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La “novedosa” propuesta al estilo Hong Kong para Malvinas

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Davos. La reunión de Javier Milei con David Cameron. | AFP

El pasado miércoles el presidente Javier Milei, junto a la canciller Diana Mondino, y el secretario de Estado para Asuntos Exteriores, Mancomunidad y Desarrollo del Reino Unido, David Cameron, mantuvieron una reunión donde se habrían tocado los temas centrales de la relación bilateral, entre ellos la Cuestión Malvinas.

Cabe destacar que la reunión bilateral entre un canciller y un jefe de Estado es, cuando menos, llamativa.

Sin embargo, en el caso de la relación argentino-británica, desde el fin del conflicto armado, ésta no ha sido la excepción. Por ejemplo, en 1993 el entonces canciller británico, Douglas Hurd, se reunió con el presidente Menem y el canciller Di Tella tras elogiar la política económica argentina y ratificar su posición sobre la controversia. Tanto Menem como Di Tella tenían la intención de discutir sobre la explotación conjunta de los recursos pesqueros e hidrocarburíferos. Una reunión similar tuvo lugar 25 años después, entre el entonces presidente Macri y el entonces canciller británico, Boris Johnson, en Casa Rosada, sin mayores avances.

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Podemos ver un patrón ideológico en las reuniones de presidentes argentinos con cancilleres británicos.

Ahora bien, sobre la reunión bilateral del pasado miércoles 17, cada parte dio su versión de los hechos. En tanto el presidente Milei destacó el hecho de haber fijado “Malvinas” como un punto en la agenda bilateral y el comunicado oficial de la cancillería argentina sostiene que “ambas partes reafirmaron su posición, y se comprometieron a trabajar en una agenda sobre la base de la confianza y la cooperación”, el exprimer ministro británico no realizó alusión alguna a que la disputa de soberanía haya sido siquiera mencionada. El comunicado oficial del Foreign Office (cancillería británica) es diametralmente opuesto al comunicado nacional: “En cuanto a las islas Malvinas (…) dijeron que acordarían discrepar, y lo harían educadamente. La posición del Reino Unido y su apoyo constante al derecho de autodeterminación de los habitantes de las Malvinas no han cambiado”.

Seguramente la verdad estará a medio camino. Lamentablemente, ya hemos visto en el pasado cómo este tipo de maniobras no terminan saliendo bien. Solo falta recordar el bochornoso espectáculo del expresidente Macri al hacer referencia que se había cruzado con la entonces primera ministra Theresa May y que habían acordado negociar la soberanía. La desmentida implacable e inmediata británica nos dejó como hazmerreír ante el mundo.

Ahora bien, más allá de estas cuestiones de comunicación y la estrategia de ambas delegaciones –que espero sean aclaradas con mayor precisión–, creo fundamental entender en qué consiste la mentada “solución Hong Kong” que el presidente Milei mencionó –durante la campaña– como su estrategia para cumplir con la manda constitucional y que ahora vuelve a reflotar, al menos, ante la prensa nacional.

En primer lugar, cabe explicar brevemente qué es “la solución Hong Kong” o “retroarriendo”.

El Reino Unido concluyó, durante el siglo XIX, tres tratados con el gobierno chino relativos a Hong Kong (1842, 1860 y 1898) donde, en los primeros dos, cedió Hong Kong y la parte sur de la península de Kowloon al Reino Unido a perpetuidad y, en el último, cedió por 99 años –desde el 1° de julio de 1898– a Londres los “Nuevos Territorios”, que comprenden el 92% del área total, pero sin contraprestación alguna.

Tras la Guerra de Malvinas, y viendo la debilidad británica en el ámbito internacional, Beijing presionó para alcanzar una Declaración Conjunta en 1984 por la cual China reasumía el ejercicio de soberanía sobre todos los territorios de Hong Kong –incluido aquellos cedidos a perpetuidad– a partir del 1° de julio de 1997 y se comprometía al establecimiento de una Región Autónoma Especial por un plazo de 50 años, a partir de esa fecha.

Ahora bien, esta solución no es novedosa en la Cuestión Malvinas. La figura del retroarriendo o lease-back, puede definirse como la cesión por un Estado de la administración y posesión de parte de su territorio –del que continúa siendo soberano– a otro Estado, quien suele obligarse a su vez al cumplimiento de una contraprestación, por un plazo determinado. Esta figura ha sido avanzada por ambas partes de la disputa en diversas ocasiones durante los 17 años de negociaciones entre 1966 y 1982 sin poder alcanzar una solución favorable.

¿Pero esta opción es recomendable para la Argentina? ¿Cuáles serían sus efectos? Con esta propuesta la Argentina obtendría como ventaja el reconocimiento expreso de su soberanía por parte del Reino Unido, pero sin poder ejercerla por un plazo determinado. Por su lado, el Reino Unido obtendría por primera vez en los cinco siglos de historia malvinera un título jurídico válido para su presencia en las islas Malvinas y reconocido por la Argentina. En ese caso tendría la posibilidad de explotar los recursos naturales de forma legal –y agotarlos–, podría afianzar la dependencia económica de las islas con Londres, entre otras cuestiones.

Cabe preguntarse, entonces, si es esta opción conveniente para la Argentina. ¿Aún más, es esta opción realista?

Lo cierto es que en la actual situación de la relación bilateral es impensada esta posibilidad. No funcionó en el período de 1966-1982, cuando había una negociación en proceso y las chances eran infinitamente superiores. No funcionó con China respecto a Hong Kong. sino hasta que la debilidad británica y la superioridad de Beijing en el ámbito económico, militar y de relaciones de poder se hizo palpable tras el conflicto armado de 1982.

Es decir, esta propuesta no solo no es novedosa, sino que parece más bien un enunciado de campaña para salir del paso, con un claro desconocimiento de la historia y de la realidad actual de la controversia de soberanía.

Mientras esta reunión se llevaba a cabo, el Reino Unido continúa militarizando el Atlántico Sur y realizando de manera unilateral, ejercicios militares que ponen riesgo la paz y seguridad de la región y que atentan contra la Zona de Paz y Cooperación del Atlántico Sur (Zpcas).

En tiempos en donde la humanidad entera está en vilo por el uso de la fuerza en distintas partes del mundo, y los efectos devastadores que esto está generando en la población civil, el gobierno británico realiza este tipo de demostraciones de fuerza totalmente injustificadas, con una irresponsabilidad ingente.

Como sostuve con anterioridad, acompañaremos toda acción que consolide y defienda nuestra soberanía e integridad territorial, bregando por el cumplimiento de la Disposición Transitoria Primera de la Constitución Nacional, construyendo desde Tierra del Fuego cada vez más apoyos en torno a la Cuestión de las islas Malvinas, pero no permitiremos un paso atrás en la defensa de nuestros derechos, ni en políticas contrarias a nuestros intereses.

El gobierno nacional debe establecer una política realista y, por sobre todo, debe ser consensuada con todos los actores con interés directo en la Cuestión. La provincia de Tierra del Fuego es la que sufre en primera mano la expoliación y usurpación británica porque somos todos los fueguinos y fueguinas quienes debemos convivir todos los días con parte de nuestra provincia ocupada militarmente. Pero esta política debe estar, a su vez, en un todo conforme con nuestra Carta Magna, y debe buscar por todos los medios pacíficos a nuestra disposición la solución de la disputa de soberanía a efectos de recuperar nuestro ejercicio pleno de ella sobre los territorios usurpados.

* Gobernador de la provincia de Tierra del Fuego, Antártida e islas del Atlántico Sur.