COLUMNISTAS

Locos por los medios

Por Jorge Fontevecchia. De cómo los no alineados resisten la última etapa kirchnerista mientras que los beneficiados por el amparo del Estado están en movimiento constante.

Cambios en la galaxia K: Villarruel y Pergolini.
| Cedoc

Mientras que los medios no alineados con el kirchnerismo se aprestan –esperanzados– a resistir sin grandes modificaciones el último tramo que falta hasta el cambio de gobierno, no pasa semana sin que haya novedades relevantes en los medios que emergieron o subsistieron al amparo de la discriminación con la publicidad oficial o cuyos nuevos propietarios son los beneficiados con mayor proporción de licitaciones, concesiones o prebendas del Estado.

Casi se podría simplificar diciendo que los medios no alineados con el Gobierno son los que tienen los mismos dueños desde antes de la llegada del kirchnerismo y los muy alineados son los que cambiaron de dueño en la era K. Esa forma de construir dos categorías de medios, entre los que mantienen o no los mismos accionistas, quizás ayude a comprender identidades y esencias mucho mejor que las afinidades ideológicas, culturales, profesionales o éticas de cada grupo.

Y como lo que unifica al colectivo pro oficialista es su inexistencia previa al kirchnerismo, también se parecen en la manera de prepararse para el post kirchnerismo. Aunque en cada caso los cambios que se vienen produciendo en el campo de medios kirchneristas tengan justificaciones específicas, no se puede dejar de prestar atención a la presencia de un disparador común relacionado con un fin de ciclo.

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Veamos:

  • La semana pasada, y tras cuatro años de trabajo, tanto Claudio Villarruel como su socia creativa Bernarda Llorente fueron desvinculados de la dirección de programación y artística de Radio del Plata y el canal 360TV, medio comprado en el primer caso y desarrollado en el segundo por la proveedora de obra pública Electroingeniería.
  • Mucho más elegantemente y con menos ruido, en la misma última semana de 2014 se conoció que había comenzado el proceso de desvinculación del CEO de Editorial Atlántida, Rodrigo Sepúlveda.
  • La semana anterior se difundió que el Grupo Veintitrés, ejecutivamente a cargo de Sergio Szpolski pero en sociedad con Matías Garfunkel, dejaría de alquilar la licencia de FM que pertenece a Radio Rivadavia, desde donde se difundía la programación de Vorterix de Mario Pergolini, para pasar a hacerlo desde el permiso provisorio de la precaria FM Identidad.
  • Ya la semana previa se había anunciado que el Grupo Veintitrés había vendido la revista fundada por Lanata en los 90, semanario que lleva el nombre de la empresa y dio origen al grupo Veintitrés cuando Szpolski lo compró, a comienzos del kirchnerismo.
  • En estas mismas semanas, el Grupo Veintitrés traspasó su diario dominical Miradas al Sur al Movimiento Evita de Emilio Pérsico, otro de cuyos referentes es el Chino Navarro.
  • También en estos días se conoció que el actual propietario del diario Ambito Financiero, Orlando Vignatti, puso a la venta la mayoría de las acciones del medio, que había comprado en 2008 a los herederos de su fundador, Julio Ramos.
  • Paralelamente, Juan José Levy, cercano al Gobierno y a De Vido y mencionado en el caso Báez, compraría radio El Mundo, y también Radio City habría sido comprada por el productor de 6,7,8, Diego Gvirtz. Por último, Héctor Larrea, poco militante para Radio Nacional, fue pasado a FM Folklore y en su lugar arranca Carlos Barragán, el conductor de 6,7,8.
  • En C5N y Radio 10 hay continuos cambios; sólo en el último mes se produjo la desvinculación de dos figuras emblemáticas durante la gestión de Hadad: Chiche Gelblung y Débora Plager. Pero en el caso de los medios comprados por Cristóbal López, los cambios no obedecen a reducciones de costos ni son para ponerse a reparo de futuras faltas de solvencia, sino a una reorganización general. Radio 10 se despolitiza y C5N se convierte cada vez más en un canal de variedades.

Curiosa la Argentina, que a pesar de ser el país con más canales de noticias del mundo (siete nacionales) podría suceder que no quedara ninguno con el formato tradicional de noticias nacionales e internacionales porque todos podrían terminar pasando a ser, aunque en distintas proporciones, canales de variedades, con mucho chisme de espectáculos, policiales, tiempo y tránsito, más al estilo de Crónica que de CNN.

Esto también es consecuencia de la intervención del Gobierno sobre los medios, primero fomentando la existencia de múltiples canales de noticias para que no hubiera ninguno fuerte y, divididos y débiles, fueran más controlables. Y ahora que la publicidad oficial promete escasear en 2016, dado que la Ley de Medios permitió que se colocara a todos los canales de noticias al comienzo de la grilla, aprovechan su próxima ubicación con los canales de aire para tratar de conformar una especie de Primera C de los canales abiertos: Telefe y El Trece en una liga, América y Canal 9 en otra, y los canales originalmente de noticias, en la siguiente.

Probablemente la mayor parte de la información y las noticias clásicas queden para la radio e internet, medios más ligeros, rápidos y menos costosos.
Lo cierto es que en 2016 la mayoría de los medios y grupos de medios que surgieron promovidos por el kirchnerismo quedarán en algún grado de intemperie, devolviéndole al mercado una escala más lógica: hoy hay casi el doble de diarios, de radios y de canales de TV de los que había en 2003, cuando el total de la torta publicitaria es menor que la de los años 90. Otra comparación ilustrativa es que en Buenos Aires hay tres veces la cantidad de radios que en San Pablo, cuatro veces la cantidad de diarios y cinco veces la cantidad de canales de TV, porque ya hay en Argentina 270 señales de cable.

La proliferación de medios de comunicación en la era K no fue el resultado de un crecimiento de la demanda sino de una artificial expansión de la oferta, instrumentada por empresas sin tradición ni experiencia en medios de comunicación. Cuando les llegue el turno de tener que adecuarse a la realidad, verán cuánto más difícil es que adecuarse a la Ley de Medios.