El “primer Presidente liberal libertario de la historia” llegó al poder, diciendo que aborrecía el “toma y daca”. ¿Lo habrá cambiado por el “daca y toma”? Sería al revés… Pero lo mismo. No es ninguna crítica. La democracia, entre otras cosas, se trata de convivir negociando, adecuando los objetivos a lo posible.
— Quiero sacar las PASO.
— Bueno, entonces saquemos ficha libre.
— Dale.
— Fin, diría Adorni.
Si yo tengo bloques claramente minoritarios y quiero cambiar el mundo, puedo hacer dos cosas: 1) no hacer nada porque no tengo fuerza, o 2) bajar las expectativas sobre el cambio hasta que tenga la fuerza suficiente. Carlos Salvador Milei en su máxima expresión optó por la segunda alternativa. “Pero si no negoció con los gobernadores el Presupuesto y no lo manda a Extraordinarias”. Otra muestra de pragmatismo. ¿Para qué quiere el Presupuesto? ¿Para ponerse una camisa de fuerza? “¡Dejalo así, chabón!” “Con los DNU de asignación de partidas, hago lo que se me canta y van a venir todos al pie, porque el año que viene es electoral”. El Javo debería pedir cambio de nombre de pila y llamarse Néstor Carlos.
Ésta fue la semana de las sesiones caídas, muestra de la capacidad de mutuo veto que tiene los principales actores, veto a veces negociado. Ahora veremos si los protagonistas respetan los acuerdos, o cambian las circunstancias y “se ven obligados” a rectificar lo prometido. En el único tema en donde hubo racionalidad y compromiso moral fue en la media sanción de la ley contra la ludopatía. No está mal: hubiera sido espantoso que ni siquiera hubieran votado eso.
El “toma y daca” de por sí no es un tema. Lo más interesante es en qué dinámica entró la política argentina y por qué. Cristina –y muchos otros– imaginaban a un Milei que se estrellaba a los pocos meses, y entonces había que imaginarse en quién podría ser el Presidente elegido por la Asamblea Legislativa, modelo Duhalde. Pero eso no sucedió. El Gobierno está más fortalecido que nunca en función de la evolución favorable de los indicadores económicos y los aprendizajes políticos. Por consiguiente, eso llevó a “la jefa” a concluir que hay que adaptarse a las circunstancias y ponerse a liderar el vilipendiado PJ. Porque si hay que sentarse a negociar, mejor ser la jefa de oposición, ¿no? Luego se verá si vuelven y mejores.
El cuadro de situación positivo deja a toda la oposición sin saber mucho qué hacer y rindiéndose a las evidencias, con una serie de consecuencias llamativas:
1. Si se anulan las PASO –aprobadas bajo el primer gobierno de CFK– eso complica a Macri y le da poder a la lapicera de Cristina, dentro del pejotismo.
2. si el acuerdo prospera, será muy difícil que Martín Menem deje de ser presidente de la Cámara de Diputados.
3. si se da un paso más, quizá hasta encuentren una salida al tema Lijo y la constitución de la Corte, entre otros pliegos “que vagaban por ahí.
4. En el medio de todo eso lo dejan al PRO-Macri sin el pan y sin la torta: no cobran por apoyar y cuando proponen algo ético –ficha limpia– se lo voltean.
5. Al no haber Presupuesto 2025, los gobernadores del ex-“Juntos por el Conflicto” se verán más compelidos a negociar listas con LLA.
6. Visto y considerando esas cinco consecuencias, no solo La Libertad Avanza, sino que la polarización también.
Frente a un Presidente que es claramente un duro negociador y tiene viento a favor, existe una sola figura en la política argentina que tiene poder, es suficientemente audaz y tan dura como él para negociar: Cristina Fernández de Kirchner. ¿Otra vez Cristina como gran antagonista? Uno en política no siempre hace lo que quiere, sino que hace lo que puede: ¿a qué otro adversario podría elegir el Gobierno? ¿A Kicillof, que no puede dar esa pelea fácilmente, porque debe gobernar la provincia de Buenos Aires, y tiene mejor imagen que Cristina? ¿A Massa, que está desaparecido en acción, midiendo los tiempos para ver cuándo tiene sentido volver a escena, y que ganó la primera vuelta? ¿A Grabois? ¿A Moreno? ¿A Quintela? No hay mucho para elegir, por no decir casi nada. De modo que el juego de las opciones del gran antagonista es sumamente limitado.
Un interrogante de la semana: ¿El Gobierno no pierde imagen positiva al contribuir a que se caiga “ficha limpia”? A una mayoría social anestesiada por el brutal ajuste, solo le interesa creer que hay un futuro. Si es con institucionalidad y valores, mejor. Y si no, mala suerte. ¿Revival de los 90?
Segundo interrogante: ¿Estas situaciones de bloqueo mutuo/ arreglo, no le dan alguna posibilidad a los del medio? Es muy complicado, porque el tercer espacio –teórico– no se va a articular como un todo, ergo, no genera masa crítica para llamar la atención en una discusión nacional. No es que no haya ningún espacio, pero al terreno hay que saber cultivarlo. Ahí faltan agricultores creativos. ¿Y si Macri se cree esa vía republicana moderada, como comentamos en algún momento?
Con la CGT negociadora, la brecha que cae, el Central que sigue de shopping, la posibilidad de un acuerdo con el FMI que le pueda dar fondos frescos, más indicadores de recuperación económica (aunque en septiembre se frenó), la afirmación de que se pagarán los compromisos de enero sin renegociar, y una apertura económica a ultranza con dólar barato, el Gobierno debería temer más a las noticias de afuera que a las de adentro. El amigo Donald amenaza con ponerse más proteccionista, generando expectativas inflacionarias y sembrando dudas sobre la tasa de la Reserva Federal, como anticipamos hace un mes y medio. Tras cartón, Brasil sigue devaluando y Rusia se prende en la misma. Se anticipan al súper dólar de Trump. Danger: todo eso puede desbaratar el esquema libertario (sería la segunda vez para Toto).
Sacar la ficha significa dar en el clavo con la apelación a alguna debilidad o atributo del interlocutor. Javier y Cristina se la sacaron mutuamente (y el Presidente parece que se la sacó a Macri). Ella le concede algo que él subraya en su discurso, y él le quita un obstáculo del camino… por las dudas.