Paradojas bicentenarias:
* Somos tataranietos de una revolución sin pueblo que le juró lealtad a un rey caído en desgracia.
* Su más fogoso ideólogo se apagó en extrañas circunstancias arriba de un navío que lo llevaba a negociar armamentos y otros respaldos estratégicos con los mismos ingleses a los que había contribuido a echar a patadas de Buenos Ayres.
* A su orador más encendido lo exterminó un cáncer en la lengua, antes de que lo mataran en vida los propios correligionarios que lo acusaban de traidor y pedófilo.
* Su más delicado general, formado en la excelencia de la burocracia hispánica, crearía la bandera nacional al mismo tiempo que promovía la articulación de un imperio bajo el manto protector de una princesa de Portugal asilada en Río de Janeiro.
* La epopeya más enorme para liberar a medio continente del yugo colonial fue idea de un lord bien british. El criollo que la convirtió en historia venía de consagrarse héroe militar en España y terminaría sus días autoexiliado en Francia.
* Los principales subordinados del padre-de-la-patria-santo-de-la-espada se dedicaron durante décadas a perseguirse, encarcelarse, deportarse, fusilarse, degollarse y despellejarse entre ellos.
* La civilización exterminó a la barbarie, bárbaramente. Y, metiendo a casi todos los contendientes citados antes en la misma bolsa santificadora y patriótica, diseñó una identidad tipo Billiken que si algo de bueno tuvo fue una noción de futuro bastante colectiva que nos hizo sentir distintos, mejores, los más grandes entre los grandes.
Paradojas centenarias:
* La Argentina moderna y democrática fue fundada por unos señores panzones con bigotes planchados hacia arriba y galeritas que hacían fraudes patrióticos y daban leña al laburante que reclamaba uno que otro derecho.
* Los promotores de los derechos ciudadanos se batían a duelo entre sí y se hacían hacer diarios que los mostraran bellos, buenos, fieles herederos de aquellos próceres ya convertidos en estampitas.
* Los promotores de los derechos sociales se volvieron encarnizados enemigos de quienes los convirtieron en leyes, porque éstos también tenían palos para repartir y leales burocracias que alimentar.
* Para enderezar a unos, cooptar a otros y defenestrar a quienes jugaran al orsai, estaban siempre ahí unos militares muchísimo menos ornamentales que los que vimos desfilar ayer por la 9 de Julio sin comandanta en jefe a la vista, pero con esas ganas escolares de ser todos lo mismo que suelen provocar las primeras estrofas del Himno y sobre todo la fanfarria final, en la que juramos vivir coronados de gloria o con gloria morir.
Paradojas de hoy:
* Nos gobierna un matrimonio que fue menemista, luego medio duhaldista y y medio cavallista, y ahora es anti las tres cosas y anti tantas otras cosas que no hay espacio que aguante la enumeración.
* Uno de los enemigos jurados de la pareja de marras es justo quien ellos mismos hicieron vicepresidente de la Nación (él aceptó, ¿eh?) y ya ni siquiera lo convocan para la foto de rigor.
* La izquierda le hace todo el tiempo el juego a la derecha, la derecha se llenó de viejos izquierdistas políticamente correctos y el oficialismo adoptó el típico discurso de la oposición.
* Chicana va, ultimátum viene, el periodismo se entretiene con quién no fue invitado a la cena del Bicentenario, quién faltará al Colón o cuál Tedeum cantó primero, si el de Bergoglio o el de Luján.
Autoritarismo sin tiranía. Golpistas sin cuarteles. Guerra sin balas. Democracia familiar. Alternativa sin proyecto. Galas sin galanuras. Billiken versus Genios, digamos.