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Lali, la batalla cultural y la lógica amigo/enemigo

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Pelea. El Presidente explicó que se la tomó con Lali para dar la batalla cultural. | telam

En el aniversario de la Fundación del Club de la Libertad, el  Presidente explicó que se la tomó con Lali Espósito como un modo de dar la batalla cultural ya que si se ponía a hablar sobre Gramsci a nadie le interesaría el tema. Que en realidad, era un modo de cuestionar a gobiernos provinciales por gastar dineros públicos en festivales y no en ocuparse de prioridades más urgentes.

En otra ocasión cuando se le preguntó si no le parecía desproporcionado que un Presidente se agarre con un ciudadano, Milei explicó que lo que hacía no atentaba ni contra la vida, ni contra la libertad ni contra la propiedad de Lali.

Me gustaría detenerme un poco en estas reflexiones. Podemos estar de acuerdo en que no se atenta contra  la libertad de Lali. Veamos ahora los otros temas.

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En una sociedad ideal de “gentes de bien” como gusta decir seguramente dar la batalla cultural, poniendo a Lali como excusa no tendría consecuencias. Pero en una sociedad irritada, agrietada en donde la violencia está a la vuelta de la esquina y no solo en manos de delincuentes, sino que la vivimos a diario en las peleas entre vecinos, o subiendo a un transporte público, deberíamos tener cuidado de no estar llamando al diablo.

Es sabido que la violencia genera violencia, y la violencia no es solo física sino psicológica. Cuando desde el poder  de cualquier identidad política que sea se insulta con cualquier epíteto a los adversarios convirtiéndolos en enemigos, no podemos estar seguros de qué tipo de mecanismos sociales se desencadenen.

Lali Esposito y Javier Milei
Lali Esposito y Javier Milei.

Dice Agustín Laje, intelectual de derechas que empuja la necesidad de que los libertarios den la batalla cultural, entendida ésta no solo como mera discusión economicista, que la política se entiende como una práctica concreta a partir de las cuales se gestiona. Y que dentro de ello están las identidades antagónicas que adquieren la forma de amigo/ enemigo, pero que en un contexto democrático en la medida en que no se busca la anulación del otro el antagonismo toma la forma de amigo/adversario.  

Parte del fracaso argentino no es solo porque no supimos cuidar el superávit fiscal, sino que tenemos años y años de enfrentamientos violentos entre  sectores políticos y sociales en la lógica amigo/enemigo. Luego de mucho esfuerzo conseguimos continuidad democrática, que no estuvo exenta de violencia, desde escraches a ciudadanos, y a periodistas  hasta atentados políticos frustrados.

Las relaciones entre poderosos y ciudadanos no es simétrica. Quien maneja un Gobierno toma decisiones que afectan al conjunto. El ciudadano ante esto puede acordar o rechazar y salvo que encabece una rebelión no tiene forma de cambiar las cosas sino a través del sistema político. Quien se dedica a la vida pública sabe que puede ser cuestionado, que hay un sector de la sociedad que le tiene afecto y otro que no lo tiene. Y sabemos que cuando el político es exitoso crece en la estima pública y si no crece es porque no logró ni ser exitoso ni persuadir. Eso es lo habitual.

Hoy hay un alto grado de enojo de gran parte de la sociedad sobre la dirigencia política. Milei como emergente de dicho rechazo fue elegido para resolver lo que los otros no pudieron. Uno de los problemas que tiene hoy el Presidente es que no logra disuadir a más de los que le votaron y algunos de estos hoy muestran incertidumbre.

Su desafío es crecer, persuadir y ser exitoso. El concepto gramsciano de hegemonía cultural no afecta solo la práctica de  la izquierda. La misma búsqueda corresponde a todas las ideologías, si no, pensemos en cómo maneja EE.UU. a través de Hollywood la lógica buenos/ malos.

El liberalismo tiene todo el  derecho de intentar ser hegemónico así como el resto de las corrientes de pensamiento tienen ese derecho, el tema es que si lo hacen a través de la persuasión o a través de la violencia psicológica o física. El conflicto político gobernadores/poder central necesita ser resuelto y no hay allí buenos y malos sino conflicto de intereses.

*Consultor y analista político.