Las conmemoraciones son anunciadas como procesos de vínculo con el pasado, en la idea de que allí existe algo que puede ser descripto en sus características esenciales anteriores, y por lo tanto, ser ofrecido para el conocimiento de los presentes, con algún sentido práctico. Algo así como “las enseñanzas del pasado para el futuro”. Pero con esto, rápidamente se puede detectar una paradoja operativa central, en tanto que las conmemoraciones, aunque hagan referencia a un supuesto turismo de momentos anteriores de la sociedad, nunca escapan a los presentes siempre renovados, en que esas conmemoraciones son desplegadas. En realidad, cuando se pide por la memoria, se pide por el presente.
Los actos sobre el 24 de marzo tienen una extensa trayectoria, que incluyen incluso a las mismas Fuerzas Armadas en funciones de gobierno. En YouTube se puede ver un acto del 24 de marzo de 1982 en que el locutor oficial decía: “Vamos a recordar en sencilla ceremonia los seis años en que las Fuerzas Armadas adoptan la determinación de iniciar el proceso de reorganización, para darle a nuestra nación su destino definitivo de grandeza”. Hugo Vezzetti recuerda también en uno de sus escritos una solicitada de apoyo a la dictadura en 1981 con el título “Si los argentinos tenemos memoria tendremos futuro”, exponiendo que la idea del recuerdo y la memoria, no pueden ser definidos como una simple acción de acceso al pasado, y exclusiva contra los asesinos de la dictadura, sino de intenciones de sentido en una actualidad siempre renovada. Los militares y sus aliados civiles, no propugnaban el olvido, sino una memoria particular. Vale la pena insistir sobre la pregunta de si en esto mismo, son o no los únicos.
Si algo tienen las Ciencias Sociales para llamar la atención sobre las construcciones de memoria colectiva es que se trata fundamentalmente de una combinación cambiante entre recuerdos y olvidos, y que se generan solo en el uso del presente, en un hoy, en esa selección modificable entre aquello que queda incluido o aquello que queda excluido como recuerdo; y que es sobre esas modificaciones y búsquedas de nuevos significados, que se puede tratar a esos mecanismos como objetos de estudio. En esto la literatura argentina es extensa e interesante con investigaciones extraordinarias de Emilio Crenzel, Elizabeth Jelin, el ya mencionado Hugo Vezzetti o Pilar Calveiro, entre otros. Así, es justamente relevante analizar aquello que se sostiene en el lado interior de lo aceptado como recuerdo, y aquello como catalogado como afuera o no relevante de ser incorporado. Las fuerzas políticas actuales hacen un uso sistemático de estas incorporaciones y exclusiones, cada vez que toca hablar de la tragedia de 1976. Sin embargo, en el hacer esto mismo, producen intenciones de novedades en el presente.
El vínculo con el presente, bajo estas condiciones descriptas, no debería sorprender, sino ser asumida como una consecuencia esperada del mismo ejercicio de memoria. Al igual que con la pandemia, el FMI o la inflación, todo debe ser llevado a una dinámica de gobierno y oposición, en la cual los temas tratados sean solo la excusa para llevar adelante el conflicto. Los debates por la cantidad de desaparecidos funge, de esta forma, como un equivalente funcional, en la disputa dentro del sistema político, igual a estar a favor de la vida o la muerte sobre las políticas de reclusión frente a la amenaza del covid, o hablar bien o mal de los enemigos. El peronismo que reclama memoria, verdad y justicia, sigue sin saber qué hacer con la Triple A, en tanto que selecciona no incorporarlo en la “memoria” o la “verdad”, ni tampoco recordar documentos fundamentales como la “Orden reservada del consejo superior del partido Peronista del 1 de octubre de 1973”. Quien se tome la molestia de leerlo podrá encontrar que los límites discursivos entre esa fuerza política y Videla, son realmente poco precisos. Hoy vale la pensar sobre nuevos límites.
El kirchnerismo invita a sus seguidores a una batalla total en la que no trata el presente o el pasado como una selección de inclusiones o exclusiones sobre el significado de sus visiones del mundo, sino como una integración estricta de elementos evaluados como siempre ciertos. Para el espacio, su visión es obligada como la verdad, como todo lo que debe ser exclusivamente cierto, de modo que aquello que no se ajuste a su esquema esencial, deberá ser tratado de manera casi inmediata como una falla. En su presente, incluso el que lo involucra con el pasado reciente de sus anteriores gobiernos, requiere de una construcción específica de memoria, verdad y justicia, en la que solo quedan ellos dentro, y el resto afuera. Máximo Kirchner dice que no se puede tener la visión de las manzanas de CABA, pero no incluye que alguien de Entre Ríos o de Salta, podría invitarlo a salir del Gran Buenos Aires. Pero hay otros olvidos.
El 24 de marzo es un espacio para desatar los conflictos presentes de una coalición que utiliza el escenario público para extremar los envíos de mensajes. El silencio de la oposición y la exclusión de cualquier otro en el acto, convirtió a las disputas oficiales en la simulación de una batalla de gobierno y oposición, pero a través de un proceso interno. En ese mundo, nadie de Cambiemos tiene ningún rol que cumplir porque con La Cámpora ya tiene el sitio ocupado.
El jueves se iban lanzando frases comunes sobre la importancia del recuerdo, pero sin incluir en la memoria de que Cristina fue la que había elegido a quien hoy parece rechazar con brutalidad. Macri toma el crédito con el FMI y debe hacerse cargo, pero Cristina toma la decisión por Alberto y solo tiene para ofrendar el olvido de lo que quedó claro, y aprendiendo de Cambiemos, fue solo una gran estrategia de marketing político con consecuencias detonantes para su interna. El 24 de marzo solo tuvieron para ofrecer una memoria estricta y no reflexiva para expresar el rechazo a su propia creación.
Todos y todas en la calle para construir el olvido de lo que nació en 2019, con un video por redes sociales, todos unidos en el conflicto de una memoria, una verdad y una justicia, que requerirá de un futuro presente, que le regalará un nuevo significado de recuerdo, cuando todo esto, quede en el pasado.
*Sociólogo.