Esta semana, en la tapa del diario El Mundo, el periódico español conservador de mayor influencia, se publicó una foto imposible para un lector español: el exsecretario general de Podemos, Pablo Iglesias, y la vicepresidenta del Gobierno, Yolanda Díaz, del brazo y sonrientes, rodeados de cámaras. Ocurre que, en este momento, ambos tensan un pulso político que puede fragmentar el espacio de la izquierda. En el interior del diario, en páginas centrales, otra foto utópica: el presidente Pedro Sánchez y el líder de la oposición, Alberto Núñez Feijóo, también, alegres a más no poder, acodados en una barra, compartiendo cervezas. Se nos advierte de que estamos ante imágenes generadas con inteligencia artificial, pero su repercusión fue ínfima.
En 2004, cuando el terrorismo islámico hizo detonar explosivos en cuatro trenes que llegaban a la estación de Atocha de Madrid, lo que provocó la muerte de 192 personas, el expresidente Aznar culpó a ETA ya que, días después se celebraban elecciones nacionales y temía que el atentado se leyera como consecuencia de su apoyo a la guerra de Irak. El Mundo, entonces, construyó un relato prolongado en el tiempo que daba, desde la ficción, sentido a la versión de los hechos proporcionada por la Moncloa. Nunca se han retractado.
Esto no quita argumentos para ponderar el poder de la inteligencia artificial a la hora de crear narrativas paralelas y aumentar la confusión general.
A finales del año pasado, cuando fue posible operar con ChatGPT, conté aquí una experiencia en la que la plataforma respondía a las cuestiones que se le planteaba matizando el relato con cruces imaginativos a falta de datos certeros. El resultado, respuestas disparatadas. Obviamente, la evolución rápida de la herramienta va perfeccionando su capacidad para devolver información veraz, pero eso no implica que se pueda evitar el sesgo. Tanto Microsoft como Google están liderando la carrera para desarrollar productos con la nueva tecnología. El más importante: los buscadores. Serán a través de audio, con lo cual, Alexia, Siri y demás interlocutoras remedarán una versión sonora del Aleph: contendrán el conocimiento de todo el universo. Con un matiz: nos darán su versión de los hechos según han sido programadas.
Del mismo modo que mi sobrino le pide a Alexia un rap, se le podrá preguntar qué es un incel, la plusvalía o el nacionalismo. La respuesta que ofrezca será tomada por correcta. Quien está acostumbrado a manejar información no se queda en la piel de la Wikipedia, pero el uso rápido y práctico de las nuevas plataformas irán, sin duda, construyendo narrativas con relativa facilidad. Relatos sencillos, fáciles de entender, rápidos de digerir.
Damos por buena la tecnología, pero más allá del código binario, es muy difícil entender el funcionamiento de, por ejemplo, un chatbot de última generación; comprender los procesos internos de máquinas que huyen del entendimiento medio. Hay que resignarse, estamos a su merced y se hacen tangibles en los hechos consumados.
La inteligencia artificial ya ha mermado puestos de trabajo: servicios de atención al cliente, abogados, periodistas, analistas financieros, en fin, la lista es infinita. Goldman Sachs, siempre atento al interés general, asegura en una investigación que la inteligencia artificial generará una disrupción del mercado laboral que afectará a 300 millones de empleos en todo el mundo y que llevará a la automatización de la cuarta parte del trabajo que se realiza en Estados Unidos y Europa. Si bien esto no le explica a la gente cómo funciona la inteligencia artificial, sí le cuenta cómo opera en la vida cotidiana.
En un capítulo de las Crónicas de Bustos Domecq, Borges y Bioy narran la perplejidad del protagonista, quien al asombrarse primero por la desaparición del estadio monumental de River, descubre después que los partidos transmitidos por la radio no acontecen, son relatados mediante un guion y que en la televisión los interpretan actores con indumentaria deportiva.
Las fake news siempre han relatado aquello que no acontece. La novedad estriba en desentrañar lo que de verdad pasa, algo tan complejo como el periplo del algoritmo.
*Escritor y periodista.