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Lecciones para corderos

Milei tuvo un crecimiento inusitado: eso genera ansias de control y estallan los conflictos.

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Rugidos silenciosos, Javier Milei. | Pablo Temes

No vengo a guiar corderos, vengo a despertar leones”. Y los leones se despertaron… para pelearse entre ellos. Tarde o temprano iba a pasar, más allá de los personajes en sí (al final de cuentas, es toda gente con militancia política y lógicas ambiciones). Cuando algo crece inusitadamente, aparecen las ansias de control y los conflictos estallan. Eso no es de casta: es de poder en cualquier ámbito de la vida, sea una empresa, un consorcio, la comisión de bochas de un club o el sistema político. La gran diferencia es que lo que sucede en otros ámbitos no es tema para los medios, por eso la sociedad no se escandaliza, no porque la conflictividad sea menor.

A mayor tamaño, mayor es el nivel de conflicto. El Gobierno –que conduce el Estado– se lleva todas las de ganar en esta pasarela, acentuado por las dificultades de gestión política del Presidente. Lo que sucede en Juntos por el Cambio ya lo analizamos en esta columna en varias oportunidades. Mientras tanto, Milei crecía a expensas de las peleas ajenas y la fatal incertidumbre que acecha a la sociedad. Pero “a cada cerdo le llega su San Martín”, dice el famoso refrán, aludiendo a que cada cual recibirá en su momento la respuesta por los actos cometidos.

No es relevante analizar aquí lo que sucede en el entorno del líder libertario. En todo proyecto político hay ultraleales y críticos, ortodoxos y heterodoxos, palomas y halcones, etc. No es ese el punto. Diría uno de los más importantes políticos argentinos de la actualidad: “Bienvenido a la política”. Ser un referente mesiánico no significa necesariamente saber liderar un espacio político, esto es, administrar ambiciones, hacer jugar el conflicto siempre a favor del líder, desgastar a las distintas alas en peleas inconducentes, etc. En esa etapa de examen está Milei ahora. ¡Ojo! Tener problemas no significa exclusivamente un problema, muchas veces puede ser una gran oportunidad para crecer, consolidarse o reorientar las energías de los discípulos.

Hasta aquí, Milei oscilaba en una intención de voto entre los 15 o 20 puntos a nivel nacional, aun en los lugares más insospechados (por ejemplo, Santiago del Estero). Da la impresión de que empieza a tocar un techo. Era lógico: ¿hasta cuánto iba a crecer? La opinión pública lo puso en la cancha, ahora debe demostrar que está para jugar los 90 minutos del partido.

Repasemos las dificultades de Milei cuando faltan doce meses para inscribir candidaturas:

  1. El timing: en la vorágine de la política contemporánea, un año es una eternidad. Es un problema ser un buen prospecto con tanta anticipación, ya que se corre el serio riesgo de dejar de ser la novedad. Por lo tanto, tanta energía y desenfado pueden irse diluyendo a medida que se va formando parte del paisaje.
  2. La política: el establishment político lo es, entre otras cosas, porque trata de incidir en todo el tablero. Nada le pasa desapercibido, tampoco Milei, quien va recolectando dirigentes de todo tipo y color a lo largo y a lo ancho del país. ¿Dirigentes que se convirtieron en libertarios? En absoluto. Algunos son personajes extraviados que están viendo en el economista un décimo de un billete de lotería del gordo de Navidad: quizá se hacen ricos por el azar a muy bajo costo. Otros son quintas columnas enviadas por los dos partidos tradicionales a ver si pescan algo y luego se retirarán para vaciarlo de estructura. Una estrategia vieja como el mundo. El punto es la administración de todo ese “capital” político para que no se convierta en un fugaz amor de primavera. Esas son amenazas. Pero por el lado de la oportunidades, la vigencia de Milei la están alentando referentes del Frente de Todos, que creen que pueden dar vuelta un partido que luce para la derrota. O sea, si conviene que haya un tercero en discordia, entonces llegará al menos a las semifinales de la copa. Después se verá. Esa constelación de intereses compartidos le garantiza al libertario un lugar expectante durante bastante tiempo.
  3. La sintonía de la demanda social: ¿es una sociedad que se corre a la derecha o se corre al fastidio con el statu quo? Esta es la pregunta del millón para Milei, ya que si es lo segundo debería cuidarse muy bien de no confundirlo con lo primero. Pero no está solo en este intríngulis, ya que eso también tiene confundidos a los halcones de Juntos por el Cambio, quienes creen que el gran problema de la presidencia de Macri fue ir lento con los cambios. Según ellos, pierden votos a manos de Milei porque no se animan a decir lo que realmente piensan: la gran revolución viene demorada por ser timoratos. Faltan 14 meses para empezar a desentrañar este misterio. Por lo pronto, hasta acá, el juego lo definen los votantes moderados, no los radicalizados.
  4. Las reglas de juego: Argentina tiene un sistema presidencialista, con un curioso sistema de doble vuelta, sumado a las PASO, y en una era de coaliciones. Todo eso puede jugar en contra de Milei porque a) hay que tener mucha espalda para jugar tres partidos y coronarse, y b) al final promueve un voto estratégico, con lo cual deja afuera a jugadores importantes. En un sistema parlamentario sería otro cantar.
  5. La cultura política: al final, el segmento que define una elección piensa: “¿Con quién va a gobernar?, ¿con pocos diputados y sin senadores?, ¿sin gobernadores? Le van a hacer la vida imposible”. Es decir, Milei puede ser un gran sueño, pero tiene un año para demostrar que tiene muñeca para controlar al monstruo.
  6. Del testimonio al poder: hoy es un testimonio del fastidio, sin duda. Pero para pasar a ser una opción de poder real necesita una actitud propositiva, una consigna pro, no solo anti.

¿Es hora de que pase a una segunda fase de construcción y consolidación? Si se está estancando, sin duda. La política es un motor de dos tiempos: la acumulación y la construcción. Hasta acá acumuló. Ahora hace falta construir la vasija para contener toda esa agua de lluvia. Milei nació bajo el signo de la disrupción permanente. Su mayor riesgo es la indiferencia social.

En el film Leones por corderos, Robert Redford –un profesor universitario– cita que “en ningún lugar he visto a tales leones conducidos por tales corderos”, refiriendo a la frase asignada a Alejandro Magno. Milei no es un cordero, obvio. La cuestión es si sabe conducir leones.

*Consultor político. Ex presidente de Asacop.