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RUMBO AL 14N

Lucha electoral: la etapa final

La Argentina es la sociedad del cansancio, agotada de su fracaso histórico. Y marcada por un pesimismo ontológico.

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| Pablo Temes

Los amantes de las campañas y comunicación política están de parabienes. Con los números de las primarias sobre la mesa, las principales fuerzas políticas despliegan sus objetivos y estrategias para el cortísimo plazo de un par de semanas.

Lucha en el barro. Las dos principales agrupaciones tienen tareas completamente opuestas. El Frente de Todos tiene la obligación de revertir la situación al menos en algunas localidades. Para Juntos por el Cambio se trata más que nada de mutearse, hacer la plancha y esperar que el oficialismo siga cometiendo errores de principiante, en una etapa en que las cartas vienen mal barajadas.

De hecho, para la principal fuerza opositora, los resultados de las PASO fueron tan sorprendentes que tiene que lidiar con una presión interna creciente entre quienes se ven asumiendo en 2023. Quizás esto comience a ser su talón de Aquiles, el mejor ejemplo es Mauricio Macri y su marcha a los tribunales de Dolores, casi como un espejo en las convocatorias de Cristina Kirchner a los propios cuando era habitualmente citada en Comodoro Py.

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En el contexto actual la piedra de Sísifo la lleva en sus espaldas Alberto Fernández. Un presidente que tiene confundidos a propios y ajenos con sus movimientos, decisiones e indecisiones. El ejemplo más próximo fue la carta a la gobernadora Arabela Carreras manifestando que no podía enviar fuerzas de seguridad a Río Negro porque no le correspondía al gobierno nacional para terminar enviando gendarmes días después. Quizás el impacto no se notó en Capital Federal, pero sí en todo el país, donde el problema de los mapuches esconde otro más preocupante que son las tomas de tierras que se generalizan en gran parte del país impulsadas por la imperiosa necesidad de vivienda, pero donde también se ocultan algunos vivos que aprovechan la situación para realizar su propio negocio inmobiliario.

La Argentina es la sociedad del cansancio, de la bronca, de la distancia con la democracia y sus instituciones.

Tigres de papel. Antoni Gutiérrez-Rubí se hizo cargo de la mayor responsabilidad para un consultor político y experto en campañas electorales que es cambiar el curso de la historia en muy poco tiempo con todas las dificultades del caso. La única barrera que pudo romper desde el vamos fue la inédita arrogancia que tenía la dirigencia del Frente de Todos para las primarias donde la mayoría creía que se ganaba con el sello. “El todismo arrasa”, decían a quienes tenían enfrente. Obviamente, como reza el dicho bíblico podían ver la paja en el ojo ajeno y no la viga en el propio. La desconexión con el contexto social de la campaña electoral del FdT en las PASO con “la vida que queremos” fue total. El diagnóstico (si había alguno) estaba errado.

La Argentina es la sociedad del cansancio, no en términos de Byung-Chul Han, que piensa en términos de los países capitalistas avanzados, sino agotada de su propio devenir, de su fracaso histórico, lo que genera un pesimismo ontológico.

Es la sociedad de la bronca, de la distancia con la democracia y sus instituciones.

Es serio. La encuesta realizada durante 2020 por Latinobarómetro en la versión argentina (se hace en toda América Latina) indica que el 50% de la población cree que el país está en retroceso y el 41,5%, que está estancado, solo el 8,5% observaba algún progreso. Eso impacta directamente en los cimientos del sistema político: el 79,3% está insatisfecho con la democracia: el caldo ideal para locuras autoritarias. En este complejo marco el enfoque de Rubí es correcto: intentar generar optimismo y dejar a Juntos por el Cambio como el dueño de la negativa con su hashtag #Basta.  

Pero Rubí se encuentra construyendo una barca dentro de la inundación. Y tiene desventajas con respecto al otro gran experto de la construcción electoral: Jaime Duran Barba.

Hasta un punto el ecuatoriano integró la mesa chica del gobierno de Macri, moderando sus desbordes. En cambio, el catalán debe conciliar con un cuerpo de funcionarios desorganizados, con diferentes concepciones políticas y formas de ver las salidas posibles.

De ahí que exista una competencia hacia la radicalización y donde crecen, por ejemplo, mensajes de repudio a la deuda con el Fondo Monetario Internacional o estrategias que piensan que lo mejor es poner en las portadas a Mauricio Macri. Eso es nuevamente un subproducto del microclima, más que una demanda social. Tampoco Rubí puede cohesionar al Frente de Todos a nivel subnacional. En cada lugar existen enojos con las conformaciones en las listas y eso lleva a una enorme dispersión y desánimo interno. Es algo que impacta incluso en las provincias que se eligen senadores como La Pampa, Chubut o Santa Fe. Para que sea exitosa su práctica a nivel macro debe contar con los miles de componentes a nivel micro, es decir que los dirigentes locales se conecten y salgan a convencer voluntades.

Acampar hasta que aclare. Juntos por el Cambio metió un pleno en la ruleta electoral de las primarias. Puede retirarse del casino victorioso o empeñar hasta el último centavo intentando multiplicar sus votos para correr al kirchnerismo. Pero, como se sabe, el cero es el número menos apostado, y el que suele arruinar a los jugadores. También Rodríguez Larreta lo ha visto y trata de calmar las internas, ya no tanto preocupado por los halcones de su mismo espacio, sino por los radicales que vuelven con Facundo Manes, Martín Lousteau, Rodrigo de Loredo e incluso con el inoxidable Gerardo Morales.

Ya no van a aceptar que el PRO sea el croupier. Pero todos entienden la urgencia y acuerdan con Rubí en que potenciar el oposicionismo los puede limitar ostensiblemente hacia 2023. Por eso al #Basta se le sumó el #YoDecido, que un eslogan no muy claro y fronterizo con algunos posicionamientos durante la discusión por el aborto.

Pero también coinciden en que la elección se transformó en una lucha de trincheras y casamatas y en cada sitio salieron los referentes locales exitosos a defender las posiciones, aunque no sean candidatos.

El Frente de Todos marca una estrategia que manda a todo el equipo al ataque intentando meter algún cabezazo sobre el final del segundo tiempo que replantee la situación en la provincia de Buenos Aires; Juntos por el Cambio para a su equipo al mejor estilo Diego Simeone plantando la defensa y esperando algún contragolpe demoledor. Esperando están los libertarios de Avanza la Libertad y la izquierda radical del FIT-U, que pueden cautivar a los espectadores hartos del clásico de los últimos años.

La bolilla electoral ya está rodando.

*Sociólogo (@cfdeangelis)