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Otras épocas

Inflación y competitividad electoral

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Imágenes. Muchos comparan la situación actual con la crisis de 2001/2002. | cedoc

Sabemos que entre inflación y resultado electoral hay vínculos estrechos. Al día de hoy la situación preelectoral del oficialismo pensando en 2023 es bastante complicada. Muchos ya dan por vencedor a Juntos por el Cambio. Sin embargo, 2023 tiene parecidos con otras situaciones históricas. Cuando  actualmente preguntamos  a quién votaría si al momento de las elecciones la inflación bajara en forma sustantiva, el oficialismo registra porcentuales  fuertemente competitivos. Claro que ver para creer. Muchos comparan la situación actual con la crisis de 2001 /2002, a mí me gustaría mirar un poco 1991. Porque al igual que hoy, en 1991 el sistema democrático no había explotado y la inflación era protagonista de los desvelos de la población y aparecía una fuerte demanda de renovación dirigencial.

Con ese momento  hay dos grandes diferencias, se trataba de Elecciones  Legislativas y a gobernador, pero no a Presidente. A la vez, a diferencia de hoy, había un gobierno y un liderazgo  fuerte a cargo del Ejecutivo. Así que lo que vamos a intentar comparar son los efectos de la baja de la inflación en los resultados electorales, sin por ello realizar una prognosis sobre la elección presidencial 2023, pero si mostrando cómo la disminución del índice incide en el número final.  

Viejos dogmas no sirven para entender los cambios

En 1991 hubo elecciones  a gobernador y a diputados nacionales. Luego del Plan Bonex y antes de la convertibilidad se daba por supuesto que el oficialismo perdería la mayoría de las elecciones, tanto las locales como las nacionales. El resultado final fue todo lo contrario. El gobierno nacional tomó tres decisiones que le permitieron vencer en la elección a gobernador en 13 de las provincias  y ganar las Legislativas. Adelantaron las elecciones provinciales y, ante el desgaste de viejos dirigentes, impulsaron una renovación dirigencial que dio lugar a los Reutemann en Santa Fe, los Ortega en Tucumán y  se lanzó el plan de convertibilidad. En el momento en que la convertibilidad fue puesta en marcha, el impacto electoral era mínimo. Los resultados que obteníamos en las encuestas mostraban que vencería la oposición, pero cuando preguntábamos si cambiaría de opinión ante una posible baja de la inflación, las respuestas cambiaban. A los tres meses cuando la inflación bajó la situación electoral cambió. A pesar de que el oficialismo no tiene un gobierno fuerte,  Massa está dando señales que el descenso de la inflación comenzará en poco tiempo,  y además, espera que entren dólares. ¿En qué se basa? En que el índice de octubre arrojó dos datos positivos, la inflación núcleo fue de 5,5%, casi un punto menos que la general, y la inflación mayorista fue de 4,8%. Por otro lado, confirman que  la firma del acuerdo con la IRS de EE.UU. para el intercambio automático de información estará operativo antes de fin de año. Y ello, más el crédito del BID, más Vaca Muerta, más una más posible ayuda de Lula, podría dar un colchón de dólares. Que cambiaría la actual ecuación. Estos pronósticos se dan de bruces con los del mercado, que hablan de una inflación no menor a 6% mensual como número óptimo, la sequía que acecha y el  parate  de la actividad económica. De cómo le vaya en los próximos meses en la economía, dependerá en mucho el destino electoral del oficialismo. Los intentos de Cristina Kirchner de correrse al centro imitando la campaña de Lula en donde se hace de cuenta  que el propio gobierno no existe, tiene el problema de que mientras Lula se enfrentaba a Bolsonaro omitiendo a Dilma, Cristina intenta omitir a Alberto, al tiempo que depende de la capacidad de Massa para bajar la inflación y ordenar la economía. Es una campaña que no parece simple. En  mi visión la lectura no me lleva a Cristina candidata, sino más bien el Cristina construye. Para  ir al centro no puede repetir ni Alberto -Cristina ni Cristina-Cobos, ninguna de las dos experiencias funcionó. Sus llamados al radicalismo a reconocer una vertiente democrática común, a aclarar que ella no se fue de la Plaza con los Montoneros, a predicar que es necesario resolver el problema de la inseguridad y volver a la movilidad social ascendente, requieren credibilidad social, y que de aquí a las elecciones la inflación baje, que es lo mismo que decir que se recuperen los ingresos. Alta inflación, con suba de ingresos es más de lo mismo, genera el efecto inverso. Credibilidad social y baja de la inflación pueden generar un cambio de escenario, tanto de tendencias electorales como de actores de la política. Falta poco para saber si ello es posible.

*Consultor político.