COLUMNISTAS
Canasta básica e inflación

Las lecciones del voto

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La provincia de Buenos Aires estrecha los controles en supermercados sobre +Precios Cuidados. | cedoc

Como muestra del notable éxito de la gestión de Roberto Feletti al frente de la Secretaría de Comercio Interior, el martes el Indec dio a conocer que la inflación a nivel general bajó al 2,5% en noviembre, en el marco del congelamiento de precios en productos de consumo masivo, y retrocesos en las categorías de precios estacionales y precios regulados.

Los precios de los alimentos y bebidas no alcohólicas se desaceleraron desde el 3,4% al 2,1%. 

En lo que va de 2021, la inflación fue del 45,4%. En el mismo período, la CBT creció un 36,4% y la CBA, un 39,9%, ambas por debajo del Índice de Precios al Consumidor (IPC).

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En términos interanuales, la inflación resultó del 51,2%, por lo cual también le ganó a la canasta alimentaria (+47,1%), y a la canasta total (42,8%).

Son datos muy importantes en varias perspectivas. 

La primera porque atacan el principal problema que sufren hoy los argentinos, en especial los segmentos vulnerables: la inflación en general y la de alimentos en particular. 

Un segundo tema muy importante es el impacto que esta baja en el ritmo de la inflación tiene sobre las perspectivas electorales del oficialismo. 

Ya se dijo hasta el cansancio que la pérdida de 4 millones de votos del FdT en las elecciones primarias, que hizo que la concurrencia fuera tan solo del 71%, se explican por los bajos niveles de ingresos de las familias y entre los componentes de ingresos los salarios son fundamentales.

Recordemos cuáles eran los niveles salariales promedio con los que el oficialismo enfrentó las elecciones intermedias.

Según los datos del Ministerio de Trabajo, Empleo y Seguridad Social de la Nación, en el segundo trimestre de este año, quienes trabajan en la industria manufacturera ganaron $ 52.602; en la construcción, $ 44.224; en el comercio, $ 46.744; en hoteles y restaurantes, $ 36.647; en transporte, almacenaje y comunicaciones, $ 65.144; en servicios financieros, inmobiliarios, alquileres y empresariales, $ 68.434; en administración pública y defensa, $ 66.002; en enseñanza, $ 60.442; en servicios sociales y de salud, $ 57.219; en trabajo doméstico, $ 21.971; y en otros servicios comunitarios, sociales y personales, $ 46.353. 

Todos por debajo de la canasta de pobreza metropolitana para cuatro personas, fijada entonces en $ 68 mil mensuales.

También muestra las diferencias entre el salario promedio de las mujeres y los varones: $ 52.770 y $ 59.291, respectivamente.

Era de esperar, con estos niveles de ingreso y una inflación del 52% anual, que un sector de los votantes del oficialismo en 2019 manifestara su desencanto, y así sucedió: no fueron a votar en una dimensión muy importante sin darle un solo voto extra a la alternativa neoliberal opositora, que también perdió electores.

Pero retomando el tema de la eficacia electoral de los ingresos familiares, el oficialismo debe considerar que el costo de la Canasta Básica Total (CBT), que determina la línea de pobreza, si bien se desaceleró por segundo mes consecutivo al subir un 2,1% en noviembre, y la Canasta Básica Alimentaria (CBA), parámetro para medir la línea de indigencia, también registró su menor suba en tres meses al trepar un 2,6%, los valores siguen siendo muy altos para los actuales niveles de ingresos familiares, en particular los salarios.

Hoy la CBT para un “adulto equivalente” (varón de entre 30 y 60 años) ascendió a $ 23.922. Por lo tanto, una familia “tipo” (un varón adulto, una mujer adulta y dos niños), necesitó $ 73.918 para no ser considerada pobre.

Paralelamente, la CBA para un solo adulto fue de $ 10.267 en noviembre. En consecuencia, una familia requirió $ 31.724 para no ser considerada indigente.

Cabe recordar que el Salario Mínimo Vital y Móvil se ubica desde octubre en los $ 31.938. A una familia apenas le alcanzó el mes pasado con un salario mínimo para cubrir la canasta alimentaria, mientras que para no caer en la pobreza necesitó 2,3 salarios mínimos. Lo mismo ocurre con jubilaciones y pensiones mínimas, todas orillando la línea de indigencia metropolitana para cuatro personas.

Las lecciones de las elecciones intermedias fueron contundentes y, tal como dijimos en estas columnas, nadie vota solamente con el bolsillo, pero ninguno lo hace contra el bolsillo.

Esperemos que el oficialismo tome nota de la eficacia electoral del ingreso porque, como señalara Albert Einstein: “Locura: hacer lo mismo una y otra vez y esperar resultados diferentes”.

 

*Director de Consultora Equis.