El subsecretario de Derechos Humanos de la Nación, Alberto Baños, cuestionó abiertamente la cifra de treinta mil desaparecidos en la última dictadura militar ante el Comité contra la Tortura de las Naciones Unidas. Sin embargo, lo contradicen los registros desideologizados del propio Archivo de Seguridad Nacional de Estados Unidos, obtenidos por sus agentes de inteligencia en el marco del Plan Cóndor.
Una nota del diario Clarín del 25 de marzo de 2006 titulaba: “Un informe de Estados Unidos asegura que hubo 22 mil desaparecidos”. El documento al que hace referencia el diario también refleja cómo el exjefe de la diplomacia norteamericana Henry Kissinger, durante la presidencia de Gerald Ford, alentaba a los militares argentinos a que “lo que tengan que hacer, háganlo rápido”, en una referencia directa a la represión. La documentación afirma que esa arenga ocurrió 48 horas después del golpe de Estado, es decir, el 26 de marzo de 1976.
La labor del presidente Carter fue decisiva para frenar el accionar de la dictadura
Ese informe, al que refieren los diarios, fue dado a conocer por Estados Unidos al cumplirse en la Argentina el 30° aniversario del golpe cívico-militar. La misma información surge del diario La Nación, en una nota fechada el 24 de marzo de 2006 y firmada por el periodista Hugo Alconada Mon, entonces corresponsal del diario en Washington.
El número de 22 mil desaparecidos corresponde al año 1978 y surge del Archivo de Seguridad Nacional que conserva la Georgetown University.
Ese informe –publicado recién en 2006– fue elaborado a partir de información suministrada por integrantes del Batallón 601 del Ejército a agentes de inteligencia que operaban de incógnito en Argentina en el marco del Plan Cóndor. Lo mismo ratifica el periodista estadounidense John Dinges en su libro Los años del Cóndor, sobre la coordinación represiva desplegada en varios países de la región.
Además, existe otro documento del Departamento de Estado al que hace referencia Alconada Mon en su artículo de 2006. Allí se detalla que el consejero político de la embajada de Estados Unidos en Buenos Aires, Tex Harris, elevó en 1979 un total de 13.500 denuncias de desaparición de personas al Departamento de Estado. Todos estos datos –según La Nación– surgen de informes elaborados pocos días antes de la final de la Copa del Mundo de 1978.
Por entonces, el presidente estadounidense, Jimmy Carter, envió a Buenos Aires al diplomático David Newsom, número tres del Departamento de Estado, para comunicarle al dictador Jorge Rafael Videla que solo levantaría las sanciones económicas si revelaba el destino de los desaparecidos, si se juzgaba o liberaba a los detenidos sin proceso y si invitaba a la Comisión Interamericana de Derechos Humanos (CIDH) a inspeccionar el país. La visita de la CIDH se concretó en 1979 y derivó en un durísimo informe sobre la situación de los derechos humanos en la Argentina, informe que golpeó profundamente la imagen internacional de la dictadura, que se había esforzado por ocultar sus crímenes.
La labor del presidente Carter fue decisiva para frenar el accionar de la dictadura argentina y, sin duda, para impedir que la cantidad de vidas destruidas por el terrorismo de Estado fuese aún mayor. Se trata de uno de los temas más sensibles para la unidad de los argentinos.
Admiro la política de derechos humanos desarrollada desde Alfonsín
Aporto estos datos provenientes de países y medios que suelen representar el pensamiento de los votantes de La Libertad Avanza. No me interesa “tener razón”, sino contribuir a la verdad histórica con información oficial de países de indudable militancia “occidental y cristiana”, para evitar que alguien acuse de “ideologizar” el debate.
Los números mencionados reflejan lo sucedido en la Argentina hasta agosto de 1978 y refieren únicamente a la actuación del Ejército. No incluyen lo perpetrado por la Armada ni por la Fuerza Aérea. Tampoco contemplan las denuncias de los organismos de derechos humanos de nuestro país, que hablan de treinta mil desaparecidos.
La dictadura duró 2.795 días, desde el 24 de marzo de 1976 hasta el 10 de diciembre de 1983. Los datos publicados por Clarín y La Nación abarcan solo los primeros 800 días del régimen. Faltaban todavía 1.995 días para su final.
Tanto los 22 mil desaparecidos informados por el Archivo de Seguridad Nacional estadounidense como los números aportados por Alconada Mon, vinculados al Batallón 601 y al documento de Tex Harris, refutan de manera contundente el número de ocho mil desaparecidos citado por Alberto Baños para los siete años de dictadura.
Con humildad sostengo que es más probable –según toda proyección proporcional– que en 2.795 días de dictadura la cifra haya llegado a treinta mil, antes que ajustarse a lo que plantea el subsecretario Baños. Nos merecemos debatir con todos los datos disponibles para que Nunca Más haya no ya treinta mil ni ocho mil, sino ni un solo muerto ni desaparecido por sus ideas políticas, piensen como Baños o como Valdés.
“Siento que he salido del infierno”, dijo Jorge Luis Borges al enterarse de lo ocurrido durante la dictadura militar, ante lo cual pidió que ese delito no quedara impune.
El Comité Nobel galardonó a un argentino con el Premio Nobel de la Paz en 1980: Adolfo Pérez Esquivel, por su lucha contra la dictadura, quien confesó que estuvo a punto de ser asesinado en los vuelos de la muerte.
Y recientemente, la Unesco declaró a la antigua Esma como Patrimonio de la Humanidad, como testimonio universal del terrorismo de Estado, al nivel de Auschwitz, Hiroshima, la isla de Gorée, Robben Island, el Puente del Barrio Viejo en Bosnia y el Muelle de Valongo en Brasil. Todos esos sitios, al igual que la Esma, están protegidos por la Unesco.
Admiro la política de derechos humanos desarrollada en la Argentina desde la asunción del presidente Alfonsín hasta la actualidad. Esa política nos ha dado un prestigio mundial. Y aquí la baso en informes producidos por el país más admirado por el presidente que designó a Baños.
Se necesita mucho odio y resentimiento para, a 41 años de la restauración democrática, querer manipular y falsear la historia. Señor Baños, yo pongo aquí los archivos de Estados Unidos; si usted quiere, busque los de Italia, Francia o España, que seguramente multiplicarán los números que menciono, ya que usted está manipulando los que tenemos en la Argentina. Y si lo desea, consulte a los periodistas de Clarín y La Nación, autores de las notas que cito. Los derechos humanos no son de izquierda ni de derecha: SON.
* Diputado nacional.