Existe una interesante tentación por lo literal, por lo directo e inmediato, es decir por una idea del presente como una realidad total y completa, siempre que hace su aparición un nuevo evento. Bajo estas condiciones la complejidad social queda resumida en un único instante, que como paradoja, vuelve a actualizarse o modificarse en un próximo nuevo instante futuro al que se le dará el mismo trato episódico y total. Así, la sociedad es descripta como una suerte de torrente de estímulos en insistente influencia. Cristina Kirchner, como un ejemplo de esos mecanismos descriptivos, suele recibir ese mismo trato de análisis, aunque necesite ya, recibir otro.
La idea del tiempo como urgencia en el presente no es algo que tenga presencia en todas las operaciones sociales. Para algunos ámbitos de la sociedad el presente es más bien un tiempo, en el que se despliegan mecanismos sobre procedimientos ya establecidos y en donde la urgencia es observada más bien, como una irresponsabilidad que podría poner en peligro el correcto funcionamiento especializado de esos sistemas sociales. La ciencia tiene métodos aceptados como válidos y no pueden ser apurados; el derecho impone condiciones de ingreso a las causas y tiempos de los juicios sobre análisis de las pruebas; y el arte puede determinar el momento justo en que una obra se considere completa. Para estos casos, el presente no suele ser un momento de exaltación.
La descripción de procesos sociales se confunde con la preocupación de la noticia presente
Cualquier persona podría darse cuenta también que su vida cotidiana está repleta de presentes intrascendentes en los que no hace más que hacer sin pensar demasiado. La vida social es básicamente una necesaria repetición de esquemas medianamente conocidos para poder manejar ciertas expectativas en el trato con otros y con las instituciones u organizaciones en las que se debe circular. Las empresas invitan a sus empleados a “pensar fuera de la caja” como una frase repetida hasta lo insignificante, los influencers de autoayuda ofrecen el mismo tipo de receta para el autoconocimiento de las personas y la gente critica a la política en redes sociales utilizando quejas similares en las que se incluye el pago de impuestos, la libertad, la queja del peronismo o de la derecha, creyendo ser el resultado de procesos propios de pensamiento, pero duplicando en simultáneo los textos de tantos otros desconocidos. El campo social solo establece, justamente, las condiciones de la comunicación sobre esquemas recurrentes.
La pregunta por la urgencia de la inmediatez debe trasladarse hacia otros dos ámbitos específicos de comunicación y especializados por sus propias condiciones de operación: la política y los medios de comunicación masivos. Para estos dos casos, el presente es prácticamente lo único real y relevante ya que se han especializado en sus respectivas evoluciones en tratar, de manera diferenciada, algo de lo que solo ellos se ocupan: las noticias y las decisiones de gobierno.
Una noticia es una información, es decir algo para decir, pero que operativamente no es más que una diferencia, y fundamentalmente una diferencia en relación al resto rutinario y repetitivo de los procesos sociales antes descriptos. En los medios todo tiende a ser fantástico, veloz, único, repentino, de último momento, y que por esa misma condición de necesidad de la novedad, cada noticia nueva se dirige siempre a su obligada también inmediata muerte al momento de ser comunicada. Desde allí solo se puede salir en busca de otra nueva que ocupe su lugar, para también morir luego de ser comunicada.
Rinaldi y el descubrimiento de la sociedad
En ese tratamiento extremo del presente hay algo que queda sin ser observado. La colocación obsesiva en una declaración pública de Cristina Kirchner, de Sergio Massa, de Patricia Bullrich o de quien sea, hace justamente de ese presente una confusión en el análisis. El esfuerzo por la descripción de procesos sociales se confunde con la preocupación de la noticia presente, de modo que un recorrido social con muchos condicionamientos es reemplazado por el intento de análisis detallado de lo dicho por alguien en condiciones también particulares. De inmediato se activan preguntas: ¿qué puede pasar ahora con esta declaración?, ¿es esto un condicionante para el futuro electoral de un candidato?, ¿cómo podría reaccionar la sociedad luego de este episodio? La relación entre un presente específico, indicado en el tiempo con una declaración, pasa a convertirse en una potencia revolucionaria de los próximos sucesos sociales.
En estos días se ha podido detectar el modo en que Sergio Massa y Cristina Kirchner compartían actos. Las declaraciones de Cristina fueron noticia y tratadas justamente como la condición renovada en que ese presente imponía sobre el futuro inmediato de Massa. Como toda noticia, se hacía la típica pregunta hacia adelante, alrededor de ese presente de impacto y sobre si la campaña del candidato a presidente por Unión por la Patria estaría ligado como una condena a la actual vicepresidenta. Pero la obsesión por ese presente, por la novedad, deja en general siempre algo sin ver, sin ser indicado, y en este caso, hay elementos del pasado que no son detectados, y que podrían darle un sentido alternativo a esta situación.
Cristina Kirchner intenta sostener una influencia en relación a un candidato que probablemente ya tiene mayor control de las redes del Estado y de las decisiones de gobierno de las que logró tener ella sobre Alberto Fernández, o del mismo Alberto Fernández sobre su propio gobierno. Su definición como candidato representa exactamente lo opuesto a las ideas más consolidadas de su espacio en el peronismo, al mismo tiempo que expresa el reconocimiento de que por ahora su tiempo está condicionado. Aceptar eso no es sencillo, y sus declaraciones y búsqueda de notoriedad son un intento de resistencia, pero que en la realidad del proceso extenso de la campaña electoral deberá enfrentar limitaciones. Cristina es más una noticia que una operación con influencia completa, y sabe y detecta que Sergio Massa es un límite potencial todavía mayor.
La política argentina se ha vuelto literal en relación a ese presente que es comunicado a través de esas noticias obligadamente nuevas, y hasta ha profundizado la dificultad por encontrar los límites entre medios y política. Esposas periodistas de candidatos que deben tratar la complejidad informativa sin aclarar cómo resolverían conflictos de intereses, periodistas que pasan a ser candidatos o candidatas en un instante, y hasta declaraciones de campaña dispuestas a atender la retroalimentación entre noticias e indignación colectiva con fórmulas violentas difíciles de relacionar con la legalidad. Todo en campaña, todo al instante sobre la base del impacto.
Para los apurados en las tendencias existe un riesgo, y es el mismo que corre una noticia. Lo que en un contexto de crisis puede ser terriblemente fantástico para lograr la mirada del público furioso, puede en un futuro cercano ser una exageración descontrolada de lo que en algún momento parecía necesario. Eso ocurre cuando los procesos sociales quedan ocultos en un presente que parece eterno, pero que como todo presente, se renueva a cada instante. El problema para estos es que de ahora, hasta noviembre, hay demasiados futuros presentes.
*Sociólogo.