COLUMNISTAS
Envidia y alegría

La selección le sube la vara a la política

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Messi y Scaloni. Ambos se preparan y juegan. Hacen todo con alegría y profesionalismo. | AFP

La movilización popular fue creciendo fuertemente, desde el triunfo a Países Bajos, hasta llegar al martes discutido.

El éxito mundialista  hará que no vaya a ser fácil bajarle las pulsaciones a la sociedad luego de haber visto el  esfuerzo que hicieron los jugadores en la cancha. Lo mismo le van a pedir a la política. La vara subió.  

Habrá más exigencia hacia los dirigentes en general y el gobierno en particular. Esta semana los argentinos  estaban festejando que su camiseta estaba en el podio del fútbol mundial.

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Vivaban a Messi y a si mismos. Hace mucho que no se ven tantas camisetas argentinas  y tan pocas banderas.  Poco grito de guerra. Todo lo contrario de las movilizaciones políticas. En las marchas  políticas hay muchas banderas. Sus participantes necesitan mostrar de donde vienen, en quien se referencian  a favor o en contra de quién están. Son rostros  bravíos , con cánticos pidiendo por alguien, por algo contra alguien.  

Sucede en las movilizaciones de todas las fuerzas políticas y sociales. En contraste hace mucho que no se ve tanta alegría, tanta movilización  espontánea  incontrolable.

Hay dimensiones generacionales, sociales  y políticas que nos permiten entender que la  masividad era esperable no necesariamente el número. Veamos algunas :  A) casi el 60%  del padrón electoral no había vivido el sentirse campeón  del mundo. B) La pandemia  además de cambios en el modo de trabajar generó aislamiento y pérdida de  una vida social que se quiere recuperar , C)  hay enojo social, la economía crece, hay trabajo pero eso no garantiza salir de la pobreza, el dinero no alcanza  y hay inflación  D) La incertidumbre sobre el futuro genera inquietud y miedo. E) Faltan lideres ejemplificadores, nuestra dirigencia  está más preocupada para ver cómo aprovechar las situaciones  y errores del otro  que de marcar un rumbo esperanzador, por eso la mayoría  de los dirigentes son percibidos  como más de lo mismo.

Dirigentes estresados por la celeste y blanca

En sentido contrario nadie discute ni al héroe - Messi-  ni al líder armonizante Scaloni en la interpretación que les da Campbell en El Poder del Mito.  De hecho  son diferentes, uno inició un largo proceso, una larga aventura antes de alcanzar el objetivo, el otro  es quien se dio cuenta de lo que había que hacer  y lo hizo. Ambos se sacrifican, planifican  se preparan  y juegan.  Hacen todo con alegría pero con mucho profesionalismo.

Podrán ganar o perder pero el modo de hacer las cosas  es lo que los hacen diferentes. Han logrado bajar un  mensaje de unidad, de idea de lo que se quiere  hacer, de tener objetivos claros, de planificar no ser exitistas  ni vendehúmos.

Lo que hoy  trasmite  la selección de fútbol llega a la gente con una facilidad que la política toda envidia. Hoy la política es la contraparte. Esta alegría compartida por todos hace mucho que la dirigencia política  no la puede generar. Y la diferencia  no está en las emociones.

No se trata de  que  el fútbol es emoción, y el voto es  racional.  El voto también es emotivo. El problema es que desde la vuelta de la democracia  tuvimos pocos momentos  en  donde la ciudadanía se sintiera mancomunada detrás de un líder o una idea en común. Estas mismas generaciones  que casi no vivieron el mundial del 86  cuando eran pequeños  tuvieron padres  que  al  Alfonsín símbolo  de  la  Democracia  se lo comió el “ Felices Pascuas la casa esta en orden “ y allí se terminó la magia.

Y llegó el pragmatismo de Menem, y  a la convertibilidad  le siguió la desocupación y la corrupción que quiso corregir  De la Rua  pero todo terminó volando por el Aire.

En el 2003 Kirchner  despertó la ilusión del crecimiento y la distribución pero todo terminó en confrontación.

Cristina ganando con el 54% cuando dijo “vamos por todo” se fue quedando más sola. Macri fue ilusión para un sector por solo dos años. Y  Alberto tiró por la borda el 80%  de consenso que había logrado.

Así estamos  con políticos  que  prefieren las banderas a  las camisetas. La grieta al consenso.  Por más que vengan las fiestas y las vacaciones la mirada estará puesta sobre si alcanza el dinero, sobre si las cosas se están encarrilando o si habrá alguien que pueda hacerlo. Además, ¿quién será el político que se anime a llamar a una movilización  en nombre de las mayorías? Todo parecerá pequeño, casi ridículo. Ninguno es héroe, ni apareció un líder de equipo tipo Scaloni.

*Consultor político.