¿Cómo impactaron las ideas de Karl Marx en la Argentina de fines del siglo XIX? ¿Qué se decía entonces en la prensa argentina sobre el filófoso alemán que intentaba descifrar al capitalismo? Y lo que es todavía más interesante: ¿qué sabía Marx sobre las posibilidades de que se produzca una revolución proletaria en Buenos Aires? Estas preguntas fueron respondidas por por Horacio Tarcus en Marx en la Argentina, sus primeros lectores obreros, intelectuales y científicos, un exhaustivo trabajo publicado hace ya algunos años, pero que hoy vuelve al centro de la escena a partir de conmemorarse el bicentenario del nacimiento del autor de El capital.
En el ensayo de Tarcus se puede observar que la filosofía marxista horrorizaba a los argentinos que fueron contemporáneos de Marx. En las crónicas que reflejaron los acontecimientos producidos en la Comuna de París en el diario La Nación, por caso, se pueden leer entre marzo y agosto de 1871 noticias del levantamiento parisino calificadas de “aterradoras”. El corresponsal del diario fundado por Bartolomé Mitre hacía referencia a la existencia de Marx, a quien se describía como “un completo Lucifer” que “gobierna tres millones de obreros”.
Por esos días, llegaba a la Argentina un enviado de Marx. Raymond Wilmart, un hijo de una familia burguesa de Bélgica que se había rebelado a su clase, desembarcaba en el Río de la Plata para exportar a estas tierras la actividad de la Primera Internacional. Luego de haber entablado amistad con una hija de Marx, Wilmart se convirtió en un ferviente defensor del marxismo y fueron los propios Marx y Friedrich Engels los que lo impulsaron a trasladar la actividad de la Internacional a Buenos Aires.
Wilmart se convertiría luego en un reconocido abogado y un miembro de la alta sociedad argentina, mientras intercambia cartas con Marx para informarle al autor de El XVIII Brumario sobre las características del movimiento obrero porteño para determinar si estaban dadas las condiciones para el triunfo del proletariado en la Argentina.
Pero Marx no recibía buenas noticias desde Buenos Aires, según se lee en las cartas publicadas por primera vez en el libro de Tarcus. “Salvo la mitad de la sección francesa y de dos o tres españoles, no hay nada que pueda servir entre nosotros”, escribió Wilmart en la primera carta. El belga estaba desencantado de las luchas políticas entre caudillos argentinos que movilizaban por “la magia de los nombres propios”, según informó a Marx en la segunda misiva. Y en el tercer escrito la desilusión era total: “Van mal las cosas aquí, sesiones vacías, falta de voluntad”.
Tuvo razón el enviado de Marx: los proletarios no se unieron para tomar el cielo por asalto en la Argenitna. Pero el fracaso que anunciaba Wilmart se reinventó con el paso del tiempo. Y Marx sigue vivo en estas pampas.
Karl Marx es el autor más leído entre los estudiantes de la Facultad de Ciencias Sociales de la UBA, la más importante universidad de Ciencias Sociales en la Argentina, donde se multiplican cátedras en nombre del marxismo. Fuera de la academia también sigue latente su pensamiento y sus libros son reeditados constantemente con gran éxito de venta entre las editoriales que tienen los derechos de publicación de sus trabajos en el el país.
Con la caída del Muro de Berlín las ventas de los trabajos de Marx se derrumbaron, pero en los últimos 10 años "no paran de crecer" explican desde la editorial Siglo XXI que ha publicado en la Argentina toda la obra del autor alemán y también los trabajos en coautoría con Engels. "Tenemos la edición canónica del El capital y notamos que crece la demanda porque todos los años lo reimprimimos –revelan desde Siglo XXI–. A la luz de la buena venta, decidimos hacer hace tres años la Antología de Marx, que a los pocos meses agotó la primera tirada de cinco mil ejemplares y tuvimos que reimprimir. Luego distribuimos en kioscos de revistas esa misma edición que vendió más de veinte mil ejemplares. Y el año pasado publicamos una edición muy cuidada del Manifiesto comunista, con notas de Tarcus y una presentación espectacular de Eric Hobsbawm que tuvo muchísimo éxito, en pocos meses agotó la tirada de cinco mil ejemplares y acabamos de reimprimirlo".
Pero el éxito de Marx no es solo literario. Aunque suene contradictorio, fue Marx la figura elegida por el gobierno de la Ciudad de Buenos Aires –que no es marxista, por si es necesario recordarlo– para reinaugurar el Teatro Cervantes. La exposición titulada “Marx Nace” se presentó el mes pasado para recordar los doscientos años del pensador alemán con “lecturas comentadas de escritos de Karl Marx, performances de sus textos de ficción, diálogos marxianos, filosofía y música, un recorrido biográfico acusmático, tangos proletarios, proyecciones y publicaciones”, según informó el Cervantes, que organizó el evento junto al Instituto Goethe.
Para los organizadores, la jornada realizada el 7 de abril "tuvo un alcance sorprendente" con una concurrencia récord para un intelectual en el teatro, que llegó a más de cinco mil personas. Las exposiciones estuvieron a cargo de Emilio De Ipola, Eduardo Grüner, Alejandro Katz, Vicente Palermo, Felipe Pigna, Beatriz Sarlo, Juan José Sebreli, Maristella Svampa, Darío Sztajnszrajber Rubén Szuchmacher, Damián Tabarovsky, y el propio Tarcus, entre otros. Durante todo el día se presentaron actividades desarrolladas a sala llena, con muchos jóvenes acercándose por primera vez a los escritos de Marx.
"Estimamos que 'Marx Nace' funcionó para muchos asistentes como un espacio para aprender y disfrutar de charlas y propuestas musicales o performáticas, y recalcamos el verbo 'disfrutar' porque la iniciativa de llevar los escritos de Marx al teatro también tuvo que ver con generar esa clase de acercamiento a su obra –explicaron desde el Instituto Goehte–. El cruce habilitó a que los escritos de Marx no sólo fuesen material para ser 'entendido', sino discursos que podían atravesar de formas novedosas, en algunos casos más sensoriales, a los espectadores. Para muchos otros, la jornada también fue una suerte de disparador de preguntas, una iniciación".
Marx tuvo en escena una recepción formidable, que superó ampliamente las expectativas. Fue un verdadero éxito marxista. Aquel "Lucifer" que no pudo ver la Revolución en Buenos Aires se reinventa para seguir alimentando a sus seguidores en la Argentina.