COLUMNISTAS

Macri offshore

Los Panama Papers y su difusión recortada, según lo que interese instalar en cada país. La defensa de Scioli y Urtubey.

Je suis Panama en la tapa de Charlie Hebdo.
| Cedoc Perfil

“Si un gigante y un enano caminan por la misma ruta, cada paso que uno y otro den dará nueva ventaja al gigante.”

(Jean-Jacques Rousseau, Discurso sobre el origen y los fundamentos de la desigualdad entre los hombres, 1774)

* * *

No debe haber debate más convocante ni perenne que discutir sobre la mejor forma de distribución de la riqueza. Sobre cuándo el premio a unos pocos termina beneficiando al conjunto y cuándo no, aquellas veces que sólo sustrae de un total fijo e inagrandable. La posición simple supone que todo lo que beneficia al gigante perjudica a los que no lo son, tan equivocada como la idea del automático derrame que fluye por el enriquecimiento de quienes más tienen hacia el resto de la sociedad. La demagogia –por acción de los políticos y omisión de los formadores de opinión– apela al discurso simple porque es el más cómodo para cosechar aplausos o esquivar críticas ante verdades incómodas. Pero se condena a la sociedad a no comprender por qué pasan las cosas, manteniendo la ignorancia, una de las causas de su atraso.

Los periodistas locales de los Panamá Papers no menciona empresas, entre ellas los medios para los que trabajan

En el “círculo rojo” es común escuchar referirse peyorativamente al nivel de entendimiento de la gente común sobre cuestiones complejas cuando las elites (económicas, intelectuales, etcétera) las comprenden sólo porque les fueron bien explicadas por asesores generosamente remunerados.

Saber o no saber. Por ejemplo, en Argentina no se difundió la lista de los empresarios que aparecían en los Panamá Papers, pero en México sí, y entre ellos surgieron los nombres del CEO de Televisa, la principal empresa de medios de ese país; el de su competidora, TV Azteca; el de la empresa de medios de Angel Remigio González González, dueña en Argentina de Canal 9 y un grupo de radios que incluye Continental, además de muchas otras empresas que no son de medios. En la Argentina no se difundió la lista de las empresas o directivos de empresas que aparecen mencionados en los Panamá Papers –como, además de en México, sí hicieron los periodistas en Brasil, Chi le y Colombia, sólo por citar algunos vecinos– probablemente porque los periodistas locales que participaron del Consorcio Internacional de Periodistas de Investigación (ICIJ) deberían haber comenzado por los propios medios en los que trabajan, que tienen sociedades offshore, igual que Editorial Perfil aunque no en Panamá.

Pero no sólo las grandes empresas de medios (en Chile, la principal de ese país, el diario El Mercurio) sino las mayores empresas de todos los rubros tienen sociedades offshore, como lo publica hoy PERFIL ver página 22) pero, por su enorme nivel de exposición, ninguna de ellas dejaría de declarar patrimonio o ganancias a la AFIP.

Que las cámaras empresariales y los propios medios no explicaran las causas legítimas por las cuales se constituyen sociedades offshore es  otro síntoma de las responsabilidades de las elites en eldeterioro de Argentina, haciéndose las distraídas para esquivar temas impopulares. Al revés, engrandece a Urtubey y a Scioli haber salido a defender a un competidor político exponiendo que hay causas legítimas para tener una sociedad offshore.

Pero ellas no sólo son impositivas sino también operativas, porque ninguna empresa que se haya expandido fuera de la Argentina podría haber funcionado, y por momentos siquiera invertido, fuera de la Argentina sin terceras empresas en el exterior debido a que de manera crónica el Banco Central limitó y por momentos directamente
impidió la salida de dinero de la Argentina al exterior.

Más allá del legítimo ahorro fiscal –sino, no existiría planificación tributaria sana– y de la inexistencia de restricciones al movimiento de dinero hacia distintos países, hay otras múltiples razones que hacen conveniente a empresas regionales o multinacionales posicionar una empresa holding (dueña de otra u otras empresas) o una oficina regional en países de baja tributación fiscal. Por ejemplo, tener socios diferentes en las distintas empresas que dependen de la holding.

Por eso, como nos informa en su columna de hoy de la sección Economía Zenón Biagosch, la mayoría de las empresas que cotizan en la Bolsa de Wall Street y de Londres, sólo por citar las dos mayores del mundo, tienen domicilios y/o empresas offshore. Pero esas empresas no se constituyen con el fin de no ser declaradas, y es el ocultamiento lo que hace la gran diferencia.

Quienes utilizan empresas offshore con fines ilegales (evadir impuestos, lavar dinero, esconder patrimonio a terceros: cónyuges, por ejemplo)no pueden identificar al dueño de la empresa por obvias razones, apelando a testaferros y empresas con acciones innominadas, que cada vez son menos posibles por el avance en la lucha internacional contra el lavado de dinero.

Si fuera cierto que Lázaro Báez o la familia Kirchner tuvieran guardados miles de millones de euros en bóvedas en Santa Cruz, no podrían gastarlos en el mundo de hoy y, como le sucedía parcialmente a Pablo Escobar, las ratas les comerían los billetes. No falta mucho para que internacionalmente se asocie al gran ladrón (personas políticamente expuestas o de alta visibilidad por su fama) con el ignorante, porque quien disponga de enormes cantidades de dinero negro no podrá gastarlo en nada importante, ya que cualquier compra de cierto valor requerirá registro y demostración del origen de los fondos.

Si en Santa Cruz hay 10 mil millones de euros en billetes, no podrán gastarlos porque ahora se registran los giros

En la Argentina, en los últimos años no sólo hubo una devaluación de la moneda, sino también una devaluación simbólica, porque cada vez se explican peor las cosas y se crean fantasmas que terminan escondiendo las verdaderas causas de los problemas. El resultado es un país donde se reproducen visiones y prejuicios hegemónicos que no hacen más que consolidar una sociedad de espectadores en lugar de actores, alienándonos con un adoctrinamiento berreta.