Ahí están las fotos, las señales que envía la dirigencia y las de la realidad, más dura. Unas y otras conviven, se codean en la tapa del diario o en páginas online. Y marcan el contraste.
Una de las casi nulas fotos que habilitó el Presidente durante su descanso en La Angostura lo muestra junto al jefe de Gobierno porteño y los gobernadores de Mendoza y Jujuy ocupándose de la estrategia electoral.
¿Por qué Macri está en esa foto y no arriba de un helicóptero sobrevolando el Litoral inundado?
El Presidente aparece pisando la impecable gramilla de Cumelén y no el barro de las zonas afectadas. Y no se entiende. No se trata de entrar en una gastada polémica sobre sus vacaciones, como si su trabajo se redujera a un criterio fabril, pero esa imagen y su difusión alimentan prejuicios o revelan decisiones más preocupantes.
O al menos suenan incoherentes en una gestión que hizo de la cercanía del timbreo o las obras de proximidad un estandarte.
Se podrá argumentar que su presencia en la inundación no significaría una solución concreta, y hasta que podría verse como gesto demagógico, pero ¿no hubiera sido más atinado en ese momento escuchar las necesidades de propia boca de productores rurales o vecinos y postergar para otra ocasión el diálogo con Rodríguez Larreta, Morales y Cornejo?
¿Habrá pensado Macri en ir a las zonas inundadas? ¿Se lo habrán desaconsejado? ¿ Habrá tenido el Gobierno miedo a un escrache espontáneo o armado que podía viralizarse luego? ¿Y si ni siquiera fue una idea descartada?
Ahí está la otra imagen. La del gobernador de Santa Fe con el “siemprepuedesercandidatosisedanlascondiciones” Lavagna en las playas de Cariló, sacándole punta a un posible armado electoral, mientras el norte de su provincia registra cientos de familias evacuadas. ¿Significa eso que Lifschitz ignora el problema? No, y de hecho el propio funcionario dio entrevistas desde los lugares damnificados de su territorio. Pero por algo se insistió en remarcar que se trató de “un viaje relámpago”, como una forma de minimizar el tiempo dedicado a su encuentro con el ex ministro.
Es obvio que la foto del Presidente con su gente o la del gobernador santafesino con Lavagna no valían lo mismo hace tres meses. Hoy, son más valiosas. Y tan oportunas como inoportunas. Depende de qué privilegie cada uno.