesoro de la Nación.

Producción periodística: Silvina L. Márquez.